Cuando Ivana juntó el coraje necesario para renunciar a su trabajo pensó en no contarle a su empleador lo que iba a emprender. Temía que piense que está loca. Es que estaba tirando a la basura la meta que muchos jóvenes persiguen (o al menos en otra época). Ser una profesional universitaria de 27 años con trabajo y perspectivas de crecimiento como bioquímica y como entrenadora en un gimnasio. Pero se lo dijo.
Este jueves 28 será su último día de trabajo en el laboratorio del Sanatorio Diagnóstico. También será el último de su vida rutinaria. Tardó un mes y medio para contarle a su jefa que renunció para comprarse un pasaje de avión a Europa, luego una bicicleta, y recorrer durante 8 meses la inhóspita ruta de la seda que recorrió Marco Polo en el siglo XIII, hasta China. Ese era el sueño que alguna vez le había contado su amigo "Erique". Él todavía no pudo concretarlo. Ella se lo robó.
Ivana Lovatto diagramó su plan como el profesor en La Casa de Papel. Nada librado al azar. Cero improvisación. O al menos eso parece. Primero abandonó el departamento que habitaba en Santa Fe. El 30 de noviembre se le venció el contrato de alquiler y se fue con una mochila a cuestas y sus dos amores: la amarillita y la roja. Sus bicicletas. Se fue a vivir de prestado a lo de su amiga Micaela hasta el próximo viernes 8 de marzo, día fijado para el inicio de su expedición, el día de la mujer.
Antes Ivana vendió varias de sus pertenencias y guardó el resto en lo de un amigo al que le indicó que en caso de ser necesario las vaya ofreciendo para enviarle el dinero. Más tarde investigó la ruta, se entrenó duro, compró ropa adecuada, fabricó alforjas, buscó sponsors y, obsesionada, le tocó timbre al bicicletero Raúl Azarloza para trabajar todas las tardes durante 6 meses gratis en su taller: quería aprender a reparar su rodado. Además de enseñarle todo, su ahora amigo Raúl la ayudó a comprender qué tipo de rodado precisará. Un cuadro de acero —“que se pueda soldar”, cuenta ella apasionada—, al que le cargará sus 63 kg más otros 60 kg de equipaje; manillar de carrera; frenos, transmisión y cambios básicos, para conseguir repuestos y poder repararlos con facilidad. Pero faltaba lo más importante.
Así que tomó el colectivo que la llevó a su pueblo natal cerca de Alejandra, en el departamento San Javier. Debía hablar con sus padres. Lo primero que hizo al llegar a su casa paterna en la colonia rural Los Corralitos fue contarle Natasha. Su hermana de 13 años guardó el secreto llena de tierna complicidad. “Andate y se feliz”, le dijo. Por entonces “Kito” olfateaba que algo raro andaba pasando. Ivana le hizo entender entonces a su madre que era aquello que la angustiaba. En cambio con su padre fue más fácil. Iván le enseñó a andar en bicicleta desde pequeña cuando zarpaban juntos en canoa a pasar los días y noches inolvidables con carpa y caña de pescar en la isla. Padre e hija contemplaban las estrellas bajo el mosquitero abrazados en una bolsa de dormir. De él heredó su ADN aventurero y expedicionario. “¿Dónde vas a arrancar?”, le preguntó papá.
La ruta de la seda va de Venecia (Italia) a Xhian (China). Pero Ivana volará hasta Barcelona (España) donde comprará su nueva bicicleta y comenzará su expedición en dos ruedas. “Con atravesar el Desierto de los Pamires estoy satisfecha”, dice. Eso es en Tayikistán. Serán casi 8 mil km. Ocho meses pedaleando en condiciones climáticas de extremo frío y calor por rutas desconocidas, con 6 litros de agua por día, un calentador para cocinar y una carpa para dormir a escondidas, porque está prohibido acampar. “Me voy como quien sueña con tirarse en paracaídas”, dice Ivana. “Son esos sueños que uno siempre dice ‘algún día lo voy a hacer’, hasta que ese día llega. Es cuando te preguntás ¿por qué no voy?, ¿qué me falta? Nada, sólo ovarios”. Primero soñó con viajar por Latinoamérica. Luego mudó su viaje a Europa y Asia “porque es más seguro”. Al preguntarle por qué viaja sola, Ivana desafía: “¿Vos querés venir conmigo? (silencio). Nadie está dispuesto a despojarse de todo”.
Yendo en bici, para colaborar
Ivana Lovatto necesita ayuda para solventar los gastos de su viaje. Su amigo Pablo le regaló un sitio en Internet en el que cuenta su proyecto y donde se pueden realizarse donaciones: yendoenbici.com.ar