Desde su estreno en 2014, la versión santafesina de la obra teatral “Finlandia” que delineó el Grupo Finisterre mereció elogios. No sólo por la precisión y sutileza de su autor, Ricardo Monti, a la hora de acudir a la metáfora para aludir a problemáticas atemporales como el abuso de poder, sino por la profundidad de la puesta, los múltiples riesgos artísticos que asumieron sus realizadores y la intensidad del trabajo del cuarteto de actores. Lo cierto es que la obra dirigida por Marina Vázquez, con asistencia de Solange Vetcher y Cecilia Mazzetti, tras un recorrido de casi un lustro, retornará a los escenarios locales a través de dos funciones, que tendrán lugar los domingos 7 y 14 de abril, a las 20, en el íntimo espacio de la Sala Foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457).
Cabe evocar mínimamente el argumento: en un tiempo y espacio indefinidos un militar llamado Beltrami aguarda la batalla, mientras debe decidir la suerte de una pareja de enamorados que ha escandalizado al país. Pero estas palabras no alcanzan a sintetizar una propuesta escénica cargada de metáforas, cuyo itinerario arrancó en 2012 cuando Marina Vázquez y Solange Vetcher empezaron a indagar en la dramaturgia de Ricardo Monti.
“Empezamos a buscar porque tenía la intuición de montar una obra suya. Admiro desde hace muchos años a este gran maestro de la dramaturgia argentina. Lo conozco personalmente. No lo frecuento porque es una persona muy sensible y de perfil bajísimo. Pero las pocas ocasiones que he tenido oportunidad de estar con él, fueron fundamentales para mí”, confió Vázquez.
Como la pretensión inicial era trabajar un texto de dimensión poético-política, hallaron entre los textos de Monti uno titulado “Una pasión sudamericana”, que es el antecedente de “Finlandia”. “Nos pareció un título maravilloso, una historia apasionante, pero un tanto operística para nuestros deseos de puesta en escena. Y luego encontramos ‘Finlandia’, una reescritura del propio Ricardo Monti a partir de ‘Una pasión sudamericana’, donde él deja el hueso de la obra anterior, la limpia, achica la cantidad de personajes y sintetiza las acciones”, contó Marina.
Tras esa labor, se conformó el equipo: Rubén Von der Thüsen, Hernán Rosa, Flavia Del Rosso y Cristian Buffa, como sus intérpretes, y Federico Toobe, Lucas Ruscitti, Eugenia Toranzo, Agustín Falco, Luciano Pinto y Sebastián Zunino. “La producción general es del grupo Finisterre, que tomó ese nombre simplemente en alusión a esta frontera de todas las cosas donde sucede la acción de la obra. Es un nombre que tiene un aire mítico”, explicó la directora.
El equipo trabajó durante un año, estrenó en 2014, realizó funciones en Santa Fe y luego resultó seleccionada por concurso para representar a Santa Fe en el ciclo teatro del país realizado en el Cervantes. En 2016 y 2017 realizaron giras con los proyectos del programa Escena Santafesina, tanto a nivel provincial como regional. “Y ahora vamos a emprender, también dentro de Escena Santafesina una gira nacional, es decir que vamos a hacer la obra fuera de los límites de la provincia. Aprovechando esto, vamos a hacer las funciones en Santa Fe”, detalló Marina Vázquez en diálogo con El Litoral.
—Algo que llama la atención de la obra es que está siempre vigente.
—Es que metaforiza sobre la historia y el presente. Es un gran logro de Ricardo por la capacidad metafórica que tienen sus textos. El, como dice Dubatti, es una especie de místico. Místico agnóstico, de alguna manera. Místico para la creación, trabaja por iluminaciones. Parte entonces de imágenes visuales candentes, a las cuales va interrogando, abriendo, complejizando y problematizando, generando universos. Como es un hombre que vive de alguna manera en el presente, en el mundo real, pero también en una dimensión literaria, en un punto, sus obras atraviesan por las huellas de los místicos españoles, de las líneas de textos eróticos que aparecen en las Sagradas Escrituras, en los pasajes de David, en la Divina Comedia del Dante.
—Hay un montón de intertextualidades. Y cada espectador puede orientarla hacia su propia mirada.
—Pero para todos es aprovechable, incluso para los que no tienen ese plafón de lectura. En todo caso, son bellas imágenes con las que se encuentra por primera vez. Después la obra tiene una cosa clave que tiene que ver con los personajes de los Mezzoggiorno. Por eso yo elegí dos actores que tienen una afinidad corporal y física. Además el propio Ricardo Monti, que vio la puesta, destacó el riesgo que toma el trabajo, porque extrema la propuesta de su texto, y le parecieron fantásticos los trabajos actorales.
—Eso es algo que sobresale mucho. Se nota que los actores disfrutan, pero también se observa que los personajes les ofrecen a los actores una gran variedad de registros.
—La obra tiene una cosa shakespereana por momentos. En esa tensión entre lo bajo y lo alto. Casi lo pornográfico y lo sutil o elevado. Esas reflexiones sobre el poder que sacuden tanto. Esas son las que me parece que metaforizan más en cada momento. Son los significantes que uno va llenando con los significados coetáneos en el momento en que ve la obra. Y siempre es pertinente, o cada vez más, en el mundo en que vivimos. Otro intertexto que tiene que ver con “Camila” de María Luisa Bemberg. Para algunos, el personaje de Beltrami es Rosas directamente y no ven otra cosa. A veces, la lectura del público es así. Nosotros intentamos que sea un hombre poderoso como Rosas, más otros. Pero esa anécdota de Camila y Ladislao interactúa aquí. Pero habría que dejar que volara la metáfora. Eso era lo que queríamos, que no se aplastara a un solo significado. Que la metáfora fuera polisémica. Y por eso la obra está ambientada en la frontera de todas las cosas, donde un hombre toma para sí mismo el mandato de autoridad.
—Así que las expectativas son muy grandes para esta reposición.
—Son muy grandes y muy lindas. Hay mucha gente que ha dicho que la va a ver otra vez. Y hay muchos chicos de la Escuela de Teatro que no la han podido ver. Ya es una cohorte completa de alumnos que no ha tenido el gusto de compartir con nosotros o nosotros con ellos. Es un público juvenil que es interesante. Y hay mucho público adulto que no se acercó todavía a verla.
—Además lo que tiene esta obra es que la gente puede asistir por diversas cuestiones. Por el autor, el tipo de puesta o incluso por los actores. Cada uno de ellos tiene como un aura particular y un poder de convocatoria.
—Tienen público que los sigue y acompaña. Ojalá sean más funciones. Por ahora son éstas, porque las agendas de cada uno están muy cubiertas con otros trabajos. Así que invitamos a la gente para que aproveche estas presentaciones.