Candela Cibrián reinventó su proyecto solista, Fenna Frei, con su nuevo single y videoclip “Sin miradas”. La cantautora abrió la puerta de esa nueva etapa a El Litoral, y habló de sus vivencias e iniciativas paralelas.
Gentileza Maxi Bottoli Candela nimbada por un aura onírica, en una estética a lo David Lynch que sobrevuela varios pasajes del video.
El apellido de Candela Cibrián Tapia la sindica en una familia de artistas: sus abuelos José Cibrián y Ana María Campoy, y su tío Pepe, con quien debutó en 2011 como la Mina Murray dela puesta “20 años” de “Drácula, el musical”, un rol que se sabía desde niña.
Su búsqueda la llevó por otras latitudes, y bajo la encarnación de Fenna Frei desarrolló una trayectoria solista marcada por el pop electrónico y alternativo, a la par de su actividad como productora musical, compositora y coach vocal de otros artistas.
Pero en un presente tan caótico, impredecible y desafiante como el de hoy, Candela vive la vulnerabilidad como lo más honesto. Así irrumpió el viernes 21 de mayo con “Sin miradas”, su primera balada a piano y voz, que anticipa parte de lo que será su próximo álbum.
De este presente artístico y sus actividades paralelas habló la también militante de la Red Multisonora con El Litoral: diversos caminos para un tiempo de incertidumbre.
Previa oscuridad
-El EP “Exilios” había salido en mayo de 2020, ya estábamos en cuarentena pero se había gestado antes. ¿Sentiste cuando salió que había quedado viejo rápidamente?
-No, en realidad salió en pleno confinamiento y en plena ignorancia de toda la situación. Entonces al contrario, sentía que tenía mucho que ver con lo que estaba pasando sin querer. No es que fue un disco compuesto durante la pandemia, de hecho creo que después de esto ya me dan ganas de hacer algo no tan oscuro.
-Era un álbum oscuro.
-Sí, en un momento que también era oscuro pero por otras razones: 2019 toda la crisis latinoamericana, esta situación de que te expulsaba la sociedad, la cultura tan relegada o dejada de última en la lista; difícil vivir en esta en este contexto que estaba sucediendo. Había una pulsión del exilio, le pasaba muchos y muchas colegas: el famoso “todos soñamos con salir”, con Europa, con cualquier lugar cualquier lugar que no sea Argentina, porque realmente cada vez es más difícil.
Las canciones solas se unificaron, no es que empecé el álbum pensando en “Exilios”; si había una represión clarísima, que sentía la necesidad de transformar y que absorbía del contexto, no es que era mía sola.
-La canción que se llama “Exilio” es el interludio instrumental, así que no había una canción que hable de un exilio.
-Tal cual, es sutil, es el antes y el después.
Recomenzar
-¿Cómo fue el proceso de parar a Fenna Frei (parada por la realidad, pero después interiormente) y qué disparó la vuelta?
-En todo 2020 no quise componer nada, sentía que era como: “¿A quién le va a interesar lo que yo componga o tenga para decir en ese momento? Dejemos el espacio virtual para quienes lo necesitan”. Había tanta información, tanto pasando; en el momento en que se cerró todos estaban con los Instagram, con lo virtual, con el livestreaming... Pensaba: “No quiero ser parte de esto; tengo la suerte de tener mi trabajo estable, seguiré trabajando”. Los artistas a veces entramos en el juego del sistema de producción en el que estamos inmersos: creer que tenemos que sacar una canción todos los meses, ir anunciando y manteniendo el seguidor y los números. No quería ser parte de eso, antes lo hacía: estaba todo el tiempo generando cosas porque entraba en esa rueda.
A todo nos pasó de mirar y darnos cuenta de qué es realmente lo importante: lo que hay para decir cuando hay para decir. No sabía desde dónde crear: me estaba dando cuenta de tantas cosas, me estaban cayendo tantas fichas... eso hay que procesarlo, hay que esperar que decante, “ah, esto fue todo lo que descubrí, lo que entendí”; y es lo que un poco pongo en esta canción.
-Y cómo fue cuando bajó la canción?
-A partir de enero 2021, ya fue “listo, quiero volver a conectar”. Había escrito varias cosas que yo escribía, reflexiones ideas este sin ningún objetivo más que tenerlas ahí. El momento fue que estaba estudiando piano escuché los aplausos viniendo desde un barcito que antes ni pasaba: estos barcitos chiquitos que tocan afuera, y aunque haya cinco o seis personas era el entusiasmo viniendo de esas personas: estaban aplaudiendo “uuhh”. Escuchaba de lejos y además todavía me veía lejos: no es que pensaba “puedo bajar y puedo estar ahí”; no me animaba, no estaba preparada.
