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“¿Por qué alguien se convierte en un artista popular, en un Sandrini?". Esta pregunta, lanzada durante los primeros minutos de la película, es la que intenta responder el documental sobre el legendario humorista argentino fallecido en 1980 que lleva la firma de su hija menor, Sandra, y que ésta rodó, según dijo, porque sentía la "responsabilidad de contar el misterio" que fue para ella su padre.
"Al tener un vínculo tan estrecho necesitaba objetivarme y tenía la responsabilidad de contar el misterio de lo que fue Sandrini con esa gran resonancia, este gran amor de las personas hacia él, que siempre me impactó más allá de mi relación personal y que había trascendido su trabajo como actor", comentó hoy la directora y guionista, que también es actriz, en Pantalla Pinamar, donde presentó su documental titulado simplemente "Sandrini".
Al igual que Cantinflas en México, Sandrini y su "Felipe" -un porteño bonachón, tierno y torpe con su cuota de picardía que tartamudeaba cuando se aceleraba-, lograron fundirse en un mismo personaje. Y es que Sandrini no sólo participó en las primeras dos películas del cine sonoro argentino ("Tango!" y "Los tres berretines", las dos de 1933), sino que se transformó con producciones como "Riachuelo" (1934), "La casa de los millones" (1942) y "Cuando los duendes cazan perdices" (1955) en una figura clave de la industria cinematográfica local que le permitió al humorista traspasar las fronteras y llevar su fama hasta España y América Latina.
Estructurado en base al libro "De Totó a Sandrini: del cómico italiano al actor nacional argentino", de Osvaldo Pelletieri, con algunas animaciones, fragmentos de sus películas, testimonios y fotos exclusivas del archivo familiar, Sandra Sandrini intenta contar en su film la vida y la carrera ininterrumpida de 50 años del humorista.
El arco va desde su infancia humilde en San Pedro y sus inicios como artista de circo y teatro en Buenos Aires hasta sus últimos trabajos en cine durante los turbulentos años 70 en Argentina, como la trilogía de Fernando Ayala iniciada con "El profesor hippie" o películas como "¡Qué linda es mi familia!", dirigida por el músico y actor Palito Ortega.
"Él fue el eje, la voz cantante de un tiempo dentro de lo que es el cine argentino. Después aparecieron otros tiempos, que tuvieron que ver con la demanda de otras temáticas, que rompieron con ese tiempo en el que él fue el dueño", comentó hoy Sandrini secundada por sus hijas Carla, que prestó su voz a la locución y compuso la música del film, y Roberta, que se hizo cargo del montaje y la animación. "Pero él siguió creciendo como actor, con esa fuerza actoral que siempre me llamó la atención no sólo como hija, sino como actriz".
Entre los testimonios que aparecen en el film, cuyo estreno está previsto para mediados de junio, están los de actores ya fallecidos que compartieron su época como Jorge Luz, Duilio Marzio, Osvaldo Miranda o Nelly Panizza, la conductora estrella de la TV argentina Susana Giménez, la coreógrafa y directora teatral Lia Jelin -que ideó las coreografías de "El profesor hippie"- o la directora del Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, Paula Félix Didier. Por momentos, la narración es sostenida por el actor Oscar Martínez, que recrea en primera persona, imitando su particular cadencia, la voz de Sandrini.
"Tuve que investigar y leer mucho sobre mi padre porque él formó su familia de grande. Era un hombre muy educado, muy bondadoso pero muy callado, al menos el Sandrini que yo conocí", completó la segunda hija del actor con la también actriz Malvina Pastorino, que tenía 23 años cuando murió su padre a los 75.
Para su hija, la particular resonancia del actor Sandrini es que provoca algo "amoroso" en el espectador. "Trabajó durante una época con lenguajes y elementos aparentemente sencillos pero detrás, si uno mira bien, hay algo que se torna profundo. Eso lo observé toda la vida, yo no sé si es la actuación, la profundidad, su fisonomía, porque tenía ojos muy grandes, muy húmedos, o la forma de hablar, pero producía algo que llevaba a un lugar al espectador, y eso es lo profundamente artístico en Sandrini".
Estructurado en tres capítulos, "El comienzo", "Su obra y su persona" y "Mis amores", el documental repasa en el último las tres principales relaciones amorosas de Sandrini que, según afirma la misma película, tenía fama de "picaflor" (mujeriego): la actriz Chela Cordero, diez años mayor que él, Pastorino, con quien formó familia, y entre ellas dos la legendaria actriz y tanguera Tita Merello, que afirmó hasta sus últimos días que Sandrini había sido su único y gran amor.
Como hija, Sandra tuvo acceso a muchas fotos y anécdotas, algunas de las cuales incluyó en el documental, y que dan cuenta de esa etapa final e íntima como hombre de familia de uno de los artistas más populares de la Argentina. "Él era un hombre grande (cuando formó familia), pero grande en otra época", comentó la realizadora. "Realmente lo nuevo para él no fue la carrera, que la tuvo toda la vida, sino la creación de este lugar. Ése fue su gran descubrimiento".