Miércoles 13.4.2022
/Última actualización 13:38
Agustina está por cumplir 6 años y desde que comenzó su vida escolar pide llorando: “¡Dios, llevame al cielo!”. Así lo cuenta, entre lágrimas, su papá. La angustia de la nena es la de toda la familia, que no sabe cómo ayudarla ni qué hacer para que vuelva a ser la nena dulce y alegre que solía ser hasta hace poco más de un año.
Desde que comenzó a recibir hostigamientos en la escuela, se convirtió en una nena solitaria. A veces se muestra enojada y no responde cuando le preguntan qué le pasa.
“Ya el año pasado le decían cosas en el jardín, pero por ahí como era más chica no se daba cuenta pero ahora sí y le duele lo que escucha. Todos los días regresa a casa llorando, enojada, nos pide no ir más a la escuela y dice que se quiere ir al cielo. Nos enteramos que este no es el primer caso de maltrato en la escuela, hay nenes que hasta son golpeados por sus compañeros”, cuenta Juan Carlos Palma (45), papá de la nena.
Agustina no contó nada de lo que le sucedía en su casa. Al empezar el primer grado su familia la vio entrar a su casa llorando, molesta y que hasta tiraba su mochila. Dejó de ver los dibujitos como antes, las pocas veces que sale a jugar lo hace sola. Su carácter cambió, según publica Infobae.
Cada vez que le preguntaban qué pasaba, la nena se negaba a hablar y su familia comenzó a preocuparse. Fue su hermana Sara, de 18 años, la que logró que pudiera contar el motivo de su sufrimiento. “Dijo que en la escuela se ríen de ella, que le dicen ‘gorda cerda’, ‘gorda chancha’, ‘gorda puta’... ¡Tiene cinco años y tiene que escuchar todo eso!”, reclama quebrado su padre. En un intento desesperado de hacer algo para ayudarla, su mamá Verónica la grabó contando qué le dicen sus compañeros de escuela y compartió esas imágenes con sus hermanas. Una de las tías de Agustina subió el video a sus redes y se volvió viral.
Gentileza D.REl hombre también cuenta que minutos antes de responder al llamado de Infobae había estado reunido con la directora de la Escuela Nº 1-105 Lindor Castillo, de La Arboleda, en Tupungato (Mendoza).
“¿Sabés qué me dijo? Que Agustina va a quedar como estúpida, como una tonta, por los videos que subieron a las redes. Y dijo que es una nena que se duerme en clase, que va al comedor a pedir pan... ¡y lo decía de una manera que me dio mucha bronca! Mi hija es una nena con mucha energía, ¿cómo va a decir que duerme en el salón?”, dice angustiado Juan Carlos, que solo espera que el calvario de su niña termine.
“No quiero ir más a la escuela. Me dicen gorda. Me tratan de gorda chancha, estoy cansada. Me tienen harta”, se queja entre llantos, Agustina, con mucho enojo y a la vez, una tristeza infinita. Se trata de una grabación de pocos segundos, pero contundente. Golpea fuerte a quien la escucha.
“¡Mi Dios! ¿Qué está pasando? No lo quería hacer público, pero basta. Ella es mi sobrina y recibe bullying todos los días en la escuela. ¡Tan sólo tiene 5 añitos! ¡Basta de bullying! Los niños también sufren. Pónganse todos en el lugar del otro”, escribió angustiada en su perfil de Facebook Mariela Paz, tía de la nena, junto a las imágenes que superan los 95 mil compartidos, 11 mil reacciones y 4 mil comentarios.
En febrero pasado, la historia de Drayke Hardman, el niño que se suicidó en Estados Unidos tras sufrir bullying escolar, conmocionó al mundo. Pero no hace falta irse a otro país para escuchar acerca del bullying. “Nuestras escuelas tienen tristes protagonistas de estos lamentables sucesos todo el tiempo. Es más, hay chicos que, a poco de comenzar las clases, están angustiados de pensar en volver a las aulas y pasar por ese calvario”, opinó entonces Laura Lewin, capacitadora, autora y consultora en temas de gestión educativa, neuroeducación y manejo del aula.
La especialista también destacó: “El bullying no es una broma ni una etapa. Puede ser perjudicial para la vida de una persona, ya que atenta directamente contra la dignidad. El acoso escolar es un problema grave que ataca a niños y jóvenes, minando su autoestima y confianza, provocando en muchos casos ansiedad y depresión, dejando en la persona serias dificultades para adaptarse a la sociedad, y, como en el caso de Drayke y muchísimos otros, el suicidio. Afecta negativamente la salud y bienestar de los estudiantes, convirtiendo el entorno educativo en un espacio inseguro para ellos”.
