Desde 2014 dirige el Servicio Meteorológico Nacional, y desde 2018 ocupa la vicepresidencia de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Es Lic. en Ciencias Meteorológicas y Doctora en Ciencias de la Atmósfera y es la primera mujer en ocupar un cargo en la entidad global más importante en cuestiones de clima. Su nombre: Celeste Saulo.
Estuvo en la ciudad para participar del seminario internacional “Integrando el conocimiento del Cambio Global a los procesos de toma de decisiones en la Cuenca del Plata: un enfoque transdisciplinario”, que organiza el Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (Cevarcam) y la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL. Y en ese marco dialogó con El Litoral.
Conciente del gran interés que despierta la información meteorológica que brindan, explicó por qué, a pesar de los grandes avances tecnológicos, los pronósticos no son perfectos. Se hizo cargo de las quejas de los ciudadanos cuando erran, pero aseguró que “han mejorado” y aclaró que “siempre hay un grado de impredictibilidad”. Además planteó su preocupación por el cambio climático y las escasas medidas para revertirlo. Y brindó una proyección climática para la próxima primavera.
— En 2014 te convertiste en la primera mujer en ser presidenta del Servicio Meteorológico Nacional, un espacio que tenía una fuerte impronta militar, e iniciaste un camino para abrirlo a la comunidad y poner el foco en que la información que generan le pueda servir a los ciudadanos ¿Cuáles son los ejes de ese trabajo y como lo están haciendo?
— Fue un gran desafío y se hace convenciendo a todo el Servicio Meteorológico Nacional que era muy importante incrementar nuestro vínculo con la sociedad. Estábamos un poco acostumbrados a que la metereología ofrezca la información y que el público la obtenga y en realidad el concepto está cambiando muchísimo porque los servicios están ahora centrados en los usuarios, no en la información. Eso implica un cambio de paradigma, donde tenemos que pensar qué necesita el usuario, cómo necesita la información y, a partir de ahí, ver qué le vas a dar y cómo. Ese cambio cultural lo tuvimos que hacer todos los meteorólogos, y lleva tiempo pero trae enormes satisfacciones cuando se logra.
— Es que a la gente le interesa muchísimo la información meteorológica.
— Sí, la tiene incorporada a su vida cotidiana y lo que tenemos que hacer ahora es lograr que la información pase esa barrera de que solo se use para curiosidad o para lo cotidiano y empezar a meterla en la actividad productiva. Siempre digo que la meteorología genera recursos, así que tenemos que usarla para generar recursos. Esto nos está faltando trabajar un poco más.
—En esto de abrir caminos, sos también la primera vicepresidenta mujer de la Organización Meteorológica Mundial. ¿De qué se ocupa este organismo internacional?
— Es la agencia de la Naciones Unidas especializada en los temas que tiene que ver con el tiempo, el clima y el agua y congrega a 193 países miembros. Es el foro mundial donde se discuten las políticas en materia de qué vamos a hacer, cómo vamos a compartir información, cómo van a evolucionar los pronósticos, cómo vamos a apalancar la ciencia y la generación de servicios, qué servicios están necesitando las comunidades, cómo hacer para que las buenas prácticas que tienen los países más desarrollados se puedan trasladar y adaptar a los menos desarrollados. Es una agenda muy rica, muy interesante, y por supuesto, es relevante participar porque es la manera de mantener la disciplina en sintonía con la actualidad, con lo necesario, y con hacia donde va el mundo.
— Dijiste “compartir información”, y teniendo en cuenta que el clima no reconoce fronteras políticas, ¿por qué es tan importante compartir información entre los países?
— Las fronteras de la atmósfera literalmente no existen, nos ocupamos de un fluido que no tiene límites físicos. Por supuesto, los países tienen límites políticos y hay que respetarlos, pero creo que la meteorología fue una de las disciplinas que más tempranamente entendió que los límites físicos y los de la atmósfera no tenían nada que ver y era importante intercambiar información. Un ejemplo para América del Sur: la mayoría de nuestros frentes fríos ingresan al cono sur, justamente, por el sur - suroeste, van a afectar Chile, la Patagonia, se van a desplazar en el sentido suroeste/noreste, van a afectar Uruguay, Paraguay, sur de Brasil y, eventualmente, ahí van a decaer, eso es lo que le pasa a la mayoría de los sistemas frontales. Ahora, si nosotros no compartiéramos información, cómo haríamos para saber qué está pasando y cómo está evolucionando. Este es un ejemplo sencillo de por qué es importante compartir información. Otro más complejo, es el fenómeno del Niño, el calentamiento de la superficie del océano pacífico y sus impactos en América del Sur, si no compartiéramos información no sería posible analizar y entender estos fenómenos.
Tenés que leerCómo va a estar el clima esta primavera— Desde la Teoría del Caos, que concluye que la atmósfera es un caos imposible de predecir, hasta ahora ¿qué ha cambiado a la hora de hacer pronósticos? ¿en qué han avanzado?
