“El Huevo”, frontal y sin filtros, como siempre...

TORESANI TOMALO O DEJALO

Es uno de los jugadores más importantes del fútbol de Santa Fe y uno de los pocos que jugó en Colón, Unión, Boca y River. Habló de todo. Su enemistad con Osella; la preponderancia de Bragarnik; Vega, Vignatti y aquella final de 1989.

TORESANI TOMALO O DEJALO

A puro temperamento, Julio César Toresani nunca se guarda nada, ni adentro ni afuera de la cancha. Foto: Pablo Aguirre

 

Enrique Cruz (h)

El cáncer que le hizo ver de cerca la muerte, ya es parte del pasado. Una piedra más, de las tantas que debió sortear “el Huevo” Julio César Toresani en su vida. Recuerdo una tardecita en su casa, hace menos de cuatro años, cuando confesó que “lloraba solo en el fondo de mi casa para que no me vieran”. Pero superó la enfermedad y, quizás, le hizo ver la vida de otra manera. Eso sí, no le cambió para nada esa manera frontal y directa de decir las cosas sin guardarse nada.

—¿Te sentiste identificado cuando se agarraron Insaurralde y Silva a las trompadas?

—Es que a las piñas no, porque yo no le puedo pegar a nadie...

—¿Seguro?... (Risas)

—Tuve muchas discusiones y nos han separado... Es Boca y vende mucho, pero es algo que sucede... A mí, me tocó ver y participar de peleas. No los justifico, pero me ha pasado.

—¿Qué harías como entrenador?

—Lo que hizo Guillermo... Bueno, él era alguien que te sacaba de las casillas cuando lo enfrentabas, pero el de temperamento más fuerte es Gustavo. Las sanciones hay que tomarlas con pinzas. Sale a la prensa, pero es difícil que se dé. El entrenador, generalmente, ha sido jugador y tiene vestuario. Si me preguntás, no creo que exista una sanción deportiva.

—¿Cómo se hace para que no suceda una cosa como ésa?

—Y... Mucho control mental, sobre todo cuando tenés mucho temperamento. Hay que aprender a contar hasta mil y a veces no te alcanza. Aunque no lo creas, me pasó más cuando dejé de jugar al fútbol que siendo profesional.

—¿Cómo es eso?

—Sí, sí, tal cual te lo digo... Yo me sentí muy mal cuando dejé el fútbol, me deprimí... Iba a jugar y quería ganar, no me bancaba nada y no me daba cuenta de que estaba jugando con gente que no era profesional, que lo hacía por gusto. Tuve varias peleas hasta que tomé conciencia que debía tranquilizarme, relajarme y disfrutarlo de una manera diferente.

—¿Se puede convivir luego de algo como lo que pasó en Boca?

—El ejemplo es el Boca de Bianchi. Había diferencias en ese grupo, lo que se sabe de Riquelme y Palermo, y salieron campeones de todo. Estuve hace unos días con Roberto Trotta y “el Bichi” Fuertes jugando en Uruguay, y Roberto me contaba que en ese grupo de Vélez que también ganó todo, había grandes diferencias, pero adentro de la cancha se mataban y le daban para adelante.

—¿Hubieses hecho como técnico lo que le hizo Montero a Colón?

—No... Pero tené en cuenta que Colón lo sacó de Boca Unidos, por eso creo que de las dos partes está mal... Pasan cosas que no entiendo, como por ejemplo que hay técnicos que dirigen hasta tres equipos en un año. Y eso es porque el fútbol argentino está manejado por una sola persona.

—¿Por quién?

—Por Cristian Bragarnik... Mirá, yo no me manejo con representantes porque no les creo, pero son un mal necesario. Ahora, ¡Independiente, el rey de copas, gran club, un grande, hoy es dirigido por un entrenador de hockey (por Holan)! Tener un buen representante significa tener trabajo... Un muchacho amigo me contó que hace poco fue a la oficina de Bragarnik y él le dijo que estaba en el puesto 20. “¿Yo en el 20 y Holan dirigiendo un grande...?”, fue lo que le contestó.

