El carcelero del expresidente surafricano Nelson Mandela cumplió su "deseo" de escribir un libro sobre la amistad que mantuvieron, en el que lo recuerda como un hombre "siempre respetuoso" que "convertía lo negativo en positivo".
Christo Brand, el guardián de Mandela durante su largo confinamiento en las prisiones de Robben Island y Pollsmoor, narra la evolución de la extraordinaria relación que mantuvo durante tres décadas con el Nobel de la Paz, en un libro que sale a la venta el próximo martes 25.
"Mandela, Mi prisionero, mi amigo" resume cómo se forjó la particular e improbable unión entre un joven carcelero de 19 años, blanco y afrikáner, con un preso político de 60 años, que se convertiría en el primer líder negro de Suráfrica.
Cuando en 1978, en pleno apartheid, Brand empezó a trabajar como guardián en la cárcel de Robben Island, desconocía por completo quién era "Madiba", el abogado de la etnia Xhosa, líder del Congreso Nacional Africano (CNA), un hombre con quien no guardaba puntos en común pero con quien, sin embargo, forjaría una sólida amistad.
Brand escribió esas 288 páginas "animado" por el propio Mandela, que le "insistió" para que contara la historia de "reconciliación entre un guardián y un preso", según relató en una entrevista con Efe en Londres.
El lanzamiento fue fijado inicialmente para octubre de 2013, si bien el agravamiento del estado de salud del político surafricano, quien solo llegó a leer el primer capítulo, obligó a posponerlo.
Brand tenía la esperanza de que Mandela, que falleció el pasado 5 de diciembre a los 95 años en su casa de Johannesburgo, pudiera estar presente en la presentación del libro.
"Mandela, Mi prisionero, mi amigo" relata muchas anécdotas con el político y recuerda cómo éste jamás se olvidó de su guardián, a quien ofreció un empleo una vez nombrado presidente en 1994.
"Escribir este libro fue el último deseo que Mandela tenía para mí. Cumplí su deseo", aseguró Brand, que habló por última vez con el líder de la lucha antiaparthei en 2013.
El excarcelero, que continúa trabajando en Robben Island -convertida en atracción turística-, rememoró su primer contacto con "Madiba", un hombre al que "debía haber odiado" pero que pronto le hechizó con su bondad y carisma.
"Me dijeron que iba a tratar con delincuentes y encontré a gente mayor humilde, amigable, disciplinada, que dormía en el suelo, como si fueran perros, y aquello me resultó doloroso", afirmó Brand, quien, al igual que Mandela, se crió en un entorno rural.
La novela filtra la percepción del joven guardián sobre su preso, que sobrevivió a 27 años de confinamiento "sin amargura" y "trató de convertir lo negativo en positivo", obsesionado con la educación, "siempre disciplinado, siempre oliendo bien, y siempre intentaba hacer reír a la gente, incluso en los momentos más tristes".
Brand elogia la actitud de Mandela, un hombre que "jamás perdió la esperanza", que "transformó la cárcel en una universidad, intentó cambiar la mentalidad de la gente" y que "hablaba con respeto a todo el mundo, escuchaba y te hacía sentir especial".
"Le llegué a ver como un padre que siempre te daba buenos consejos, que siempre te animaba a estudiar", agregó.
El carcelero explica cómo quebró las reglas durante una visita de la entonces esposa del líder, Winnie Madikizela-Mandela, de quien se separaría 38 años después, en abril de 1992, cuando acudió a Robben Island con un bebé, una de las nietas de "Madiba".
Winnie fue "la persona que mantuvo a Mandela vivo cuando estaba en prisión", opinó Brand, que entonces arriesgó su empleo al permitir al preso sostener durante unos instantes a la niña, "un momento muy emotivo" que el expresidente mantuvo en secreto hasta después de su liberación.
Nelson Mandela, que se casó tres veces y tuvo seis hijos, fue liberado el 11 de febrero de 1990, un acontecimiento celebrado en todo el mundo y que su guardián siguió por televisión, "emocionado y feliz y también triste porque perdía a mi amigo".