Por Roberto Casabianca
Prevención y tratamiento del Covid-19. Ante tanta necesidad y ante tanta emergencia es inexplicable la lentitud de las respuestas oficiales de los gobernantes de nuestro país.
Por Roberto Casabianca
Según lo informado por los Centros de Control Epidemiológicos Europeos, la Argentina es uno de los países con mayor número de muertes diarias por millón de habitantes.
A raíz de las cifras mencionadas no puede entenderse entonces que no se utilice masivamente el de Ibuprofenato de Sodio Inhalable (IBP), descubierta su acción en esta nueva forma de administración por el Dr. Dante Beltramo de Córdoba y llevado adelante en esa provincia como Luarprofeno, que no produce efectos colaterales importantes y que, utilizado precozmente como lo indican quienes lo han adoptado, evita que el paciente llegue a UTI y al respirador sin abandonar el tratamiento instaurado como ya lo he mencionado en artículos anteriores.
Diferente temperamento adoptó la Agencia de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) que siempre se toma como referencia, autorizando de emergencia en mayo el antiviral Remdesivir, concediendo ahora la autorización definitiva pese a la opinión de la OMS que sostiene que tiene un impacto casi inapreciable en la reducción de la mortalidad. También el uso de plasma de convalecientes fue autorizado de emergencia.
Ante tanta necesidad y ante tanta emergencia es inexplicable la lentitud de las respuestas oficiales de los gobernantes de nuestro país en autorizar el uso del IBP y como veremos también el de la Ivermectina (IVM).
Veamos ahora las experiencias con IVM de las cuales mencionaré un ejemplo concreto, el del Dr. Héctor Carvallo en la Provincia de Buenos Aires y de Dra. Adriana Turchetti en la localidad de Zenón Pereira de la Provincia de Santa Fe.
La (IVM) es utilizada desde hace 40 años en medicina veterinaria y desde hace 20 años en medicina humana.
Está aprobada en Argentina, en EE.UU. por la FDA y en muchos países más.
Fue descubierta en 1960 por el japonés Satoshi Omura y se utiliza desde 1981 para su uso veterinario descubierto por el irlandés William Campbell.
Ambos recibieron en 2015 el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento y su uso medicinal en la lucha de enfermedades parasitarias.
En medicina los que más experiencia tienen en su uso son los Pediatras que la usan para el tratamiento de las parasitosis y los dermatólogos para el tratamiento de la sarna.
En Australia en el mes de enero se probó su poder viricida in vitro.
Carvallo aplicó la IVM a nivel clínico en tratamientos y como profilaxis, con el objeto de preservar al personal de salud.
Como profilaxis participaron voluntariamente 1.195 Agentes de Salud de diferentes Centros Asistenciales entre el 1 de junio y el 10 de agosto. De ellos 788 recibieron el tratamiento profiláctico y no se contagiaron y 407 no no lo recibieron contagiándose 237, o sea el 58%.
Ambos grupos fueron absolutamente comparables trabajando en los mismos lugares con iguales medidas de protección exceptuando obviamente el uso la IVM. Contundente, ¿no?
En nuestra provincia, el Senador Leonardo Diana presentó un proyecto para su utilización en la Legislatura Provincial, como ya lo había hecho con el Ibuprofenato de Sodio.
Dentro de las consideraciones que hace el Senador quiero destacar las siguientes:
"El presente proyecto tiene por objeto que el Poder Ejecutivo, por intermedio del Ministerio de Salud o el organismo que corresponda, evalúe el uso en la Provincia de Santa Fe de la droga denominada Ivermectina, como agente profiláctico en los trabajadores de la salud y tratamientos en pacientes con COVID-19, como así también la producción de dicha droga en el Laboratorio de Industria Farmacéutica (LIF)."
