Desde que las manifestaciones se han hecho más frecuentes y populares, el color violeta se encuentra visible en numerosas campañas referentes a la lucha feminista. En este 8 de marzo, como cada año, vuelve a aflorar con la finalidad de promover la equidad y denunciar los hechos de violencia de género.
El uso del color violeta como símbolo del movimiento feminista se relaciona con los hechos acontecidos en la icónica fábrica textil estadounidense, donde en 1908, las trabajadoras de la empresa Cotton New York se declararon en huelga sindical, y fueron brutalmente reprimidas con un incendio, lo que provocó la muerte de 129 costureras que se encontraban encerradas -por policías- en la fábrica.
Según se supo, el humo que salió de aquella industria -y pudo verse a lo largo de varios kilómetros- era de color violeta, por el color de las telas con las que estaban trabajando en ese momento las empleadas.
Por otro lado, se relaciona al color azul con lo masculino y al rosa con lo femenino; si el feminismo es igualdad entre hombres y mujeres, se unen entonces estos colores formando un color homogéneo: el violeta.
La activista y sufragista inglesa del siglo XIX, Emmeline Pethick, lo explicaba de esta manera: "El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad”.