"Corazón valiente", película dirigida y protagonizada por Mel Gibson, se estrenó en mayo de 1995 y arrasó en las taquillas del todo el planeta. Recuperó el espíritu de las viejas películas de aventuras medievales, añadió feroces batallas, amores y traiciones que cautivaron al público. Ganó cinco Oscar y un lugar en la historia.
Paramount Pictures / Icon Productions / Ladd Company Caracterizado como rebelde escocés del siglo XIV, Mel Gibson hizo uno de sus papeles más conocidos.
Al promediar los ‘90, Mel Gibson era una estrella. Tres entregas de “Mad Max” y otras tres de “Arma mortal” habían bastado para convertirlo en uno de los actores más requeridos del cine comercial de Hollywood, capaz de atraer con su nombre y apellido a públicos heterogéneos de cualquier latitud. Sin dejar de explotar el enorme potencial derivado de su carisma, Gibson se arriesgó y se largó a dirigir. En 1993 lo hizo modestamente con “El hombre sin rostro”, melodrama sobre la relación que se establece entre un niño conflictivo y un profesor cuyo rostro quedó desfigurado tras un accidente. Pero en su siguiente película, sorpresivamente, viró hacia la superproducción épica y rodó “Corazón valiente”, una especie de biopic que pondera la lucha de un rebelde escocés contra el yugo británico en el siglo XIV. Film que se estrenó el 18 de mayo de 1995 en el Festival Internacional de Seattle, hace justo 25 años, resultó un éxito arrollador, ganó el Oscar y renovó el interés de los espectadores por los filmes históricos de aventuras.
La efectividad de “Corazón valiente” no radica en la precisión del contexto histórico (de hecho, el guionista Randall Wallace, en su debut en ese rol, tuerce numerosos hechos para afinar así el impacto y la intensidad del argumento) ni en la complejidad de sus personajes. Para eso, cabe revisar “Rob Roy”, protagonizada el mismo año por Liam Neeson. Está dada más bien en la capacidad de Gibson para mezclar todos los ingredientes y lograr un espectáculo mayúsculo: hay secuencias de acción de estremecedor realismo, un par de historias de amor que sirven como contrapunto, un villano bien construido, una banda sonora lograda a cargo de James Horner que resalta el tinte heroico de las acciones del protagonista y unos escenarios naturales bellísimos. Todo ajustado para que los espectadores disfruten a lo grande.
Actores
Aunque el director se reserva el personaje principal y lo desarrolla con aplomo, el bien seleccionado reparto es otro logro de “Corazón valiente”. Patrick McGoohan sobresale en el papel del corrupto monarca inglés Eduardo I, Brian Cox tiene un rol pequeño pero trascendente como Argyle, tío de Wallace y Brendan Gleeson logra una buena química con Gibson en los momentos en que el guión distiende al espectador con algunos toques de humor. El plantel femenino ocupa un lugar menor en metraje, pero sustancial para el desarrollo de la trama y tanto Catherine McCormack como Sophie Marceau están soberbias en sus respectivos trabajos, en especial la primera. Cuentan que Sean Connery tuvo que rechazar el papel del rey Roberto I, debido a que estaba en pleno rodaje de “Causa Justa” (1995). A la luz de sus interpretaciones en “Highlander” (1986) y “El primer caballero” (1995), hubiera otorgado más jerarquía al film.
Influencias
Inspirada en un poema épico que relata las hazañas de un patriota escocés llamado William Wallace, “Corazón valiente” recuperó la esencia de los viejos filmes de “capa y espada” que en los ‘40 y los ‘50 ocuparon un espacio importante en las carteleras del cine de Hollywood, aunque le otorga un tono más sombrío. Es posible rastrear entre sus influencias películas como “The Flame and the Arrow” (1950), con Burt Lancaster y Virginia Mayo, “Scaramouche” (1952) gestada por la Metro-Goldwyn-Mayer, “Anne of the Indies” (1951) dirigida por Jacques Tourneur y “The Crimson Pirate” (1952) de Robert Siodmak, también con Burt Lancaster. Pero Gibson le da un toque único, renovado y personal.
A pesar de que se asienta sobre varios convencionalismos y de que posee un final algo efectista, la película tiene sabor a clásico. Y conserva toda su energía a un cuarto de siglo de su llegada a los cines.