El Litoral
Las hélices originales del avión desaparecido el 24 de julio y hallado este sábado en el Paraná Guazú habían sido modificadas en 2014.
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El avión salió de fábrica con unas hélices Hartzell cuatripala, pero fueron cambiadas por unas MTV-27 de cinco palas, fabricadas por una empresa alemana, lo que le habría permitido volar más de las cuatro horas y media que se calculaban en un primer momento.
"Las hélices de cinco palas mejoran el rendimiento del avión en todos sus aspectos: capitalizan la potencia del motor, reducen el gasto de combustible, mejoran su aerodinámica y reducen la turbulencia y el ruido en la cabina", había afirmado a Télam José Indaco, piloto profesional con más de 3.500 horas de vuelo en su haber, una semana después de la desaparición de la aeronave.
Según Indaco, el avión Mitsubishi es "espectacular": "Tiene las mismas condiciones que un jet y, con hélices de cinco palas, es uno de los mejores aviones de este tipo que existen".
Pese a ello, de las cerca de 800 unidades que se fabricaron en los Estados Unidos hubo unas 300 que presentaron dificultades a la hora de ser voladas, por lo que mandaron a todos sus comandantes a trabajar en simuladores hasta reducir el número de inconvenientes a cero.
Por este motivo, el experto en aviación consideró fundamental recibir las suficientes horas de instrucción antes de manejar una aeronave de este tipo.
"Este Mitsubishi tiene excelentes condiciones y mucha potencia. Es semejante a manejar un auto de Fórmula Uno, si el piloto no está acostumbrado su inexperiencia puede jugarle en contra y provocar un accidente", opinó Indaco.
La empresa Hélices Clerici, encargada de la instalación de las nuevos propulsores, reconoció haber hecho el trabajo y destacó la calidad y el servicio de los componentes.
"Se instalaron para mejorar el desempeño del avión. Son más livianas y menos ruidosas que las cuatripala que el Mitsubishi trae de fábrica", indicaron a esta agencia desde la empresa.
Según Clerici, al igual que cualquier modificación de una aeronave, el cambio fue habilitado por la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y la empresa fabricante.
"Todo tiene que estar certificado, desde una banda para reducir el rozamiento hasta un nuevo componente de motor. Los dueños de las aeronaves no pueden decidir por sí mismos qué colocar y qué no", aseguraron desde la empresa de hélices.
Los propulsores MTV-27 fueron fabricados por la empresa MT-Propeller y, entre otras características, tienen un núcleo reforzado por capas de fibra de carbono y vidrio, un sellado con capas de pintura acrílica de poliuretano y están fabricadas con madera de haya laminada cuya resistencia a la tracción es similar al acero.
"Son equipamientos de gran calidad y servicio", afirmaron desde la empresa.
Consultado por los motivos que podrían explicar la desaparición de la aeronave, Indaco opinó que pueden haber pasado "miles de cosas".
"Puede haber entrado humo en la cabina, que se le saliera una de las hélices y no supiera cómo maniobrar o que una de las hélices golpeara el fuselaje y se cayera a pique producto de un gran daño en el fuselaje", aseguró.
Pese a ello, para el piloto "es todo muy raro" ya que la aeronave "contaba excelentes condiciones de navegación" y pese a ello "no se activó la baliza de rastreo de emergencia, no pidió auxilio y nunca funcionó su 'transponder'"
"La realidad es que hasta que no lo encuentren, nunca se va a saber qué fue lo que ocurrió", había dicho entonces a Télam.
El avión Mitsubishi matrícula LV-MCV perdió contacto con la Torre de Control el lunes 24 de julio a las 14.40 tras haber despegado seis minutos antes del aeropuerto de San Fernando y luego de haber mantenido una conversación donde se le informaba a los pilotos que no funcionaba el "transponder".
A bordo estaban los pilotos Matías Ronzano y Emanuel Vega, y Matías Aristi, hijo del propietario de ese turbohélice bimotor y dueño de la compañía agropecuaria Aibal S.A., una de las más importantes de Bragado.