El Día Internacional del Beso, que cada año recuerda que un 13 de abril de 2013 una pareja tailandesa alcanzaba el récord de extender el suyo durante 58 horas, hoy se celebra en un contexto mundial de pandemia por coronavirus, donde "besarse es una práctica en stand by", dijo una terapeuta sexual.
“Estamos en medio de la alteración de una conducta hecha hábito y va a llevar tiempo desinstalar el temor al contacto físico por contagio”, advirtió a Télam la licenciada Cecilia Cardarelli, terapeuta sexual con perspectiva de género.
La consecuencia es “una regulación social que nos hace abandonar nuestras costumbres de saludarnos con cualquier persona con un beso”, agregó.
Lejos, muy lejos, de aquel 13 de abril de 2013 cuando una pareja tailandesa rompía su propio récord al besarse ininterrumpidamente durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos, el Día Internacional del Beso se “celebra” entre barbijos, miedo a la saliva ajena y en cuarentena.
“El cambio más rápido se ve en lo social cotidiano, donde en principio habrá una justificación real de ´ya no nos podemos dar más besos ´que será reemplazado por un gesto amable, una sonrisa que siempre ha cumplido una función social muy importante desde lo empático y que no está intervenida por el coronavirus”, señaló Cardarelli.
No obstante, destacó que los vínculos eróticos ocasionales “también van a tener lo suyo porque por el hecho de que el coronavirus sea una infección a través de algo invisible, nunca estaremos del todo seguros si la otra persona o nosotros mismos podemos contagiar o contagiarnos”.
En ese sentido, dijo que la pandemia “seguramente alterará las conductas de conquista por un tiempo, y las personas hipocondríacas o desesperadas por el alcohol en gel se van a replegar un tiempo”.
“Se trata de un cambio que es mundial -agregó- estamos viviendo un momento histórico increíble, una bisagra, y si bien creo que no se trata de la eliminación del beso, sí debemos pensarlo como una práctica en stand by”, aseguró la terapeuta.