El primer acto político importante del gobierno nacional del 2022 fue el encuentro que el presidente y el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvieron el miércoles en Casa de Gobierno con los gobernadores oficialistas, a quienes se les explicó el estado de las negociaciones con el organismo financiero internacional para reestructurar la deuda que tomó Mauricio Macri en 2018 por casi 45 mil millones de dólares, un crédito con "condiciones atípicamente débiles por parte del FMI", según escribió en una nota de opinión esta semana el economista Kenneth Rogoff.
El encuentro además le sirvió a Alberto Fernández para anotarse un triunfo, modesto pero triunfo al fin, porque la convocatoria abrió una fisura en los gobernadores opositores que pasaron de una cerrada negativa a concurrir porque consideraban al encuentro como un acto político (¿que acción y decisión que toma o ejecuta un gobernante no es política?) a enviar representantes al acto del miércoles y prever una reunión aparte en los próximos días.
Inesperadamente, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, reconoció que la deuda había sido tomada por ellos - el gobierno que integró entre 2015 y 2019 - razón por la cual – dijo- "lo menos que podían hacer era concurrir a la convocatoria del presidente a escuchar". El gobierno respondió un día después de la presentación llamándolos "primera minoría opositora", en una especie de guiño al retorno del bipartidismo.
Sin dudas, hasta que se llegue a un acuerdo, las negociaciones con el FMI serán el centro de la política económica – y de la política en general- del gobierno nacional, que condicionará casi todas las decisiones al avance (o retroceso) del toma y daca con el organismo financiero internacional.
En este sentido, hay que tener presente que, según los testigos que participaron de las discusiones de los últimos 30 años, el FMI siempre ha hecho pedidos imposibles de cumplir en algunos casos, absurdos en otros, siempre dejando de lado el contexto social y económico que se vivía por más grave que este fuera, casi siempre corriendo el arco. Lo hicieron sin piedad en la peor crisis de la historia argentina a principios de siglo, tal como cuentan el ministro de la post convertibilidad, Jorge Remes Lenicov, y los funcionarios de entonces.
El presidente y el ministro de Economía le dijeron a los gobernadores que arreglar la deuda que se tomó con el FMI iba a exceder el período presidencial actual, que va a ser un problema presente al menos 10 años más en la economía argentina y que se trataba del principal condicionante que tiene hoy el país para continuar con su vigorosa recuperación que este año va a superar los dos dígitos.
Guzmán les dijo también que lo que lo se está negociando es la posibilidad de tener la capacidad soberana de llevar adelante las políticas económicas que el gobierno considera necesarias para sostener esta recuperación y que lo que propone el FMI detendría este proceso.
Coincidió que "el sendero fiscal es el aspecto medular de las negociaciones con el FMI y es el punto donde hasta ahora aún no hay acuerdo", lo que significa que el FMI pretende un recorte del gasto por mayor al que está dispuesto a hacer el gobierno, al tiempo que enfatizó que esta reducción debe hacerse a partir del crecimiento de la economía, como se hizo este año, y no de su enfriamiento porque eso generaría un círculo vicioso que haría ingresar al país en una recesión, como ya ocurrió acuerdos pasados. Una réplica de los planteos de Néstor Kirchner y su "dejen nos crecer porque los muertos no pagan sus deudas".
Lo que falta para acordar para el ministro, tras la evaluación negativa que hizo el Fondo del préstamo al gobierno anterior, es que después de la compresión del staff del organismo, todos los accionistas del FMI comprendan esta situación y eso todavía no ha ocurrido. Como lo dijo en una nota al diario El Pais de España la semana pasada, "resta tener los consensos internacionales que hacen falta para tener un acuerdo entre ambas partes. Argentina está lista, y está para avanzar". No dijo que países son los que aún no han dado su acuerdo para cerrar las negociaciones.
Pero las acciones para conseguir el respaldo de la mayoría de los dirigentes argentinos no terminó con los gobernadores. Un día después, Guzmán acompañado de tres ministros más, convocó a empresarios y dirigentes de la CGT – que en principio iban a participar del encuentro con los gobernadores y después fueron desinvitados- donde reiteró lo que dijo el día anterior respecto del estado de las negociaciones y les destacó la necesidad de alcanzar un acuerdo de precios y salarios para fortalecer las negociaciones.
El ministro en su exposición del miércoles casi ni le habló a los mercados financieros y siempre puso como prioridad el crecimiento y desarrollo de la economía real, productiva, que cerrará 2021con un crecimiento del PBI superior al 10%, pese a criticas y reacciones adversas que se ven y se escuchan todos los días -producto de intereses pero también de las consecuencias de la pandemia que terminaron por agobiar a una sociedad que venía de soportar tres años de recesión y caída del poder adquisitivo- que parecen no tener en cuenta el buen año que ha tenido el sector productivo.
No es el único país en el que pasa. Mathew Winkler, ex director de Bloomber News, escribió días pasados que la economía de Estados Unidos, "mejoró más los primeros doce meses de la administración Biden que en los de cualquier presidente en los últimos 50 años. La economía se ha expandido 5,5%, el desempleo cayó al 4,2%, los salarios han subido, la Bolsa ha batido récords y las ganacias empresariales son las mayores desde 1950".
En este contexto, el presidente tiene la peor imagen que ha tenido un primer mandatario de los Estados Unidos en su primer año de gestión, solo superado por Trump en su primer año.
Hasta que se llegue a un acuerdo, las negociaciones con el FMI serán el centro de la política económica – y de la política en general- del gobierno nacional, que condicionará casi todas las decisiones al avance (o retroceso) del toma y daca con el organismo financiero internacional.
El presidente y el ministro de Economía le dijeron a los gobernadores que arreglar la deuda que se tomó con el FMI iba a exceder el período presidencial actual, que va a ser un problema presente al menos 10 años más en la economía argentina.