El Admiral Graf Spee, considerado el orgullo de la marina nazi, fue hundido por su capitán Hans Langsdorff frente a las costas de Montevideo el 17 de diciembre de 1939, tras protagonizar la batalla del Río de la Plata con tres barcos británicos en la Segunda Guerra Mundial.
"Es incalculable el daño que este individuo ha causado a la imagen militar de Alemania", dijo el dictador alemán, Adolf Hitler, según el libro "La caída de los dioses", del historiador español David Solar.
El barco era un "acorazado de bolsillo" debido a las dimensiones que los Aliados les habían impuesto a los alemanes tras la firma del Tratado de Versalles (1914-1918), al finalizar la Primera Guerra Mundial.
Sin embargo, los nazis le habían hecho algunas innovaciones, entre ellas un hidroavión que no pudo ser utilizado en la batalla del Río de la Plata. Tenía también un casco innovador sobre el que se instalaron armas de grueso calibre.
La noticia del hundimiento se conoció en Berlín a las 20.50 (16.50 de la Argentina). Según el historiador Solar, Hitler sufrió tal "berrinche" que después durmió poco y mal, y amaneció con un humor espantoso que empeoraría a medida que se conocían nuevos detalles del célebre buque.
En los primeros seis meses de guerra, entre septiembre de 1939 y febrero de 1940, los alemanes hundieron más de 400 barcos, con un registro de más de un millón de toneladas, provocados por la acción de los submarinos y la colocación de minas.
En aquellos días, el Graf Spee permaneció tres meses en el mar, causando enormes pérdidas a los mercantes franco-británico, hasta que fue perseguido en el Río de la Plata, donde se enfrentó a los cruceros británicos Exeter, Ajax y Achilles, el 13 de diciembre de 1939.
Precisamente, estas naves formaban parte de un grupo de 23 barcos distribuidos por el Almirantazgo británico para darle caza.
Al ver los tres barcos, el capitán Langsdorff decidió atacar, generándose una gran batalla que dejó más de un centenar de muertos entre ambos bandos (68 en los Aliados y 36 en los alemanes), según un informe del diario El País, de Montevideo.
También hubo muchos heridos, entre ellos el propio Langsdorff.
Según las crónicas de la época, muchos se preguntaban por qué el capitán del Spee no ordenó hundir el Exeter, ya que prácticamente se encontraba fuera de combate, tras sufrir más de 60 bajas entre muertos y heridos.
Después de algunas horas de incertidumbre, el Graf Spee se dirigió a la costa uruguaya, perseguido por el Achilles y el Ajax, intercambiando algunos disparos.
Finalmente, el legendario barco alemán se dirigió al puerto de Montevideo, sin dar aviso a las autoridades uruguayas, tras sufrir diversas averías durante la batalla del Río de la Plata.
El capitán Langsdorff ordenó que se bajaran los ataúdes de los marinos, envueltos en la bandera nazi, y pidió que se diera asistencia médica a los heridos.
Poco después desembarcaron los oficiales y la tripulación de los mercantes hundidos por el Spee, que recuperaron su libertad tras ser retenidos como prisioneros.
Mientras tanto, los cruceros Ajax y Achiles esperaban al Spee, mientras se aseguraba que Londres enviaría refuerzos a la zona.
Tras consultar con sus mandos superiores en Berlín, Langsdorff decidió hundir el Graf Spee para no arriesgar la vida de su tripulación, que fue recogida luego por un remolcador argentino y llevada a Buenos Aires.
El 20 de diciembre de 1939, vestido con su uniforme de gala y envuelto en la bandera de combate del buque, el capitán alemán se suicidó de un disparo en la habitación de un hotel en Buenos Aires.
Muchos creen que siguió estrictas órdenes de Berlín. Pero otros lo critican por haber atacado a tres barcos simultáneamente. Probablemente, Hitler nunca lo perdonó.