Por Jorge Bello
Por Jorge Bello
Aunque sin duda la pandemia arrecia y nos amenaza, tengamos presente que igual hay que vacunar a los bebés. Quien tenga un bebé, por favor, que recuerde de llevarlo para el control y la vacuna. Y diré más: quien sepa de un bebé, que le pregunte a su madre si lo tiene bien vacunado.
Si dice que no, a ver qué podés hacer por ese bebé, aunque no sea el tuyo. Por esa madre, aunque no sea la tuya.
Porque un bebé es cosa de todos, porque una madre también es cosa de todos. Son el presente que gesta el futuro. Pese a la pandemia, todo bebé se vacuna. Porque la pandemia pasará y todo bebé quedará.
Pero admitamos que los tiempos son difíciles y todo está complicado. No obstante, pese a la pandemia, los centros de vacunación deben ofrecer el servicio de puericultura. Es decir, control a todos los bebés, y vacuna a quien le corresponda. No es difícil ni es caro, ni es arriesgado, y el personal ya está.
La autoridad sanitaria y la municipal deben mantener accesibles los servicios básicos de salud como, por ejemplo, la vacunación y los controles de salud de los menores de 18 meses. Servicios accesibles quiere decir que la madre puede llegar fácilmente con su bebé aunque no haya ómnibus.
Es fácil, pese a la dificultad. Es fácil porque Argentina confía en sus vacunas, y por extensión en sus profesionales de la salud. Esto es un motivo de orgullo. Países más avanzados, o supuestamente más avanzados, o que se auto-denominan avanzados, no confían tanto en sus vacunas ni en sus profesionales, y en consecuencia tienen brotes de enfermedades graves, aunque fáciles de prevenir con vacuna, como el sarampión o la tos convulsa.
Entonces, si ves un bebé, acercate a la madre y preguntale. Si no pudo llevarlo para el control y la vacuna, a ver qué podés hacer. No te quedés en la crítica. Más vale preguntate qué podés hacer, y luego dale, hacé algo, que te dará una alegría.
Si digo que Argentina confía en sus vacunas, y en sus pediatras y enfermeras de pediatría, esto es mucho más que una opinión. Es una afirmación científica.
En efecto, según un estudio de gran alcance que publica la prestigiosa revista The Lancet (10/09/2020), entre 149 países, Argentina ocupa un lugar de privilegio en cuanto a confianza de su gente en las vacunas.
Sobre la importancia, la eficacia y la seguridad de las vacunas, Argentina demostró tener un 90% de confianza. En el otro extremo están por ejemplo Francia y Japón, donde el nivel de confianza en la seguridad de las vacunas no llega al 9%. La diferencia es abismal, y afecta a la salud de la población infantil. Francia tiene importantes problemas con el sarampión, contra el cual hay una vacuna segura y efectiva.
Este concepto sobre cómo la gente común y corriente valora la importancia, la eficacia y la seguridad de las vacunas se relaciona con dos hechos fáciles de comprobar.
El primero: el país que confía en sus vacunas, vacuna a todos sus niños y así los mantiene seguros contra la infección y les ofrece por tanto la oportunidad de crecer sanos y fuertes. Es el caso de Argentina.
El segundo: el país que confía en sus vacunas confía también en sus médicos y enfermeras, puesto que programan y administran las vacunas. Y aprovechan la oportunidad para controlar el peso del bebé, su estatura y el tamaño de la cabeza, y la alimentación, y los cuidados que recibe. Y controlan también cómo se va desarrollando el bebé.
Es el caso de Argentina. Pero ahora la pandemia está provocando un retraso en la vacunación de los bebés. Nos lo alertaba hace unos días la Sociedad Argentina de Pediatría. Entonces, tanto propios como ajenos debemos tratar de localizar al bebé que va retrasado con las vacunas, y darle una mano para que se ponga al día.
El calendario de vacunas de Argentina es sin duda uno de los mejores y más completos del mundo, y el hecho de que sean todas vacunas gratis es otro motivo de orgullo, porque esta universal gratuidad no la tienen todos los países, ni mucho menos. De hecho, la mayoría de los bebés del mundo no reciben tanta protección vacunal como los bebés argentinos.
Argentina confía en sus vacunas y en sus médicos y enfermeras, aunque algún caso puntual apunte en sentido contrario. Ahora la pandemia pretende cambiarlo todo, pero no lo logrará porque no dejaremos que lo logre.
Entonces, quien pueda que lleve personalmente su bebé a control y vacuna. Y quien no tenga un bebé, que mire en derredor, y mire qué puede hacer, con la mano en el corazón, por el bebé cuya madre trabaja en casa o que ya no trabaja más porque no puede venir, o que vende por la calle, o que está en la calle sin ni siquiera vender. ¿Lo tenés vacunado? ¿Querés que te acompañe, querés que te lleve y lo vacunás?