Malamud: "El agujero en el zapato del federalismo argentino es la provincia de Buenos Aires"
El politólogo propuso una reforma que la divida, porque su tamaño y población desequilibran el funcionamiento del país.
Guillermo Di Salvatore / Archivo Los porteños que nos gobiernan no saben que hay país detrás de la General Paz. Un ejemplo. Hay 3 ministros para 22 provincias que no son Buenos Aires.
El politólogo Andrés Malamud sacó tres conclusiones de la semana que pasó. “En primer término, Argentina se confirma como una sociedad pretoriana que, como decía Samuel Hungtinton, es lo contrario a una institucionalizada. Las instituciones canalizan los conflictos y los arbitran. Cuando no hay instituciones respetadas, entonces cada actor se maneja con las armas que posee. Los estudiantes toman universidades, los empresarios hacen lock out, los sindicatos huelgas, y los militares y fuerzas de seguridad toman cuarteles o rodean casas de gobierno”, ilustró.
“La segunda es que la provincia de Buenos Aires es profundamente disfuncional. Esto es estructural, independientemente de la incompetencia del gobernador de turno. Cuando la policía bonaerense, que tiene 90 mil efectivos contra 70 mil que tienen en total las Fuerzas Armadas, decide que quiere un aumento de sueldo rodea la casa presidencial, no la del gobernador, lo que demuestra que no hay de autoridad en la provincia. Buenos Aires es un gigante descerebrado, un trapo de piso de los poderes nacionales. Pero cuando se enojan los bonaerenses desestabilizan los poderes nacionales. Y la tercera demuestra que este es un gobierno de profesionales de la improvisación. No tienen planes, se jactan de no tenerlos y lo que hacen es emparchar sobre la marcha”, completó.
Malamud es licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctorado en el Instituto Universitario Europeo. Es investigador principal en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa. De tradición radical, es un activo participante en el debate público argentino tanto desde los medios de comunicación como desde su cuenta de twitter.
-Cuando asumió, el gobierno fijó como prioridad arreglar con los bonistas para después impulsar su programa de gobierno. Pero en el medio sucedió la pandemia. Ahora que acordó ¿creés que lo va a poner en marcha?
-El gobierno heredó un problema con la deuda y le cayó encima una pandemia. El arreglo de la deuda era fundamental. Sin eso nos hundíamos. Pero está lejos de ser suficiente, con eso solo no alcanza, así que podemos hundirnos igual. Pero podemos flotar. El gobierno tiene que demostrar ahora que tiene capacidad de flotar, que es lo que todavía no ha conseguido.
-Al gobierno a veces parece faltarle gestión política. Por ejemplo el conflicto en Buenos Aires se le fue de las manos, cuando era previsible y estaban avisados.
-Es un problema de gestión evidente, pero también de información o quizás de comprensión. ¿Qué no comprendió el gobierno? Que la policía de la provincia de Buenos Aires vive en el delito, que la cuarentena se lo quitó y por lo tanto limitó su financiamiento. Esto es lo que viene en Argentina y en América Latina. Un mundo cada vez más ilícito. En todo Occidente va a haber más Estado respecto al Mercado. En América Latina la ecuación va ser la misma con menos Estado respecto a los mercados ilegales, que ya eran grandes y van a crecer. Lo que viene no solo es más evasión impositiva sino más narcotráfico, contrabando y corrupción estructural. Y esto es lo que el gobierno no diagnostica, porque sigue pensando en fórmulas viejas, en términos de estado y de mercado, que son dos cosas distintas al crimen transnacional.
-Si bien cuando asumió Alberto Fernández dijo que el gobierno iba a estar integrado por un presidente y 24 gobernadores, desde el interior muchas veces percibimos que es de 40 manzanas, con una agenda muy porteña.
- Puede ser un error político, porque hay muchos votantes en el interior; puede ser estratégico porque Argentina no se desarrolla sin el interior. Pero es por sobre todas las cosas un problema cognitivo. Los porteños que nos gobiernan no saben que hay país detrás de la General Paz. Un ejemplo. Hay 29 miembros del gobierno nacional, 26 son de Buenos Aires y Capital, 2 de Santa Fe y 1 de Chaco. Hay 3 ministros para 22 provincias que no son Buenos Aires. No tienen al país en la cabeza ¿como lo van a tener en los planes?
“¿Qué no comprendió el gobierno? Que la policía de la provincia de Buenos Aires vive en el delito, que la cuarentena se lo quitó y por lo tanto limitó su financiamiento”.
