El próximo jueves llegará a los cines argentinos la película “A 47 metros”. Dirigida por Johannes Roberts y protagonizada por Mandy Moore y Claire Holt, narra cómo -durante una inmersión- dos hermanas que están de vacaciones en México, quedan atrapadas en una jaula de avistamiento de tiburones, con el oxígeno agotándose y rodeadas de escualos. Una temática de la cual el cine de terror, desde la modélica “Tiburón” (1975), filmada por Steven Spielberg, se ocupó en repetidas ocasiones, con mayor o menor fortuna.
Cabe recordar el argumento del film de los ’70, cuya banda sonora diseñada por John Williams se convirtió en sinónimo de suspenso: en la costa de un pequeño pueblo del Este de los Estados Unidos, un enorme tiburón ataca a varias personas. Por temor a los efectos sobre el turismo, las autoridades se niegan a cerrar las playas y difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón genera terror y ante esto un veterano cazador, un oceanógrafo y un policía, van tras el monstruo. Varias secuelas siguieron al film de Spielberg, todas ellas de inferior calidad pero casi todas taquilleras.
Otro film famoso que se ocupó de tiburones, aunque con algún giro hacia la ciencia ficción, fue “Alerta en lo profundo” (“Deep Blue Sea”, 1999). Dirigida por Renny Harlin cuenta cómo, utilizando tiburones Mako, una científica busca la clave para la regeneración de tejidos del cerebro humano. Para esto ha violado códigos éticos, modificando el ADN de los animales para que sean más inteligentes y rápidos. Thomas Jane, Saffron Burrows, Samuel L. Jackson, Jacqueline McKenzie, Michael Rapaport y Stellan Skarsgard integran el elenco.
Más acá en el tiempo, Chris Kentis presentó la interesante “Mar abierto” (“Open Water”, 2003) basada en una historia real ocurrida en Las Bahamas y rodada con muy bajo presupuesto. En esta película, una pareja decide ir a bucear. La embarcación que los traslada, debido a un descuido, los abandona en medio del mar y quedan a la deriva en aguas infestadas de tiburones. “Mar abierto” funcionó tan bien a nivel comercial que abrió pie para dos secuelas, una rodada en Alemania y otra en Inglaterra.
Un argumento similar utilizó el español Jaume Collet-Serra (un director muy solvente para thrillers de suspenso) para “Miedo profundo” (“The Shallows”, 2016), donde Blake Lively interpreta a una joven que queda atrapada en un islote a cien metros de la costa y se ve acechada por un enorme tiburón blanco.
En 2012 el director Jonh Stockwell intentó aprovechar la química entre Halle Berry y Olivier Martínez en la fallida “Aguas profundas” (“Dark Tide”, 2012). Aquí, nueve años después de sufrir el ataque de un gran tiburón blanco, Brady (Halle Berry), una monitora de buceo, decide enfrentarse al miedo y volver a bucear en aguas profundas junto al gran escualo cuando le hacen una oferta para nadar entre tiburones.
Tampoco funcionó muy bien “Terror en lo profundo” (Shark Night 3D, 2011), de David R. Ellis. En este caso, unos amigos viajan en barco hasta una casa cercana a un lago. Se disponen a pasar un fin de semana de diversión, que termina cuando descubren que el lago está plagado de enormes tiburones.
Habrá que ver cómo funciona “A 47 metros”, pero todo hace suponer que los tiburones seguirán siendo elegidos para el género del terror.
En 2016, Nicholas Cage protagonizó el film “USS Indianápolis: Men of Courage”. La misma se basó en la historia de la tripulación del buque de guerra USS Indianápolis, que durante la Segunda Guerra Mundial quedó a la deriva en el mar de Filipinas durante cinco días. Mientras esperaban el rescate, sufrieron hambre, sed y la amenaza de los tiburones. Esta historia está narrada en “Tiburón” (1975) por el personaje de Robert Shaw.