Ese día estuvieron presentes Susana Giménez y Carlos Monzón, los principales protagonistas de la película dirigida por Daniel Tinayre y que dio origen al afamado romance de la vedette y el campeón del mundo de boxeo.
El Litoral publicó el aviso el domingo 1 de setiembre de 1974, anunciando que al día siguiente, el 2, en el Cine Colón (hoy ATE Casa España) se iba a producir el “avant premiere” de La Mary, la película protagonizada por Susana Giménez y Carlos Monzón y donde el afamado cineasta Daniel Tinayre cristalizó sus pasiones más allá de la pantalla y fue visto por casi un millón de personas.
Una multitud le dijo presente al acontecimiento cinematográfico, volcándose en forma masiva, con invitación especial o no, a la reconocida sala del cine Colón, en avenida Rivadavía al 2800 para albergar a entusiastas jóvenes y personas mayores de ambos sexos que pretendían estar cerca o recibir algún autógrafo de las figuras centrales, es decir, la popular pareja de intérpretes.
“La Mary” cuenta una historia ajena a ese entorno formado por un público joven que ocupaba también las salas cinematográficas para ver “Estado de Sitio”, “Z” o las esporádicas funciones de “Último Tango en París” y “La Naranja Mecánica” antes de la censura y los secuestros de copias.
En ese entonces, Susana Giménez había interpretado en la pantalla grande papeles menores hasta “La Piel del Amor”, donde jugaba algunas escenas eróticas con Claudio García Satur, cuando pretendía ser una estrella, especialmente de la publicidad y el teatro, viviendo el después del éxito de “Las Mariposas son Libres”.
Carlos Monzón, en tanto, el 9 de febrero de 1974 volvía a defender su cinturón mundial de peso medio, dejándole el rostro amuchado de golpes al campeón e ídolo mexicano José “Mantequilla” Nápoles en sólo un puñado de asaltos, hasta el abandono previo al llamado de la séptima vuelta. Fue, aquella con el mexicano, una de las mejores peleas de Monzón.
Daniel Tinayre, el marido de la actriz Mirta Legrand, famoso director cinematográfico, natural francés, nacionalizado argentino había observado varias peleas de Monzón y desde allí se le ocurrió la idea de reunir a la modelo y actriz junto al púgil en una historia de amor y sexo que transcurre en una geografía como la Isla Maciel, con el Dock y la Boca muy cerca, paisajes olvidados por el cine argentino de entonces.
Pero Tinayre se la juega y apuesta a todo o nada, trasladando su particular estética a los exteriores del sur de Buenos Aires para construir un relato ubicado en los años ‘40 del siglo pasado, donde la niña Gabriela Toscano interpreta a “La Mary” en los días posteriores al golpe de estado que derrocó a Hipólito Yrigoyen.
Para lograr el verosímil barrial, se parte de una novela de Emilio Perina y de la adaptación de José Martínez Suárez (cuñado del director cinematográfico) y Augusto R. Giustozzi con el propósito de aunar el estilo clásico pero desmesurado de Tinayre, director proveniente de la época de los estudios, al espectador de los años ‘70 que desconocía sus pares industriales y de las grandes empresas del cine argentino de antaño.
“La Mary”, en ese sentido, es varias películas en una sola: por un lado, el voraz protagonismo de Susana Giménez en un registro alto que encaja a la perfección para un personaje acusado de bruja, que hace lo posible por llegar virgen al matrimonio y que luego no desea tener hijos. Su rostro y sus gestos son certeros y concretos como si estuviera expresando un monólogo catártico que pretende ocultar a un personaje extremadamente frágil.
La voz de Monzón, en la piel de El Cholo, sería doblada por la de Luis Medina Castro y como resultado de una astuta maniobra de Tinayre y frente a las carencias actorales del boxeador, el filme agrupa a un notable plantel de intérpretes en roles secundarios. Entre otros, encarnando a los familiares de los personajes centrales, figuran Alberto Argibay (Raúl), Dora Baret (Sofía), María Rosa Gallo (Doña Consuelo), Ubaldo Martínez (Don Evaristo), Jorge Rivera López (Ariel), Leonor Manso (Luisa), Antonio Grimau (Tito) y hasta el talentoso Juan José Camero, antes de personificar a Nazareno Cruz.
Susana Giménez, durante ese 1974, continuaría actuando en “La Revista de Oro”, junto a Jorge Porcel y una vedette clásica: se trataba de la infartante Nélida Roca.
El recuerdo de la película estrenada en 1974.
Mientras tanto, cerca de fin de año, el 15 de octubre de 1974 Carlos Monzón le daría una paliza y tiraría al tapiz en el séptimo capítulo al australiano Anthony Mundine en el estadio Luna Park.
Volviendo al estreno, el 2 de septiembre de 1974 ante una enfervorizada multitud de todos los sectores sociales, tuvo lugar en el cine-teatro Colón de la ciudad de Santa Fe, la presentación del filme argentino “La Mary”, con la asistencia de figuras de relieve de la pantalla grande, del espectáculo, el deporte, la revista y el empresariado argentino e internacional.
El preestreno se realizó el 8 de agosto en los cines Atlas y Callao: en la primera sala se congregaron numerosas personas para observar el filme de Daniel Tinayre, de una duración de 107 minutos, con una importante inversión para esa época que trepaba los dos millones de pesos. La recaudación ascendió, en todo el país, a 55.353.148 pesos.
Esa noche en Santa Fe, la muchedumbre congregada en avenida Rivadavia intentaba acercarse a su máximo ídolo, Carlos Monzón, impecablemente vestido: mientras los organizadores posibilitaban el ingreso del público que portaba la invitación especial, en tanto la inmensa mayoría quedaba afuera de la sala cinematográfica, ante la mirada atónita y sorpresiva del incomparable campeón mundial de la categoría Mediano.
El prestigioso adiestrador Amílcar Oreste Brusa, demasiado preocupado por el futuro de su pupilo, le había reiterado una vez más a Juan Carlos Lectoure la decisión del monarca de abandonar la actividad, descansar un tiempo y dedicarse al cine, señalando que él había aceptado su decisión.
El recuerdo de la película estrenada en 1974.
Tito, que todavía mantenía buena relación con Brusa, trataba de calmarlo. Le dijo esa noche: “Tenga paciencia, Amílcar, usted es como un segundo padre para él, lo conoce más que yo, está en plena condición física y técnica; hoy está demasiado nervioso y contenido; le gusta la fama y ser el número uno del mundo”.
“Fíjese que sus amigos de la infancia, de la calle, de su barrio, de los clubes que frecuenta, los canillitas, los lustrabotas, los parroquianos que salían de los bares, los changarines de la estación de ómnibus y la gente humilde no pudo saludarlo y tocarlo, Carlos sufrió mucho. Para que ellos sean felices, tiene que regresar al ring y luego le ofrece el triunfo a su pueblo; usted lo sabe, Monzón nunca olvidó sus orígenes; aguarde unos días porque va a regresar al gimnasio”, aseguró Lectoure.
Según publicó un diario porteño de esa época, Brusa -masticando bronca- manifestó: “La Mary puede ser buena película, pero a los hombres del boxeo les hizo daño, nos quieren sacar a un campeón del mundo incomparable...”. Esa película dio origen a una apasionada historia de amor entre Monzón y Susana que se extendió por varios años.