-Las conclusiones de la conferencia de prensa de Rodríguez Larreta del viernes también están cruzadas por esta concepción de la política. Nacionalizaron un tema que solo corresponde al AMBA.
-Rodríguez Larreta intentó ponerse por encima de los intereses de los porteños. En este sentido hay dos elementos del discurso que son muy claros. Por un lado se refiere a los argentinos que viven en la ciudad, no a los porteños, a los argentinos que vienen a la ciudad a trabajar, comerciar, a atenderse la salud o a aprender. Y por otro lado habló de la capital de todos los argentinos. Tuvo un discurso más nacional que el presidente de la Nación. Alberto Fernández se refirió en términos transaccionales, la ciudad de la opulencia le devuelve a la provincia de la pobreza. ¿Por qué tiene sentido hablar de Larreta como líder de la oposición? Porque los dos últimos presidentes del no peronismo vinieron de la jefatura del gobierno de la ciudad. La ciudad es la plataforma en la cual la oposición al peronismo tiene a sus candidatos presidenciales.
-La eliminación del Colegio Electoral en la reforma constitucional de 1994 centralizó la disputa política al AMBA en detrimento de las provincias. Y eso nos retrotrae al siglo XIX.
-Es así. Acá los problemas son dos. El primero es que las provincias no se rebelan porque son rehenes fiscales del gobierno nacional. Las víctimas más importantes de esta situación son Santa Fe y Córdoba porque son las que tienen más población, más economía, más proximidad y más lazos históricos entre si. Falta una alianza entre ambas para reequilibrar el poder federal. Pero aún juntas, serían en población la mitad de la provincia de Buenos Aires. El agujero en el zapato del federalismo argentino es la provincia de Buenos Aires. Por ejemplo no tiene medios de comunicación propios y se informa con los de Capital. Por esta heteronomía los diarios porteños se vuelven nacionales porque en vez de informar al 10 % de la población informan al 50 %. Esto es porque no tiene otra esfera pública. La falta de estructura de la provincia de Buenos Aires es la que potencia el predominio porteño. Y finalmente los gobernadores de Buenos Aires son todos porteños puestos por el presidente, como Kicillof, Maria Eugenia Vidal, Scioli y Ruckauf. La provincia de Buenos Aires está gobernada por porteños puestos por el poder central. Esto es lo que desequilibra el federalismo.
-¿Que solución te parece la más viable para superar esta situación?
-Primero, no tiene que existir una reforma de la Constitución. Segundo, tiene que haber la menor cantidad de vetos posibles. Una fusión en el AMBA no se va a dar porque nunca van a querer juntarse. ¿Cual es el procedimiento más simple con la menor cantidad de vetos? Que la provincia de Buenos Aires ceda tierras a la Nación, como hizo hace 30 años con Carmen de Patagones, y el Congreso Nacional cree nuevas provincias en las tierras cedidas por la legislatura bonaerense. Con esto no se reforma la Constitución ni se requiere el acuerdo de ninguna otra provincia. Hay que convencer a los bonaerenses de que se van a beneficiar con la división, que van a tener 2, 3 o 4 provincias más cercanas, más pequeñas y transparentes, donde van a poder ver al gobernador caminando por la calle.
“Las provincias no se rebelan porque son rehenes fiscales del gobierno nacional. Las víctimas más importantes de esta situación son Santa Fe y Córdoba”
-Más que a los bonaerenses, hay que convencer a la dirigencia política bonaerense.
-A ellos les conviene la división, porque hoy los intendentes no llegan a gobernador y los gobernadores no llegan a presidente. La dirigencia política bonaerense es tan mediocre que no se da cuenta de que el actual orden lo perjudica en su carrera política. Si se dieran cuenta cambiarían en algo, pero tienen un nivel de mediocridad muy superior al resto del país.
-La pandemia ha permitido en Argentina el resurgir personajes vinculados a la derecha a los que no les fue bien electoralmente, libertarios sobrerrepresentados en el debate público, que han puesto en tela de juicio algunos consensos construidos a partir de 1983, como el alfonsinista, poniendo en cuestión por ejemplo a la democracia. ¿Es peligro este avance?