—Bragarnik ha tenido incidencia en los clubes de Santa Fe...

—Eso pasa, en general, porque los dirigentes no tienen capacidad de conducir y la mayoría no sabe de fútbol. En Colón, estuvo en la etapa del Turco Mohamed y allí comenzó el declive. Acá le echan la culpa total a Lerche. Es responsable, sí, pero fueron varios los responsables. Este muchacho Bragarnik hacía las negociaciones en la oficina del club. En Unión hizo lo mismo, pero creo que ahí se avivaron a tiempo.

—A propósito, ¿qué pensás de Juan Pablo Pumpido?

—Que está capacitado para ser un gran entrenador. Tiene un buen ejemplo, que es el del padre, y de buena fuente sé que trabaja muy bien y vive para el fútbol. Lo veo con futuro, es un pibe de la casa, le dieron la posibilidad.

—¿Cuesta ser profeta en su tierra, como dice el dicho?

—¿Sabés qué me pone contento a mí?, el presente de Juanchi Pizzi, porque acá no se lo valoró y resulta que después vinieron otros a los cuales se los trató como grandes señores e ídolos, caso Maturana, Basile, Fossati... No tengo nada contra ellos, pero es la realidad.

—Grondona decía que para que un equipo de Santa Fe salga campeón, había que armar un equipo con jugadores propios, que sientan la camiseta...

—Mirá, el otro día estaba hablando con Nery Pumpido y coincidimos que la última gran camada en Unión fue la de Altamirano, Acosta, yo, Humoller, Passet, Marcelo López, el Titi Catinot... Después, fueron chispazos, casos puntuales, no hubo camadas enteras que tuvieron la posibilidad de jugar. Nosotros éramos muy pibes en ese momento, pero fijate adónde llegamos después.

—¿Y en Colón?

—Cuando agarramos con Osella estaban Castillo, Meli, Curuchet, Luque, Alario, Poblete, Graciani, a quien tenía todo el día trabajando y le decía que tenía que hacer ocho goles. Trajimos un solo refuerzo, que fue Videla. No nos sobraba nada, cuchillo entre los dientes y el apoyo de la gente, que después se ilusionó demasiado y pedía el campeonato. De ésos, el único que mantiene el nivel es Alario. Poblete ahora lo bajó, Conti tiene mucho que pulir pero va en camino de hacerlo, pero el único afianzado realmente es el Pipa. Algo que se veía venir. Un día me llamó el Vasco Arruabarrena, cuando dirigía Boca, y le dije que lo llevara. A los pocos, días lo hizo Gallardo, y a Marcelo le comenté lo mismo. Y le ganó de mano.

—¿No te parece que Unión mejoró en inferiores y que eso se está notando en Primera?

—Unión tiene ahora una buena camada, pero hay algunos que necesitan disciplina. Si yo hubiese sido técnico, a Brítez lo sacaba del equipo. Es un gran jugador, con un futuro enorme, pero hoy, a la hora de contratarte, los clubes se fijan en estas cosas. Y le juegan en contra. Tiene buen juego aéreo en las dos áreas, es un jugador para irse, pero tiene que cambiar.

—Así como te llamaron por Alario, si lo harían por Brítez, ¿lo recomendarías?

— ¡Por supuesto! Para mí, la camiseta de un grande no le va a pesar. A mí, me encantan esos jugadores y lo recomendaría. Yo te digo lo que habría hecho en el caso de ser entrenador, pero obvio que es recomendable. Creo que Madelón debió haber tenido mano más dura con él.

—¿A quién más recomendarías?

—El otro día, de un club grande, me preguntaron por Poblete y por Conti.

—¿Te quedó la espina por no haberte quedado a dirigir esos últimos cuatro partidos del ascenso cuando renunció Osella?

—Osella había renunciado cinco o seis veces en el año, no fue la primera el día del último partido... Ese día se fue sin saludar a nadie...

—¿Te quedó algo que aclarar con él?

