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El orden sacro de los signos

Augusto Munaro

Dueños de musicalidad y una armonía autónoma, los poemas de Costuras (*) demuestran el depurado trabajo poético que rompe con los límites de lo corriente y normativo. “Sobre fotografías sepia/ gastadas por el sol/ te recorro/ con hilos/ bordeo la silueta/ para que aparezca tu cuerpo/ olvidado y/ quieto”. Una imaginación carente de estridencias, que se despliega, por momentos, sin prisas con el esplendor y frescura de un lenguaje soñado. Algunas piezas como “Quietud”, “Secreto”, “Primavera”, y notablemente “Tiza”, pueden leerse como un tratado sobre las emociones, ya que el poemario está delineado por el peso de las sensaciones: “Como una madeja de lana/ en el respaldo de la silla/ hebras entrelazadas/ confundidas en un solo cuerpo/ espero /ser ovillo” (“Mañana”). Son versos que discurren acerca de avatares íntimos, que recuerdan por su ethos, a la recatada poética de María Paula Alzugaray.

Es así como la autora indaga las tenues y precisas inflexiones de su enunciación con notable luminosidad. Una respiración que se ajusta al acento sosegado, casi aletargado de su singular propuesta lírica. Lo hace, no obstante, con agilidad y precisión. “Se abre/ el interior/ la luz invade/ cose heridas/ de los ojos húmedos/ brotan algas/ el cuerpo/ se cubre de flores/ por la boca/ asoma el sol” (“Ceremonia”).

En las antípodas de toda disonancia neovanguardista, con versos escuetos, expresiones intensas; su poética posee carácter universal. Es decir, puede leerse en épocas y contextos disímiles dado que llega a la esencialidad prescindiendo del ornato y demás exuberancias. Tampoco encierra neologismos o experimentaciones gramaticales que en ocasiones -como sucede con las aliteraciones, anáforas y cacofonías-, pueden entorpecer e incrementar el grado de complejidad conceptual del poema. En cambio, prevalece la utilización de recursos sencillos (no simplistas) y eficaces como los versos de metro corto y la metáfora, para así, cimentar sus cualidades estéticas.

María Belén Sánchez cree en el valor mágico de la palabra, en el orden sacro de los signos. Una suerte de invención disciplinada. Concibe su yo lírico a través de un equilibrado ejercicio formal y semántico, sin desairar un agudo componente emotivo. Razón por la que al concluir la lectura de sus poemas, la poesía parece renunciar al papel para así cortejar al lector fuera del libro. “Me siento junto a/ la máquina de coser/ cuando mi corazón olvida/ el ritmo// mi cuerpo escucha/ y recuerda”. Bucólica, por momentos sensitiva e íntima, Costuras, constituye una obra profunda y refinada que se manifiesta en constante expansión.

La poeta María Belén Sánchez (San Cristóbal, provincia de Santa Fe, 1984), es Profesora de Letras, egresada de la Universidad Nacional del Litoral. Costuras (Modesto Rimba), es su primera publicación.

(*) “Costuras”, María Belén Sánchez, Modesto Rimba, 2018.

La autora indaga las tenues y precisas inflexiones de su enunciación con notable luminosidad. Una respiración que se ajusta al acento sosegado, casi aletargado de su singular propuesta lírica. Lo hace, no obstante, con agilidad y precisión.