Es por esto que la familia de Agustina decidió hacer público el caso de su hija y pedir ayuda, aunque temen que la escuela apunte contra ellos por la difusión de esta historia.
Luego que se difundiera el video (grabado el lunes 11 de abril), Agustina no fue a la escuela. No ir le da tranquilidad, sintiéndose mejor en la seguridad que le ofrece su casa.
“Se siente mejor estando en casa, pero basta mencionar la escuela para que se ponga mal. Se encierra. Esto es para nosotros un proceso difícil y como papá se me parte el corazón de ver a mi hija así y de saber que esté padeciendo tanta crueldad”, expresa Juan Carlos. Recuerda que el año pasado llegaba del jardín, pedía el celular y se quedaba sola viendo los dibujitos y no contaba nada. La veía rara y le preguntaba qué le pasaba pero no lo decía. Intuye que por esos días había iniciado el hostigamiento y pidió ayuda en la escuela.
En ese entonces, habló con la maestra para contarle qué estaba sucediéndole a su hija. “Me dijo que iba a tomar cartas en el asunto, pero siguió pasando. Nosotros aguantamos la situación como familia y Agus terminó el jardín, pensamos que eso iba a terminar en primer grado y no fue así. Siguió ocurriendo y ella comenzó a darse cuenta de la gravedad de las cosas que le dicen en cada insulto... La dejaron apartada, empezó a jugar sola en la escuela y nosotros notamos su cambio de actitud y seguía sin querer contar qué le pasaba”.
Gentileza D.RSu hermana Sara —Agustina es la menor, tiene otra hermana de 23 años y un hermano de 13 — le contó a sus padres lo que estaba viviendo Agustina, Una vez que estuvieron al tanto la nena comenzó a pedirles: “No quiero ir más a la escuela, me quiero ir al cielo”, y se largaba a llorar.
El apoyo de la familia es incesante, por lo que fueron en busca de soluciones en la escuela. “Siempre manejamos las cosas en casa, pero esto es grave y no puede quedar así”, explica Juan Carlos, un hombre que trabaja días completos en la cosecha de papas.
En la tarde del martes, Verónica y Juan Carlos se reunieron con la directora de la escuela donde Agustina para llevarle tranquilidad a la niña, pero no la encontraron.
“La directora la culpó a ella de salir al recreo para ir al comedor a pedirle a la celadora que le dé galletas y pan... También me dijo que debe ser diabética y me preguntó si está en tratamiento médico por el peso... Yo esperaba que ella llamara a los padres de los niños que la insultan para hablar con ellos. Eran cuatro las familias las que debía juntar. No conozco a ninguno porque por mi horarios de trabajo pude ir pocas veces a la escuela y creo que no son del barrio”, agrega.
Para ellos, tras la reunión fallida en la escuela, no queda más que dar el paso siguiente y elevar la situación en la Dirección de Escuelas porque “han habido varios casos de niños golpeados adentro de la escuela, hay otras denuncias”, dice Juan Carlos.
“Cuando le dije a la directora que haría eso, como tomándome el pelo, me dice: ‘¿Conocés la escuela Toro? La Dirección está a la vuelta, si la quiere hacer...’ Yo fui a contarle lo mal que se siente mi hija y me encontré con actitudes que no vienen al caso y que no esperaba. Me dijo que los videos que subió mi cuñada fueron una payasada”.
Juan Carlos y Verónica, como toda la familia de Agustina, sólo desean que su hija vuelva a ser la misma nena que era. “Cada vez que yo llegaba de trabajar, ella se sentaba en mis piernas, me abrazaba y me decía: ¡Papi te quiero mucho!, ya no lo hace. No es el amor de nena que era antes. Por todo esto que le están haciendo está así, no puede ser por otro motivo.”
“A los padres de los chicos que hacen bullying les pido que eduquen a sus hijos mostrándoles qué es hacer el bien y qué hacer el mal, que les hablen para que no hagan esto, que sean amistosos con otros niños, que hablen con ellos y les expliquen que hacen mucho daño, que no es gracioso. Y a los papás de nenes que sufran como mi hija les pido que lo cuenten, que hablen porque así esto se puede resolver y terminar”, finaliza