—Nada. No hablé ni tengo deseos de hablar. No tengo nada que aclarar con él. En la vida, hay que manejarse de una sola manera, básicamente ser buena gente. Osella iba a mi casa una vez por semana al menos, no éramos amigos pero teníamos buena relación. Era un tipo muy celoso y mi sombra lo mataba. De hecho que un amigo mío, que hizo mucha historia en el club, un día me dijo: “Huevo, vos sos mi amigo, pero la próxima vez, si está este muchacho, no me invites”. No quiero hablar más del tema. Tengo una historia en el fútbol, jugué casi 20 años, dirigí cuatro equipos, hice muchos amigos y no hablo mal de la gente ni de los colegas. Él entró en el circuito, dirige un grande de Rosario y lo que digo es que así está el fútbol. Pienso que la gente buena, a la larga, tiene que triunfar. Yo duermo tranquilo. Si alguna vez me llama, lo atenderé, porque soy una persona de bien. Pero llamarlo yo, no.

—¿Esperaste una reacción distinta de los dirigentes?, ¿esperabas que te llamaran para que te quedaras?

—Yo hice lo que tenía que hacer, lo que corresponde, que era renunciar. Con Lalo Vega tengo una relación especial, familiar. Estábamos al toque del ascenso. Me hubiese gustado seguir, pero Lalo no se la jugó y el Bicho Godano, tampoco.

—¿Te quedó rencor?

—¿Rencor?, no, nada que ver. Lalo es primo hermano de mi papá, que ya no lo tengo. Mi relación es de chico con él, lo iba a ver cuando jugaba en Colón. La noche que fue elegido presidente, lo primero que hizo fue llamarme para pedirme recomendaciones de algunos técnicos. Ahí me comentó que lo había visto trabajar a Osella y que le gustaba. Pero en ese momento, Lalo se equivocó. Trajo un técnico por cuatro partidos. Pero lo entiendo. El club estaba dividido, no era fácil gobernar.

—Y a Vignatti, ¿cómo lo ves?

—No lo veo cómodo con esta situación del órgano fiduciario y dependiendo de una jueza. No es algo que a él le caiga bien. Me lo imagino preocupado con esta situación y te repito, no es cómodo. A él le gusta tener las manos libres. Y está más grande también.

"A Brítez lo recomendaría a cualquier club, pero si hubiese sido su técnico, lo habría sacado”.

"El fútbol argentino está siendo manejado por Cristian Bragarnik”.

"Juan Pablo Pumpido está capacitado para ser un gran entrenador”.

“Me hubiese gustado jugar esa final...”

  • “El Huevo” se encargó siempre de resaltar sus sentimientos con Colón, pero apareció en Unión y siempre fue un jugador muy reconocido por el hincha tatengue. Fue integrante de aquel equipo que consiguió el ascenso en el 89, después se fue a Instituto y cuando volvió, se convirtió en figura y eso le permitió pasar a River, llevado por Daniel Passarella.

—Vos estás identificado con Colón, pero surgiste de Unión y formaste parte del equipo del 89, inolvidable para los hinchas tatengues. ¿Qué significó ese logro para vos?

—Yo estaba en aquel plantel y me enojaba con “el Flaco” Zuccarelli porque no me ponía. En mi puesto apareció Carlos González, un gran jugador y gran persona. Él había llegado de “9”, andaba boyando por ahí, sin lugar, y “el Flaco” le encontró posición de volante por derecha. Terminó jugando él, pero yo jugué muchísimos partidos en esa temporada.

—Y la final, ¿te gustaría haberla jugado?

—Me hubiese encantado jugarla y lo habría hecho como siempre lo hice, queriendo ganar el partido... Yo estoy muy agradecido de Unión porque fue el club que me formó como jugador y me moldeó como persona. Ahí, me hizo debutar Leopoldo Luque, un gran tipo al que también le guardo mucho cariño.

—Querés congraciarte con la gente de Unión...

—No, para nada, no es lo que busco... Yo tengo muy en claro mis sentimientos, pero también digo que en la vida hay que ser agradecido... Todavía hay gente que se para en el semáforo y me raja una puteada. Hinchas de Unión, obvio... Cada vez son menos, pero algunos todavía quedan con ese remordimiento...

"No lo veo cómodo a José Vignatti en Colón”.