Las clínicas y sanatorios están atravesando una situación “muy angustiante”, reconocieron sus referentes en diálogo con El Litoral. Para graficarla, explicaron que “los sanatorios son como una casa gigante: por ejemplo, tenemos 100 pacientes y debemos darles cuatro raciones de comida y limpiar, por normas sanitarias, seis veces por día. Esto es todos los días, y se traduce en compra permanente de alimentos y artículos de limpieza. Gastamos luz como nadie porque todo nuestro equipamiento es eléctrico, y no tenemos una tarifa diferencial ni nada que se le parezca. Si bien la tenemos medida, gastamos agua en cantidades industriales; lo mismo que el gas para calefaccionar a los pacientes además de los médicos y los visitantes. O sea, en estas cosas, pero en mayor escala, es donde nos pega de lleno la inflación, como a cualquier persona en su casa”, afirmó Carlos Abraham, titular de Clínicas y Sanatorios de Santa Fe.
“Otro de nuestros grandes costos, son los salarios. Pero lo más preocupante son los insumos descartables que, indefectiblemente, son importados. Cuando la economía se desestabiliza, desaparecen, no aumentan. Hasta que todo se ordena y reaparecen con precios insólitos. Que no responden a ninguna lógica. Por ejemplo, el suero, algo que usan casi todos los pacientes: subió un 50%”, comentaron desde la entidad.
Respecto a los productos netamente importados, sobre todo implantes o implantables o sea, algo que lleva puesto la gente y lo necesita para vivir, la cosa es más seria aún. Por ejemplo, un marcapaso, un stent coronario o un clip para poner en una arteria del cerebro, todo está dolarizado y también muchas veces desaparecen del mercado. Estos productos, por lo general son adquiridos por las obras sociales. “Y caemos en una ecuación en la que me animo a decir, que en cada una de estas crisis, al no haber quién atienda estos temas, muere gente, porque hay pacientes que no pueden esperar”, aseguran.
Más allá de estas realidades, al día de hoy, la atención es normal, no hay faltante de nada, pero porque se trabaja todo en base al stock que tiene cada clínica o sanatorio. Lo que no hacen es comprar nada nuevo, esperando a que la situación se estabilice.
El otro problema que plantean desde la institución para las próximas semanas, dependiendo de lo que pase, es que no pueden trasladar a precios estos aumentos en los costos. Es decir: no le cobran a los pacientes, a excepción de algunos particulares, que son los menos. Desde Clínicas y Sanatorios, negocian directamente con los seguros, con las obras sociales, que son los financiadores del sector.
En el sector, confiaron, se dejó de invertir desde hace un tiempo. Más precisamente en diciembre del año 2017, en la anterior escapada del dólar, donde tuvieron que suspender la compra de equipamientos médicos de primera calidad. La crisis de los últimos dos años está provocando una desinversión brutal en el sector, y a la larga, esto repercute en la salud de la gente, calificaron.
En el hospital José María Cullen, desde el punto de vista médico, no hay falta de prótesis o insumos tipo stent o válvulas. Pero sí hay bastantes inconvenientes con determinados puntos de algunas licitaciones, que se dan de baja porque termina siendo imposible la entrega. Eso implica hacer toda la gestión de nuevo, comentaron fuentes oficiales.