Roberto Schneider
Roberto Schneider
La italiana Gigliola Cinquetti canta “El Bimbo” mientras el personaje de Susana Schvartz se presenta al espectador. Se advierte que ella es ansiosa, un tanto insegura. No recorre la pantalla de su celular, le pega fuerte para que funcione. El mítico Fra Noi, cantado por Iva Zanicchi, es el vehículo para que aparezca en escena el personaje de Marcela Cataldo. Es la “superada” de las dos; la que vivió en París. Se le nota: ropa y cabellos cuidados y hasta un decir casi como con una papa en la boca. La música es también protagonista de “Amigas”, la exquisita obra de Omar Jacquier presentada en la Sala Marechal del Teatro Municipal. “Who will take my dreams away”, de Marianne Faithfull (para un emblemático juego de manos); “Ne me quitte pas” (para un monólogo de vacío existencial de uno de los personajes y “Los pájaros perdidos”, de Rosana Falasca, la ídola homenajeada durante buena parte en el montaje.
El tiempo ha pasado para las dos protagonistas. Deciden verse luego de veinticinco años de haber concluido el secundario. La suma de experiencias y vivencias les permite, de algún modo, sospechar que el futuro ya no guarda muchas sorpresas. El panorama del presente se tiñe con ciertos matices de soledad, tristeza y algo de agobio. Por momentos parecieran casi como dos seres invisibles, fáciles de desplazar de los afectos y de la atención que se merecen. De la situación que transitan, ambas guardan distintos sentimientos. En un caso cierto estado de culpa y en otro el rencor que asoma sin pedir permiso. Estas características señalan una oposición, que se ve acentuada por la descripción de cada personaje que se va agregando.
Es muy rica la situación que plantea en su primera obra como dramaturgo Omar Jacquier y el planteo que desarrolla a partir del encuentro de estas dos mujeres, igualitas en su soledad y con apetito de varón. La obra se enriquece por un diálogo que permite definir la psicología de ambas mujeres y que encuentra su respaldo en la acción dramática. El autor demuestra su profundo conocimiento del mundo complejo de las protagonistas unidas por un destino común. La poetización de estos personajes se opera a partir de una intensificación emocional. Compiten entre ellas y hablan del pretérito, del amor, también polemizan, se burlan. Así, la pieza es como un canto a la vida, sin tapujos y a partir del aprovechamiento de todos los vínculos posibles.
Desde la dirección del espectáculo, Jacquier encuentra dos intérpretes ideales para sus dos personajes. Susana Schvartz enriquece su rol a partir de una entrega absoluta, caracterizada por altas dosis de verdad actoral. La actuación de Marcela Cataldo produce una grata sorpresa. Se muestra con una fuerte presencia y está muy cómoda jugando a crear un personaje que le cae como anillo al dedo. Su creación la convierte en una sólida oponente de la coprotagonista. Ambas juegan de manera divertida a componer sus respectivos roles y así el espectáculo gana en calidad y se disfruta a partir de un humor de buen gusto, que se agradece. Son muy buenas las luces de Edgardo Dib y el maquillaje de Chichí Cataldo.
“Amigas” es un muy buen vehículo para disfrutar del trabajo de un joven dramaturgo y de dos actrices entrañables, que otorgan a sus personajes las necesarias dosis de rebeldía, de ternura y de comprensión. Todo puesto al servicio de un tema apasionante, el ser humano. Y porque, finalmente, queda flotando en la platea el primero y último sentido de la vida, el de la libertad.