— Es un marco teórico rotundo, que la atmósfera es un sistema caótico no veo que lo vayamos a poder resolver de ninguna manera. Lo que sí vamos a poder hacer, y estamos haciendo, es ver cómo se trabaja con la incertidumbre, asumiendo que es un sistema que tiene incertidumbre y que los pronósticos no son perfectos qué podemos hacer para que los usuarios aprovechen al máximo la información que les podemos dar. Desde que allá por los años ‘60, ‘66, se anuncia la Teoría del Caos y se identifica a la atmósfera como un sistema caótico, se produjeron grandes avances. Por ejemplo, en los primeros estudios teóricos se pensaba que el límite de predictibilidad era dos semanas; hoy sabemos que no es así necesariamente, que hay fenómenos que son muy predictibles más allá de las dos semanas, y hay otros que son altamente impredictibles, mucho menos que ese tiempo.
— Un tornado o una tormenta severa, que puede ser cuestión de minutos entre que se forman e impactan, estamos hablando de 15-30 minutos. En esa escala de tiempo el grado de predictibilidad es muy bajo. Entonces debemos informar a la población de qué se puede esperar de la meteorología para tomar mejores decisiones y ahí creo que está la fortaleza, en la medida en que uno entiende hasta dónde se puede llegar y cómo.
— Mucha gente se queja de que el pronóstico es errado. ¿Acertar un pronóstico es el karma del meteorólogo?
— Sí, de alguna manera es un karma, es todo un desafío. Creo que somos un poco maltratados porque cuando las cosas salen mal la memoria es muy fuerte, y cuando salen bien, la memoria rápidamente olvida, si tenías una fiesta y creías que no iba a llover y llueve, no te lo vas a olvidar más; y si no llovió, el pronóstico no va a ser lo que te vas a acordar, te vas acordar de la fiesta. Está demostrado que los pronósticos han mejorado y lo siguen haciendo pero siempre dentro de estos márgenes, sabiendo que hay un grado de impredictibilidad. Por eso estamos volcándonos fuertemente a la idea de que el ciudadano comprenda las probabilidades ¿Qué es la probabilidad de ocurrencia? Cuando uno dice ‘hay un 50% de probabilidades de lluvia’. ¿Está dando información valiosa? Y la realidad es que no tiramos una moneda y decimos va a llover o no, no es que nos lavamos las manos, porque si nos fijamos en Santa Fe, en invierno, no llueve un día sí y un día no. Dar una probabilidad de ocurrencia del 50% es darte mucha información, mucho más de lo que vos sabés, porque en realidad en Santa Fe la probabilidad de lluvia en invierno debe ser de un 15%. Entonces tenemos que enseñar cuán importante es saber hacer uso de un pronóstico de probabilidades, y esto va a hacer un avance importante el día que lo capitalicemos.
— ¿Cómo se hace un pronóstico?, hay variables tradicionales y desde hace tiempo también están las imágenes satelitales.
— El pronóstico se hace una vez que hiciste un diagnóstico, es decir, las imágenes satelitales muestran el estado de la atmósfera en un momento dado, cuando está esa imagen disponible. En ese mismo momento también tenemos muchos puntos en el mundo realizando observaciones, radares, y miles de dispositivos que hoy están dando muchos datos de cómo está la atmósfera en este momento.
— Desde la teoría del caos hasta la actualidad, la tecnología ha avanzado muchísimo y eso es de gran ayuda...
—Muchísimo. Y para la meteorología ha sido fundamental, todos los sistemas de sensores remoto, satélites y radares han sumado de una manera increíble. Entonces cuando tenés la foto de cómo está la atmósfera ahora, querés saber cómo va a estar dentro de 10 minutos, de tres días o de dos semanas. ¿Cómo lo hacés? Ahí aparece el conocimiento de la física de la atmósfera, que no la conocemos perfectamente y esto es otra fuente de incertidumbre, pero se plasma en un montón de ecuaciones que hay que resolver y que permiten saber cómo va a estar la atmósfera. Entonces un pronóstico se hace resolviendo esas ecuaciones y obteniendo el estado de la atmósfera en un momento futuro. Ahora, si digo eso, lo que va a pasar es que solo usuarios expertos van a poder comprender lo que resulta de estos modelos, entonces ahí viene el rol de los pronosticadores capaces de captar la información que se obtiene de estos sistemas de pronósticos e interpretarlas y dar un producto que la sociedad en su conjunto comprenda, y el tomador de decisiones también. Pensar en el usuario, no es lo mismo quien va a decidir cómo se va a vestir hoy, que quien decide si va a fumigar un campo o no, o si genera energía eólica o cómo va a andar su producción de energía solar. Son todos usuarios diferentes, que necesitan básicamente los mismos datos, sin embargo necesitan manejar la información de otra manera.
— Así como a veces la gente dice ‘le erraron otra vez’, cuando tiene que viajar suele mirar el pronóstico extendido para ver cómo va a estar la temperatura en la localidad que visita, y ahí sí suelen acertar.
— Porque la temperatura responde a sistemas de mayor escala, tienen un grado de predictibilidad mayor, entonces el grado de acierto es alto, también la percepción nos ayuda a darnos cuenta de eso, podés estar a pocos kilómetros y la temperatura no va a variar tanto. La lluvia es muy diferente y puede cambiar de un barrio a otro, un vecino que está a 15 cuadras te dice que no cayó ni una gota, y a vos sí. Entonces la pregunta que aparece es: ¿el pronóstico fue certero? Para nosotros sí porque damos un pronóstico de lluvia que debería ser representativo para un área, y si en algún punto se produjo lluvia es un acierto por más que el ciudadano perciba que no lo es. Es imposible satisfacer a ese nivel de detalle todas las percepciones.