Se trata de un hombre belga que lleva nada menos que nueve años recibiendo pizzas a domicilio sin haberlas pedido, y a veces, varias de ellas al día. Jean Van Landeghem, de 65 años, tiene terror a las pizzas, que aparecen en su casa sin venir a cuento y sin que él haya pedido ninguna.
“Todo comenzó hace nueve años”, ha contado el hombre al diario Het Laatste Nieuws , “De repente, un repartidor de pizza me entregó un montón de ellas. El caso es que yo no había pedido nada”. Al principio, se pensó que era un simple error en la dirección que les habían dado, pero una vez consultó con el restaurante en cuestión, se dio cuenta que era la correcta. Lo que es peor, a partir de ese momento, Van Landeghem reconoce que comenzó a recibir pizzas, kebabs, hamburguesas y todo tipo de comida que no había pedido. Así, durante casi una década.
“Llegan a todas horas, da igual que sea entre semana o fines de semana”, explica el hombre, “Los pedidos provienen de una app, Turnhout (para comida a domicilio), pero también de los comercios de la zona. Ha habido veces que me han entregado pizzas a las dos de la mañana”
“Ya no puedo dormir. Empiezo a temblar cada vez que oigo una moto en la calle. Me entra un no sé qué y tengo miedo de que sea alguien que viene a entregarme pizzas otra vez”. Es más, Van Landeghem recuerda una vez, a comienzos de 2019, que hasta 10 repartidores aparecieron en su casa; uno de ellos, cargando 14 pizzas para entregarle. “Siempre rechazo las entregas, así que nunca he pagado por nada”, insiste, “pero el acoso no solo me molesta a mi, también a los restaurantes, porque les cuesta dinero y luego tienen que tirar la comida. El día que aparecieron los 10 repartidores, eché cuentas y costaba todo unos 450 euros”.
Van Landeghem ha desarrollado una fobia a las pizzas, y asegura que desde hace una década no ha pedido ninguna a domicilio, ni piensa hacerlo. Podría ser obra de un bromista, sino fuese porque una amiga suya, que vive no muy lejos de Van Landeghem, también lleva recibiendo pizzas en casa desde hace una década. Ha llegado a un punto que ambos se lo toman con humor. “A veces las recibimos el mismo día, así que si pasa, nos avisamos el uno al otro de que tenemos una entrega que probablemente aparezca en algún momento”, dice.
Los dos han denunciado lo sucedido a la policía, pero en todos estos años nadie ha sido capaz de identificar al culpable o determinar qué es lo que está pasando. Van Landeghem asegura que está próximo a tomarse la justicia por su mano. “No lo aguanto más. Como encuentre a quien quiera que me haya estado molestando estos últimos nueve años, digamos que no será su mejor día”.