-Hubo consenso alfonsinista solo un año, de 1987 a 1988, desde que Cafiero se paró al lado de Alfonsin hasta que perdió la interna con Menem. Sí hubo consenso democrático. Hay ahora unos individuos que quizás son peligrosos para la democracia, pero muchos pensamos que Bussi y Rico lo eran entre 1987 y 1994. Finalmente, uno fue gobernador de Tucumán elegido por el pueblo y el otro convencional constituyente. Hoy no veo mas riesgos que entonces, estamos mejor. Ahora, si la economía se rompe la democracia empieza otra vez a ponerse en cuestión. Si la clase media baja se queda sin empleo, si van a la bancarrota las empresas y la gente tiene que salir a robar para comer, la democracia tiene más dificultades. Con la panza vacía es dificil esperar a las elecciones para resolver los problemas.
-Hay algunos actores políticos como Patricia Bullrich, otros de la derecha más dura, economistas liberales o libertarios, que han conseguido incorporar en el discurso público ideas que existían, pero eran muy marginales.
-No veo a Patricia Bullrich demasiado diferente de Sergio Berni. Y los que hablan del consenso alfonsinista, que son los intelectuales del Conicet del kirchnerismo, apenas se quejan un poquito de Berni. No lo ponen como si fueran similares. En algunos aspectos Berni es más peligroso que Bullrich porque ya ha creado su propio partido, mientras que Bullrich corre con el partido ya formado. Ella fue ministra de dos gobiernos, mas allá de que a uno no le guste lo que hizo. Respecto de los economistas, hay libertarios que están de la nuca pero el que a mi me parece el más lúcido de todos que es José Luis Espert es antifascista y lo hizo quedar como fascista a Eduardo Feinmann en una entrevista televisiva. Nos puede gustar o no pero es un liberal democràtico.
-Además participó de una elección presidencial, más allá de que no le fue bien.
-Creo que tiene chances de hacer una buena elección legislativa. Las elecciones intermedias se abren siempre y la gente prueba a votar terceros partidos. Pero una cosa es meter dos diputados y otra ser presidente. En la Capital Federal hay demanda de liberalismo, un porcentaje del electorado apoya propuestas liberales.
Guillermo Di Salvatore / Archivo
Foto: Guillermo Di Salvatore / Archivo
El mundo que viene
-Escribiste varias notas en los últimos tiempos respecto a la irrelevancia de América Latina en el orden mundial que se está gestando a partir del surgimiento de China. ¿Por que pensas que esto es así y por que crees que esto no es tan malo?
-La irrelevancia es en términos relativos. No es que no existimos, sino que somos menos relevantes que cualquier otra región del mundo porque no tenemos potencial de crecimiento ni de amenaza. Africa tiene ambos, crece mucho en población y por lo tanto podría crecer mucho en economía, pero si le va mal están al toque de Europa y con unos miles de refugiados pueden generar un tremendo problema. Nosotros tenemos menos crecimiento demográfico, económico y estamos mas lejos de los países ricos, así que no los podemos invadir con tanta facilidad. Una prueba de la irrelevancia es lo que hizo EEUU con la elección en el BID. Hay mucha gente que piensa que EEUU quiere el BID porque esta disputando geopolíticamente con China. Ese el menor de los problemas para Trump hoy. En realidad ellos tienen una visión mucho más doméstica, están satisfaciendo a su base electoral, que define las elecciones en el Estado de Florida, pero además tienen intereses para sus empresas nacionales o familiares. Van a hacer negocios, que de esto se trata la vida de Trump. Tienen un banco y puden manejarlo ¿Por qué no lo van a hacer? Tan simple como eso.
-¿Por que EEUU no está disputando con China en América Latina?
-Porque China solo entra en América Latina cuando Estados Unidos retrocede, no le pisa los callos en el patio trasero. Por supuesto que China comercia, pero ese no es un problema. Podríamos ser relevantes pasivos, es decir no participar de las mesas de negociaciones pero estar igual como parte de la comida. Pero no es el caso. La Amazonia importa por el calentamiento global, pero nadie está dispuesto a competir demasiado como está visto. Hay otras cosas valiosas pero no las compran, no precisan mandarnos los marines. Hay otros paises que necesitan garantizar ciertas seguridades geopolíticas. China necesita el mar del sur de China para que sus barcos puedan llegar a buscar el petróleo a Medio Oriente. Pero no necesita garantizar nada en América Latina. Y EEUU tampoco, salvo el perímetro de seguridad de Panamá hacia arriba. Por eso América Latina es tan irrelevante. No le ofrecemos al mundo ni promesas ni temores.
-¿Que puede cambiar para la región si Trump es reelecto o no?
