Por: Daniel Dessein
Presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y de La Gaceta (Tucumán).
Por: Daniel Dessein
Presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) y de La Gaceta (Tucumán).
Cuando vemos el mapa (de Desiertos Informativos elaborado por Fopea) observamos que en los centros urbanos y en la zona centro de la Argentina hay mejores condiciones para el desarrollo del periodismo y de empresas periodísticas porque hay variables que inciden mucho en la fertilidad de la creación o el mantenimiento de estructuras y, por lo tanto, en el nivel de rigor e independencia editorial frente al poder.
Hay variables que tienen que ver con lo institucional: qué nivel de independencia de poderes tiene ese municipio, esa provincia o región, qué niveles de alternancia y continuidad en la rotación política. Otras variables son económicas: en la medida en que exista una economía pujante el periodismo tiene más chance de abastecerse de su combustible fundamental que es la publicidad. Es importante establecer cuál es el peso del sector público sobre el sector privado, cuál es el nivel cultural de esa comunidad, cómo está vinculada al debate público. Ese conjunto de indicadores nos permiten ver cuán apto es el territorio para el surgimiento de nuevos medios, el mantenimiento de los que ya existen y los niveles de fortaleza para cumplir con su función.
En ese contexto, el mapa es preocupante porque nos muestra muchos colores rojos intensos o anaranjados que se dan en presencia de un deterioro de estas variables.
Me parece que es buena la figura de bosque porque indica algo que está vivo y dinámico pero que, a la vez, es frágil y puede ser sometido a un proceso de deforestación. Y la figura del desierto muestra que cuando desaparecen esos medios que, en el caso de la gráfica están desde hace 50 años o más en ese distrito, desaparece también toda una historia de esos pueblos y ciudades.
La Argentina tiene muchos distritos que han perdido sus diarios o medios de comunicación emblemáticos, y el desierto es la figura que nos muestra la dificultad de refertilizar esos terrenos. Allí es muy difícil volver a plantar la semilla del periodismo para que germine ese espacio que proporciona las herramientas para que la ciudadanía sea partícipe de los debates. No es un problema de un gremio, del periodismo, de una industria. Es un problema de la sociedad toda.
Por otro lado, la autonomía económica es un requisito para la independencia editorial y la mayor desagregación de esa "torta" es el mejor indicador de los márgenes de libertad con que podrá actuar ese medio. Cuando el sector público tiene una posición predominante, y vemos muchos casos en el norte del país con estructuras muy feudales, sociedades donde la dependencia del sector público es altísimo, el periodismo tiene poco oxígeno para alimentarse. Entonces, la posibilidad de nutrirse del periodismo es esencial para que pueda cumplir con su función y, en definitiva, darle voz a esa comunidad, narrar su historia, recibir sus inquietudes y hacerlo con los más amplios márgenes de libertad. Porque cuando hablamos de libertad de expresión, lo hacemos desde el derecho de la ciudadanía a estar informada para que la democracia sea realmente plena.