A.Cu.Pa en Santa Fe: servir más para que otros vivan mejor
Hace 26 años, un grupo de santafesinos se reunió movido por un gran deseo, el de ayudar a enfermos de cáncer con escasos recursos. Hoy son una familia llamada A.Cu.Pa, Asociación de Cuidados Paliativos.
La casita donde brindan contencin se encuentra en Obispo Gelabert 3558 de la ciudad de Santa Fe.
En algún momento de la vida, a muchos les ha tocado acompañar a un ser querido que tiene cáncer o transitar esa enfermedad. Cuando el paciente no responde a las medidas curativas, se buscan los cuidados que ayudan al enfermo a controlar el dolor y otros síntomas y lo acompañan ante los problemas sociales y espirituales. La meta es ofrecerles la más alta calidad de vida posible.
Silvia Rivera de D'amico, preside A.Cu.Pa. Con inmensa alegría abre las puertas de la casita situada en Obispo Gelabert 3558 de la ciudad de Santa Fe y relata los comienzos de esta obra maravillosa.
"Mi abuela tuvo cáncer y la peleó muchos años. Cuando ella fallece habían quedado bolsas de colostomía y le pregunto al doctor que la atendía, Daniel Souroujon, dónde podía llevar ese material tan necesario. Me dice que se los deje a las monjas que trabajaban en el Hospital Iturraspe. La hermana Agustina me encuentra y juntas vemos pasar a un señor caminando con un saché de leche colgando. Me abraza y me dice, ¿por qué no hacen algo por estos pacientes? Desde ese día, esta tarea es mi misión de vida".
Una casita de contención
Acupa es para muchos un hogar abierto todo el año donde las personas enfermas y sus familias viven y hacen su tratamiento. Hay quienes están durante meses. Algunos aprenden a leer y a escribir. Silvia se conmueve al recordar una carta escrita por un paciente al que le enseñaron a escribir que decía: "Gracias", "esos pequeños grandes actos nos llenan el alma", dice Silvia.
Si bien el espacio físico es escaso, no así el grupo humano que lo compone. Son médicos, terapistas ocupacionales, psicólogos, nutricionistas, asistentes sociales y enfermeros. Hay voluntarios que organizan paseos por la ciudad, festejos, talleres de baile, pintura, velas, etc. Todos trabajan por la satisfacción personal de ayudar al prójimo. Cubren en lo posible sus necesidades, pero fundamentalmente los acompañan y contienen.
Lágrimas y olvido
Cuando el Hospital Iturraspe se mudó a las nuevas instalaciones, el viejo hospital quedó aniquilado. "Nos devastaron. Mandaban a la gente a un hotel. Las personas de otras localidades debían deambular de un lado a otro; hacer 16 km para realizarse un estudio. Les daban una tarjeta Sube de colectivos y muchos se perdían en el camino. Esto fue una gran prueba a nuestra fortaleza como grupo. Aprendimos que nunca hay que bajar los brazos porque de eso se trata la vida, si lo hacés, ahí se tambalea todo", recuerda Silvia aún con dolor.
A pesar de las adversidades, Acupa nunca se movió de su lugar. En las tres habitaciones con capacidad para 15 personas se alojan pacientes de toda la provincia y alrededores. "Acá se atiende a todo el mundo, tenga o no obra social".
El sueño de Silvia y de muchas personas era que se cumpla la promesa del gobernador de inaugurar el Hospital Oncológico, lo cual ocurrió esta semana. "Las salas resucitaron gracias al trabajo de servicio general, voluntarios, enfermeros, médicos, etc. El objetivo es que el paciente con cáncer se pueda hacer un laboratorio, internarse, operarse y hacer el tratamiento, todo en un mismo lugar. Eso sería maravilloso".
Cadena solidaria
La sociedad santafesina es muy solidaria cuando hay una necesidad lógica y clara. "Si se debe hacer un traslado para hacer algún tratamiento, los voluntarios ponen sus autos. Son los mismos pacientes o sus familias quienes organizan eventos a beneficio o consiguen el apoyo de políticos amigos".
Con Silvia trabajan médicos, terapistas ocupacionales, psicólogos, nutricionistas, asistentes sociales, enfermeros y varios voluntarios.
La comunidad entera los apoya, cada vez reciben más donaciones y tienen socios que pagan una cuota. "Hacemos bingos, colectas y vendemos dulce de leche. Gracias a todas estas obras subsistimos y tenemos el proyecto de ampliar las instalaciones", declara orgullosa la presidenta.
Color esperanza
Cuando la vida nos enfrenta a momentos difíciles, en el que se enferma el cuerpo y el alma, muchas veces el ser humano saca fuerzas y sigue adelante. Por ello estas personas se transforman en verdaderos maestros para quienes están a su alrededor. Silvia siente que hace poco en comparación de lo que recibe. "Diariamente vemos cosas que te llevan a valorar todo en la vida. Al lado de lo que los pacientes te brindan uno dice: "No hice nada, ellos hacen todo".
En Acupa no tienen color político ni religión porque necesitan de todos. Se consideran instrumentos de Dios al servicio de los necesitados. "El que quiera acercarse a ayudar es bienvenido, pero debe hacerlo con compromiso, empatía, responsabilidad y amor sobre todas las cosas".