Por Soledad Vittori | Revista Nosotros
Clarisa Lenarduzzi contó en una charla íntima con Revista Nosotros todo sobre su historia, desde su crisis vocacional en la adolescencia a su reinvención en la pandemia, pasando por el lanzamiento de nuevas colecciones y proyectos pendientes concretados.
Por Soledad Vittori | Revista Nosotros
Fue un panorama atípico para hacer una entrevista: sin luz, sin batería en los celulares y sin acceso a la grabadora, así se desarrolló la nota. Ambas, entrevistada y entrevistadora, vivimos en el mismo barrio y estábamos en igualdad de condiciones. Sin embargo, Clarisa Lenarduzzi mostró ese aire juvenil que la caracteriza al relajarse con la situación. El salvador del contexto fue Juancito, nuestro jefe de cámara y gran editor que pudo grabar la entrevista entera a partir de la cual se creó la nota. Y ahí arrancamos.
"Elegir qué hacer de mi vida no fue algo que me resultó sencillo. En el año 93 cuando terminé quinto año del colegio me sentí un poco perdida porque veía que todas mis amigas querían estudiar para ser contadoras, abogadas, antropólogas y yo no sabía qué elegir. No me gustaba nada. Sólo me iba bien en dibujo y en gimnasia, pero no soy muy constante con el deporte. Entonces me decanté por el diseño gráfico, que justo abrió ese año en Santa Fe. Estudié durante un año y algo pero no lograba que me guste. Finalmente dejé y me puse a trabajar.
"El cambio radical en mi vida se produjo cuando vi a mi amiga Evelyn con una remera confeccionada por ella misma que me encantó. Y me dijo '¿no querés empezar el curso de costura conmigo?'. El horario me quedaba bien y arranqué a la par que trabajaba. El taller quedaba en Guadalupe, el barrio en el que me crié, lo que hizo de la cuestión algo muy práctico. Me entusiasmó en aquel momento la idea de hacerme prendas como ella.
"Al principio empecé a coser, después estudié diseño de modas y más tarde moldería. Todo este mundo me fue atrapando de a poco. A tal punto que en el instituto donde estudiaba diseño preguntaron en la clase si alguien se animaba a hacer un vestido de novia y yo levanté la mano. Ese fue el primer vestido que hice. Y así arranqué.
"Lo increíble de todo es que mis dos abuelas eran modistas, incluso una tenía una academia en Guadalupe: Amalia Tacca. Yo las veía coser pero no me entusiasmaba tanto. Toda la vida me confeccionaron mi ropa, me gustaba estar con ellas y acompañarlas. Pero en ese momento no me veía cosiendo. Y mirame ahora.
"Hace 25 años que me dedico a coser. Hice de todo, ropa para chicos, uniformes, ropa deportiva, pasé por todos los rubros. Pero siempre me gustó la alta costura. Me quedé con la idea de ese vestido que confeccioné para el desfile. Hasta que un día vino una chica a pedirme para hacer su vestido de novia, y después otra y así se fue haciendo la rueda entre vestidos de novia, de 15 y de recepción. Increíble.
"Y ahora arranqué un nuevo emprendimiento aparte de la alta costura. Hace 4 años me mudé a una casita en Barrio Candioti y empecé a dar clases de costura, que era una cuenta pendiente que tenía. Al principio me dio un poco de miedo porque dije quién va a querer estudiar costura y me sorprendió lo rápido que se llenaron los cupos. Hoy tengo 50 alumnas con grupos muy variados en edades, tengo un grupo de 8 a 10 años de nenitas que quieren aprender a coser, chicas de 18 y 19 que arrancaron a estudiar diseño de modas pero que no les enseñan costura en el lugar entonces vienen acá a aprender y a armar las colecciones que tienen que presentar a fin de año, y otros cuantos de mujeres más grandes. Me encanta ver cuando mis alumnas se lanzan a crear emprendimientos con las herramientas que les enseñé, me hace feliz ver cómo se animan a emprender", destacó Lenarduzzi.
Lenarduzzi se unió con Sole Bobbio, reconocida ambientadora de fiestas, para crear una línea de decoración única y exclusiva. "Durante la pandemia decidimos hacer con mi amiga Sole, dueña de La Tiendita, un proyecto en conjunto. Teníamos esta tarea pendiente desde hace mucho, la de generar algo entre las dos donde pudiésemos fusionar lo que es deco con la costura. Y fue como surgió una línea muy hermosa de manteles, servilletas y caminos de mesas en color blanco que fue un éxito. Por suerte la colección se vendió entera y ya encargamos más telas que nos tienen que traer de Buenos Aires para rehacer stock. Me pone muy contenta el triunfo de este nuevo proyecto", afirmó la diseñadora.
Clarisa contó a Nosotros que los dos primeros meses de la pandemia fueron duros. Las fiestas estaban suspendidas, las alumnas no podían concurrir a las clases y Lenarduzzi no sabía qué hacer. Hasta que una amiga que tiene una empresa muy grande la contactó para preguntarle si podía confeccionar 500 barbijos para sus empleados. Y no dudó, fue a su taller, sacó un molde, lo probó y se largó. Implementó este sistema con varias empresas hasta que se lanzó a hacer personales de su marca para vender al público en general. Tiempo después pudo volver a abrir sus puertas para dar clases. Entre estas, los barbijos y la colección con Sole, sobrelleva la pandemia.
Incluso afirmó que después de todos estos meses sigue siendo muy grande la demanda de barbijos. "La gente los pierde, quiere otros, uno para salir, uno con brillos, con lentejuelas, más sport o el de la estrella que es mi logo. Gracias a Dios sigo haciendo mucho", finalizó la entrevistada.