La pérdida total de hielo flotante en época de verano en el Ártico es ya inevitable. También es imposible evitar la desaparición del hielo permanente en miles de glaciares en regiones polares y cordilleras de prácticamente todo el planeta. La lista de daños irreversibles provocados por la crisis climática en las partes de la superficie de la Tierra donde el agua se encuentra en estado sólido (criosfera) es larga y tiene múltiples y dramáticas repercusiones en el medio ambiente global y la salud y bienestar de las personas. Estas son algunas de las advertencias y conclusiones del nuevo informe Estado de la Criosfera 2022, Pérdidas crecientes, impactos globales, elaborado por la International Cryosphere Climate Initiative, una entidad científica creada en 2009 -tras la cumbre del clima COP-15- para coordinar estudios y acciones en defensa de la criosfera.
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Además de presentar datos sobre la pérdida de hielos en los últimos años el nuevo informe actualiza los cálculos sobre el impacto futuro del calentamiento en estas masas heladas. Los autores plantean cuatro escenarios posibles en función de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se produzcan en los próximos años.
Escenarios de futuro, de mal en peor
El escenario más esperanzador es el de "muy bajas o bajas" emisiones, por el que se conseguiría reducir a la mitad las emisiones en 2030, alcanzar el cero neto en 2050 y descenso de las emisiones netas en fechas posteriores. En este caso hipotético, la criosfera comenzaría a estabilizarse entre los años 2040 y 2080. El hielo marino del Ártico permanente (o de varios años) comenzará recuperar terreno cuando el aumento de la temperatura se acerque a un aumento de solo 1°C (respecto al periodo preindustrial). Incluso en este escenario positivo, durante cientos o miles de años se producirán pérdidas en las plataformas de hielo pero probablemente no se superarán los 3 metros en el aumento del nivel del mar
El segundo de los escenarios se haría realidad si todos los países cumpliesen, por lo menos, los planes de reducción de emisiones presentados por ellos mismos en cumplimiento del Acuerdo de París. "Las pérdidas relacionadas con la criosfera se vuelven significativas, con impactos inevitables del aumento del nivel del mar y la pérdida de muchos glaciares, y un aumento inevitable del nivel del mar global de 6 a 10 metros durante siglos o milenios. Se producen pérdidas graves e inmediatas en las pesquerías polares y algunas casi polares. La pérdida de casi todos los glaciares de latitudes medias se produce en el 2200", indica el informe Estado de la Criosfera.
En el peor de los casos...
La tercera posibilidad es que la aplicación de medidas de reducción de emisiones siga siendo igual que la de este 2022, lo que supondría un aumento de la temperatura media de entre 2,7 ºC y 3,1 ºC. En este caso, "las pérdidas relacionadas con la criosfera son más rápidas y más extremas, con la pérdida de casi todos los glaciares fuera de los polos; la pérdida inevitable de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida occidental y, durante siglos o milenios, un aumento del nivel del mar global de 10 a 20 metros; y daños marinos por la acidificación que se extiende desde los océanos polares a algunas latitudes más bajas".
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En un escenario aún peor, la emisión de GEI seguiría creciendo al ritmo de los últimos años y, en consecuencia, a finales de este siglo se alcanzaría un aumento de la temperatura de entre 4 ºC y 5 ºC. En este caso, el resultado sería "un rápido colapso de la criosfera; y pérdidas y daños esencialmente permanentes y extremos", vaticina el informe. Las tasas de aumento del nivel del mar de 5 centímetros cada año podrían ser habituales para el 2150, con un aumento del nivel del mar de hasta 15 metros para el 2300.
"La mayor parte de los océanos Ártico y Austral (Antártico) se volverían extremadamente corrosivos (acidez elevada) y serían incapaces de soportar los patrones actuales de vida marina, con graves eventos de extinción en las zonas polares", concluye este estudio a modo de advertencia casi apocalíptica.
El informe hace un repaso de escenarios, con similares consecuencias, en el caso del deshielo de los glaciares, en este caso recordando su enorme importancia como reservas de agua y equilibradores del clima, además de posibles impactos en inundaciones o deslizamiento de tierras.
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