Entonces quise habla de lo que me generaba tanto tiempo lejos de los aplausos; el aplauso como no cómo la satisfacción del ego, sino como la constatación de que hay una conexión, un ida y vuelta, un dar y recibir.
Fuera del ego
-De todos modos hiciste algunos vivos o sesiones, y por otro lado seguiste trabajando en la producción, al menos de “Los límites” de Agathe Cipres. ¿De alguna manera fue el hilo que te mantuvo conectada a una rutina creativa?
-En eso y en la Red Multisonora, es la red de mujeres y disidencias en el sonido; no es mí. Necesitaba salir del ego, pero salí tanto que me costó volvérmelo a creer: creer que a alguien le importa, que le interesa si yo publico. Entonces voy a estar para el arte de otra persona: fue el momento perfecto para producir a alguien más, porque desde afuera tenía sentido para mí las canciones de Agathe me llegaban, me fascinaban, me entusiasmaban y me erotizaban; hice con mucho gusto ese EP, ella es muy especial para mí.
Y también en la red, ayudando a que crezcamos. Porque empiezo a ver que todo este sistema del que hablamos es el que nos deja afuera. Todo se conecta: estábamos hablando de Spotify, son todos los sistemas de opresión, y vamos quedando al Productoras musicales no hay: es un rol de mucho poder totalmente conquistado por las masculinidades, por los varones. Y nos cuesta: si bien hay mucho avance en la Argentina, en Buenos Aires especialmente, en como avanzó el feminismo, el sonido todavía es una profesión que todavía no está balanceada, no está equilibrada; hay mucha desigualdad. Dije: “Voy a hacer algo por esto, me siento mejor haciéndolo por esto que haciendo mi música”, que lo veía todo muy ego.
-De todos modos vos tenés ya hace tiempo un equipo mixto con Santiago Iezzi; tampoco es tan habitual una dupla de producción, que puede producir tanto tu proyecto como los otra gente
-Tal cual. Con Santi tenemos un lugar donde trabajamos en la música de manera mainstream y así nos conocimos: en una productora donde trabajé dos años y él también: hacíamos toda la música de catálogo y también hemos producido juntos artistas, re pop comercial. Entonces cuando vamos a crear necesitamos romper esos moldes, pensar diferente la música y sentir que dejamos una huella por lo menos para nosotros: decir algo genuino, original, auténtico, aunque sea experimental (o justamente por eso). Aunque no guste, no tenga el formato de canción; teníamos ganas de probar, y a mí me gusta consumir música así: me gustan los artistas que piensan diferente, y que se animan y toman esos riesgos.
-Aparte porque ya lo obvio ya lo habían hecho.
-Lo hacemos en el trabajo: aprendés las fórmulas tanto que tenés estar muy atento, sobre todo la gente trabajan en publicidad: que toda tú seas música suene a jingles; cuando la vas a hacer no te das cuenta y se te infiltró. Hago el ejercicio porque no es tan consciente. Por eso no quería trabajar en música de publicidad; me ofrecieron trabajo fijo en una jinglera, una productora de publi, y me daba mucho miedo estar todos los días estar haciendo esta música tan clonada. Dije: “Prefiero conservar el espacio creativo lo más que pueda”. Aprendés a no hacer las fórmulas y a romperlas, que me parece que es lo que nos da más satisfacción: sentir que estamos compensando el mal que le hacemos a la industria en seguirle el juego en el laburo (risas).
Al desnudo
-“Abrir las cortinas de un nuevo día que / Se repetirá” es una imagen con la seguramente conectará mucha gente: esa sensación de estar viviendo “El día de la marmota” durante 2020.
-Tenía miedo, porque hay mucha gente haciendo canciones de pandemia, y no quería que fuera una canción de pandemia tampoco. Pero es inevitable hablar de la repetición, que me lleva al absurdo; me lleva a David Lynch, al surrealismo. Por eso el videoclip está muy hecho desde ese lugar más onírico, y pensar como si esto hubiera sido un sueño; esto de que aparecen estos monstruitos, estas criaturas azules que son personas pero no, no te miran pero te hostigan y te siguen con los celulares. Crear desde esa perspectiva de ensueño: no quería que se fuera un lugar tan solemne el video, como tal vez puede llegar a ser la canción.
-“Exilios” tenía muchos sintes, percusiones entre lo tribal y lo progresivo, mucho proceso en las voces. Acá en “Sin miradas” hay casi una pureza de voz y piano, con algunas texturas de Santiago Iezzi en las guitarras. ¿Fue una búsqueda de “limpiar” o de estar tanto estar sola con el piano?