-En principio, contra lo que piensan algunos latinoamericanistas, a América Latina le convienen los gobiernos republicanos porque para el comercio suelen ser más abiertos que los demócratas.. En segundo lugar, Trump fue mucho menos interventivo que los gobiernos anteriores, incluyendo a Obama. Te puede gustar o no Trump, pero en ese aspecto fue mucho más retraído, muchos menos invasivos. La negativa es que Trump no hizo nada, no genera bienes públicos ni no contribuye a la gobernanza global. En este sentido lo importante es que lo que omitió perjudicó a América Latina y a todo el mundo. Es la primera vez en 70 años que hay una crisis global y EEUU no pretende intervenir para resolverla. Su ausencia no es una buena noticia para el mundo ni para la región.
-¿Como visualizas el mundo post pandemia?
-La palabra que mejor define el mundo que me imagino es entrópico. Entropía es una palabra que viene de la física y significa cantidad de desorganización de la materia. Un término más conocido seria caótico. El mundo como lo conocimos estaba organizado por polos, esto es potencias fuertes que regulaban más o menos en términos de influencia, y por instituciones multinacionales, nacionales y regionales que organizaban espacios de gobernabilidad. Lo que vemos es que los polos no estan claros. EEUU organiza el mundo liberal desde hace 70 años con el 40 por ciento del PBI mundial y hoy tiene el 20 por ciento. Y China tiene otro 20 por ciento. Así que si no se ponen de acuerdo no hay gobernabilidad. Y las instituciones están todas deterioradas con perspectiva de seguir deteriorandose porque a diferencia del mundo anterior donde la guerra rompian todo y habia que construir de cero, ahora se erigen sobre los escombros de los anteriores por lo que salen torcidas. Las instituciones no funcionan y sobre ellas construimos otras que tampoco funcionan y asi se van acumulando. Entonces tenemos polaridades difusas e instituciones disfuncionales. En este mundo las reglas universales no van a existir y los actores, los estados y las organizaciones no estatales, se van a regir por acuerdos entre partes. La opción va a ser acuerdos mediocres, que van a ser mejores que los no acuerdos.
-Sobre este tema el economista Dani Rodicck publicó una nota la semana pasada sobre la OMC, donde dice que el régimen de comercio internacional actual no fue diseñado para un mundo de datos, software e inteligencia artificial y que ya no sirve para enfrentar los tres desafíos principales que plantean estas nuevas tecnologías. Por ahi se trata de modernizar estas instituciones como la OMC, la ONU, la OMS, etc
-También el Mercosur, que es una de las políticas de Estado que tiene Argentina, la otra es la democracia, porque está viejísimo como herramienta. Así como está no funciona, hay que modificarlo, no eliminarlo porque sirve. Hay que administrar la relación con Brasil, pero no puede ser una relación basada en el intercambio de bienes, eso se quedó en el siglo XX.
Niveles de conflicto
-¿Resolveremos alguna vez el problema de la coparticipacion para no terminar peleándonos por el 1 por ciento?
-Es la clave. Argentina tiene dos problemas por los cuales desde hace 100 años ningún presidente es exitoso. Uno es el social que describe Pablo Gerchunoff como nadie, que es un conflicto estructural entre los que quieren un dólar alto y los que quieren un dólar bajo. El otro es el conflicto federal, una disputa por los fondos en un federalismo mal hecho porque estas cosas no pasan en Brasil, México y Estados Unidos que son los tres países presidencialistas federales. La coparticipación no es la solución. Hay que llegar a un nuevo mecanismo por el cual las provincias se hacer responsables de la recaudación y el gasto. El estado federal casi no tiene competencias pero cobra casi todos los impuestos y después reparte. Tienen que ser las provincias las que cobren buena parte de los impuestos. El Estado nacional que cobre lo fundamental que es Ganancias, las provincias que cobren el IVA y los municipios la contraprestación por los servicios. Mientras se sigan discutiendo los fallos de la coparticipación no se va a resolver el problema.
-Y ya que lo citaste a Gerchunoff, falta un proyecto de país, ya que (según él) el último, el de sustitución de importaciones, se agotó en 1975 con el Rodrigazo.
-Tuvimos el modelo agroexportador hasta 1930 y el de sustitución de importaciones hasta 1975. Desde entonces estamos en una ciénaga, falta encontrar el modelo de país.
“Si la economía se rompe la democracia empieza otra vez a ponerse en cuestión. Con la panza vacía es difícil esperar a las elecciones para resolver los problemas”.