La catástrofe del Valbanera cumple 102 años. Está considerado uno de los mayores siniestros acaecidos en alta mar en tiempos de paz. Cientos de personas perecieron en su interior. Jamás lograron llegar a La Habana, destino final del transatlántico.
La catástrofe del Valbanera cumple 102 años. Está considerado uno de los mayores siniestros acaecidos en alta mar en tiempos de paz. Cientos de personas perecieron en su interior. Jamás lograron llegar a La Habana, destino final del transatlántico.
El viento soplaba con fuerza en el mar Caribe el día 10 de septiembre de 1919. Sobre sus aguas navegaba el vapor Valbanera. Un ciclón tropical se interpuso entre la embarcación y su destino final, el puerto de La Habana. La fiereza de la tempestad enviaría al crucero a las profundidades oceánicas. Y con él, a cientos de vidas en una de las peores catástrofes de la historia marítima española en tiempo de paz.
Un mes antes de su fatal desenlace, el Valbanera zarpaba de las dársenas de Barcelona. Precisamente, en la capital catalana, la inspección de inmigración había realizado un exhaustivo reconocimiento de los medios de salvamento del buque. Y es que el transatlántico tenía como objetivo cruzar el Atlántico para llevar familias obreras desde España a la otra orilla del océano. La mayoría atraídos por los precios "altamente económicos" que publicitaba la naviera Pinillos, Izquierdo y Compañía, propietaria del barco.
El 11 de agosto paró en Valencia. El 13 entró en Málaga para cargar aceitunas, frutos secos y vino. Poco después se detuvo en Cádiz, hogar de su naviera, y de allí puso rumbo a las Canarias. Primero atracó en Gran Canaria, isla en que se subieron a bordo 251 pasajeros. Después en Santa Cruz de Tenerife, donde se embarcaron 212 personas. El último puerto español que tocó fue Santa Cruz de la Palma, en el que 106 migrantes más se unieron al pasaje. Allí, cuentan las crónicas que el Valbanera perdió el ancla al girar su cadena. Una señal de mala suerte para los marineros.
Más de la mitad del pasaje era de origen canario. Pero, más allá del lugar de nacimiento, todos los migrantes compartían la ilusión de comenzar una nueva vida en tierras americanas. En 1919 España atravesaba una grave crisis social; el hambre se agudizaba por la carestía de alimentos provocada por la Primera Guerra Mundial; las huelgas se expandían por la mayoría de las ciudades; la gripe española maltrataba a la población y la Guerra de África hundía al país. Un panorama de miseria del que querían escapar.
El 21 de agosto el Valbanera procedió a cruzar el océano Atlántico. Un gran buque a vapor de 122 metros de eslora y 12.500 toneladas. A bordo, más de 1.200 personas entre tripulación y pasajeros. Algunos autores apuntan a 2.000 personas, incluidos también polizones y quintos, soldados que viajaban identificados con un número.
El transatlántico arribó primero al San Juan de Puerto Rico. La siguiente parada fue en Santiago de Cuba el 5 de septiembre. En la ciudad antillana desembarcó la mitad del pasaje. Además, varias personas se despistaron y no pudieron volver a subir al navío. Su destino final era La Habana. En el momento, un golpe de mala suerte. Sin embargo, este infortunio les salvaría la vida.
El Valbanera no no volvería a tocar tierra nunca más. El 9 de septiembre el capitán, Ramón Martín Cordero, solicitó la entrada al puerto de La Habana. La respuesta desde la capital cubana fue que estaba cerrado por el paso de un ciclón. Martín no fue capaz de prever el movimiento de la tempestad, que avanzaba hacia Florida con una trayectoria poco usual, mucho más al norte de lo habitual. El viraje llevó a la nave hacia el huracán.
Tras maniobrar, el crucero embarrancó en un banco arenoso de poca profundidad muy cercano a Florida. Zozobró y se escoró sobre el costado de estribor y las olas cubrieron el navío. En apenas unos minutos, el barco se hundió en el mar. No dio tiempo a pedir auxilio o sacar los botes salvavidas. Ninguno de los pasajeros sobrevivió al accidente.
Un buque de la Armada de Estados Unidos halló el barco nueve días después del naufragio, cubierto por la arena y el agua. A tan solo 12 metros de la superficie. Sin embargo, el barco no ha sido jamás reflotado. La maltrecha España de principios del siglo XX no se podía permitir el coste de la operación. Así, el accidente poco a poco fue cayendo en el olvido.
En los 60, un buzo estadounidense se aventuró a acercarse al barco en búsqueda de tesoros. Según relató, el transatlántico estaba completamente cerrado. Tan solo localizó un portillo semi abierto. En el interior del camarote el cadáver de un niño flotaba. Según sus palabras, los restos de tripulación y pasaje permanecen encerrados en sus habitáculos. Cientos de personas cuya memoria se perdió un 10 de septiembre entre las olas del mar Caribe.