-Fue ese terremoto del año pasado, decir “me desnudo, cero pretensiones”. También en “Exilios” (algo que no es menor) estábamos alquilando un estudio y teníamos todas las herramientas para probar y experimentar: pasar máquinas de cinta, pedales, buenos micrófonos; por eso también hay tanto grabado y tocado.
Eso es algo que hoy parece un detalle, pero escuchás los discos y hay muchos artistas que si tuvieran las herramientas, tal vez harían sus discos con más cosas grabadas; y terminás escuchando un montón de producciones de home studio: deben ser el 80%, sobre todo en la música independiente.
Igual desde mi lugar sentí que el año pasado me hizo perder la identidad, casi de tener que construir una nueva. Entonces hay algo muy sincero. Quería componer canciones que se defendieran por sí mismas, y estuve estudiando piano todo el año pasado. Quería ser una canción en el piano que la escucharas y dijeras “listo no necesita mucho más”; hay muchos temas de “Exilios” qué no puedo tocar obviamente en el piano.
Ensueño
-Decís que el video es medio David Lynch, se nota en los pasajes de luz artificial, pero también tiene su costado naif. Lo codirigiste con Maxi Bottoli, colaboró tu hermana Magalí, aparece Santiago, tu compañero Vladimir Chorny es una de las criaturas azules, alguien puso el patio.
-Todo el lugar es una casa en la que estuvimos unas semanas en el verano con mis viejos: decidimos para salir un poco alquilamos dos semanas ahí y aproveché y filmé.
-Está esa puerta con las cañas...
-Es un tender, pero le metimos todo.
-Se hizo muy familiarmente y en grupo chico. ¿Cómo fue pensarlo y después poder rodarlo? Porque igual tuvieron que juntar un número de gente.
-Siempre uno dice “voy a hacer algo simple, sencillo”, era el principio de la idea. Después de hacer un videoclip como el de “Frío”, que hice en Catamarca, fue una cosquilla; pero igualmente te lleva mucho. De hecho le puse mucha atención a los trajes de las criaturas, los hice yo con Maxi; eso nos llevó un montón, y después llegó el día y dije “¿que me voy a poner yo?” (risas). Bueno un pijama, obviamente. Vengo siempre con outfits, dije: “Basta de poses por un segundo”.
-Aparte es el vestuario de pandemia. Incluso eso de cantar con el cucharón es muy de estar en la cocina.
-Es la locura a la que nos lleva todo este proceso, cómo cada uno la procesa. Igual había una parte mía que estaba ahí, cantando con la cuchara como fuera, “no aguanto más”.
-Contaron con el apoyo del instituto BA Música. ¿Qué les permitió eso?
-Con el presupuesto de BA Música pude cubrir un muy buen camarógrafo (Alejandro Doti), y la dirección de Maxi.
Le dije a Maxi: “Quiero que esto sea todo un plano secuencia” (no tengo videos así). La idea era: salgo, hago este recorrido, voy al tender, ahí me agarra la noche y me da vueltas; me encanta, me da miedo, y me sacude. Porque en la cuarentena llegaba la noche y caía en un pozo medio angustiante y de pánico. Ahí salgo de nuevo a la luz pero con una idea, transformada, con esa necesidad de decir “no me importa nada”, lo agarro a Santi y tocamos en el jardín a cualquier costo.
Me gustaba que hubiera algo que hubiera algo fuera de lugar, como estos monstruitos: sin ellos no hubiera tenido tanta gracia. El azul se me vino enseguida, por los colores del lugar. También se me venía la dicotomía entre la audiencia linda que se extraña, y la nueva audiencia digital, que es medio inquietante.
-Que no se les ve la cara.
-No sabés si están o no, cómo te miran, de qué manera. Si los números, los likes... Extraño la otra audiencia, pero está la nueva también, que no entendés nunca si les llego o no, si hay algo en el medio que lo impide. Es una lectura sutil, pero desde mi universo era un poco la génesis.
Adelante
-¿Es la primera canción de lo que puede ser tu próximo material, o pensás que puede quedar como un single independiente?
-Esto va a ser parte del próximo álbum, ya tenemos otras canciones hechas, y nos parece muy importante que esté en la estética, que haya una paleta que unifique. El próximo single no va a formar parte del álbum: va a ser más “arriba”, tiene un poquito más de elementos, mientras el nuevo álbum va a ser más minimal.
Este próximo single lo tenemos desde hace dos años, no entraba en “Exilios”, entonces lo dejamos para después. No lo quería sacar ahora, porque necesitaba antes decir algo de lo que me pasó.
Para el álbum se me ocurre un nombre (que no creo que quede), “Queda algo por desconocer”. Como si todo lo que nos resultaba conocido nos resulta ajeno.