Continúa más adelante: "Si bien la evidencia científica actual para el uso profiláctico y de tratamiento con IVERMECTINA es escasa, como con todos los otros tratamientos disponibles, debido a la reciente aparición de la enfermedad y el escaso tiempo para desarrollar investigaciones a largo plazo, el actual contexto de emergencia sanitaria y elevado número de muertes que causa esta enfermedad, principalmente en pacientes con factores de riesgo y/o adultos mayores, justifica que se evalúe la implementación de una medicación con un alto perfil de seguridad, altamente estudiada en los últimos 40 años y principalmente con tres ventajas conjuntas respecto al resto de la medicación que se encuentra siendo utilizada, su bajo costo, su probable efecto profiláctico en personal esencial y en pacientes con factores de riesgo y adultos mayores y que según la bibliografía disponible actualmente no interferiría con la medicación que se encuentra siendo utilizada".
Aunque no lo es en sentido estricto, la IVM es la vacuna que estamos buscando.
Cuando se habla de vacuna se habla de inmunización o sea de generar inmunidad o resistencia contra el virus.
La inmunidad puede ser natural por haberse enfermado, aunque no siempre se logra en estos casos, o artificial por haberse vacunado.
En los individuos que adquieren la enfermedad hay un porcentaje alarmantemente alto que no forman anticuerpos. Por lo tanto en teoría, estarían en iguales condiciones que antes de enfermarse lo que es motivo de preocupación.
Si esto sucede con la condición más eficiente de inmunización, hay que ser muy cautos con el éxito de la vacuna.
Con respecto a su uso terapéutico veamos lo sucedido en un geriátrico estatal de Buenos Aires en donde participó el Dr. Carvallo.
Se contagiaron dos médicos y cuatro internos, que es como si el lobo hubiese ingresado al gallinero.
Se le dio la IVM a todos los internos y a todo el personal por considerarlos contacto estrecho, lo que epidemiológicamente significa que son casos positivos, no existiendo más manifestaciones de la enfermedad.
Se les hizo el dosaje de anticuerpos IgG a los 50 adultos mayores y se obtuvo que 42 tenían anticuerpos o sea que habían incorporado el virus.
Se sabe que cuando un adulto mayor se enferma nunca cursa levemente y tiene altas chances de terminar internado y fallecer.
El efecto de la medicación fue elevado a todas las autoridades provinciales, de la ciudad de Buenos Aires y de la Nación sin ninguna respuesta.
Con el uso de la IVM los casos leves y moderados negativizan la PCR en 72 hs. Esto ya está escrito en la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. de público acceso.
De la misma manera en la localidad de Zenón Pereira, distantes 130 km de la ciudad de Santa Fe, la Dra. Adriana Turchetti utiliza el IBP y la IVM con marcado éxito, ante lo que define como tanta necesidad, tanta emergencia y lentitud de las respuestas.
En una entrevista radial sostiene haber usado la IVM en más de 350 pacientes en forma preventiva y en infectados con COVID-19.
De los 35 infectados tratados, 4 se deberían haber internado por complicaciones de acuerdo a las estadísticas y en ningún caso fue necesario.
A los que se los trató en forma preventiva ninguno contrajo el virus.
Sostiene frente a su éxito que: "los que no estamos protocolizados, lo que significa hablar de algo fijo que nos impide pensar y tomar decisiones, le oponemos la medicina como arte, pensamiento científico posible, razón y sentido común".
"Nos exigen cumplir ciertos pasos científicos que tardan y en el curso de esta pandemia ello significa muerte", manifiesta muy razonablemente.
Como adulto mayor, me siento obligado a luchar por la salud y por la dignidad del sector.
Si el IBP y la IVM no ocasionan daño, permiten seguir con el tratamiento habitual, son eficaces y casi sin costo, no utilizarlos me parece una imbecilidad.
Ante tanta necesidad y ante tanta emergencia es inexplicable la lentitud de las respuestas oficiales de los gobernantes de nuestro país en autorizar el uso del IBP y como veremos también el de la Ivermectina (IVM).