Redacción de El Litoral
Compañero de armas de Fidel Castro, el médico argentino fue uno de los grandes protagonistas de la Revolución cubana. Su fama como audaz y brillante comandante rebelde fue creciendo con el tiempo hasta convertirse, tras su muerte, en un auténtico mito de la guerrilla latinoamericana del siglo XX.
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DPA/Theo Peters
Ernesto “Che” Guevara fue la imagen personificada de la revolución armada, ídolo de toda una generación de jóvenes de izquierda, desde México hasta Francia, y ejemplo máximo de la entrega incondicional, hasta la muerte, a la causa de la revolución socialista.
Explotado hasta con fines comerciales, su retrato clásico, con la boina negra, pelo largo y la mirada serena dirigida hacia el horizonte, dio la vuelta al mundo en la década de los ‘60 como símbolo de la protesta mundial contra el “imperialismo norteamericano”.
Nacido el 14 de junio de 1928 en Argentina, Ernesto Guevara de la Serna descubrió su vocación revolucionaria durante dos largos viajes que realizó a principios de los años ‘50 por América Latina, cuando era estudiante de Medicina, que le permitieron tomar consciencia de la miseria, la injusticia y la explotación imperantes en la región.
Tras un frustrado intento de organizar la resistencia contra el golpe militar pro norteamericano que derrocó en 1954 al Gobierno reformista de Jacobo Arbenz en Guatemala, el joven Guevara viajó a México. Allí conoció a Fidel Castro, quien lo convenció para que se uniera al grupo de exiliados cubanos que se preparaba para invadir Cuba y liberar al país de la dictadura del general Fulgencio Batista.
El comandante
Ya conocido como “el Che” Guevara y ascendido a comandante por sus grandes habilidades tácticas, que le permitieron convertirse más tarde en el principal teórico de la lucha guerrillera en América Latina, dirigió la batalla decisiva de Santa Clara, que en diciembre de 1958 selló la derrota militar de la dictadura de Batista.
Tras el triunfo de la revolución, el 1º de enero de 1959, fue nombrado presidente del Banco Nacional de Cuba y más tarde ministro de Industria.
Sus frecuentes viajes al exterior como embajador de la Revolución, que le llevaron a conocer Moscú y otras capitales socialistas, enfriaron progresivamente su inicial entusiasmo por la Unión Soviética debido a su burocratismo, el énfasis en estímulos materiales y el escaso apoyo a los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo.
En un discurso pronunciado en Argel, en marzo de 1965, acusó indirectamente a la Unión Soviética, ya convertida en principal aliada de Cuba, de incurrir en las mismas prácticas de explotación al Tercer Mundo que las que aplicaba el capitalismo.
Según diversas fuentes, entre ellas el periódico francés Le Monde, esta crítica pública y manifiesta a la Unión Soviética motivó a su regreso a La Habana un severo altercado con Fidel Castro.
En Bolivia
Hombre de acción no satisfecho con hacer la revolución en un solo país, fue al Congo para apoyar a la guerrilla en su lucha contra las fuerzas mercenarias pro occidentales en esa antigua colonia belga del África. Frustrado por la corrupción y la escasa moral de lucha de los dirigentes revolucionarios congoleños, retornó en marzo de 1966 a Cuba, desde donde partiría meses después a Bolivia para crear en el centro de América del Sur un foco guerrillero concebido como embrión de una guerra revolucionaria en todo el subcontinente.
“Crear dos, tres, muchos Vietnam”, rezaba el mensaje que “el Che” dirigió en abril de 1967 desde la selva boliviana a un congreso de organizaciones antiimperialistas del Tercer Mundo en La Habana. En el mismo mensaje, Guevara generó una fuerte polémica al ensalzar, en su definición del combatiente revolucionario, “el odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”.
Nace el mito
Seis meses más tarde, Guevara, el enemigo número uno de Estados Unidos en América Latina, cayó herido en combate con soldados bolivianos asesorados por especialistas norteamericanos en contrainsurgencia. La última guerrilla del Che fracasó por el escaso apoyo por parte de la población campesina, la falta de contacto con los mineros, el sector más revolucionario de la clase obrera boliviana, disputas con el Partido Comunista boliviano y una evidente subestimación de la fuerza del enemigo.
Tras ser capturado herido leve, Guevara fue ejecutado a balazos en la escuela del caserío de La Higuera. Su cadáver, enterrado en secreto, no fue descubierto hasta 30 años después y fue trasladado a Cuba, donde yace en un monumento erigido en su memoria en Santa Clara.
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“El Che” Guevara sigue siendo la encarnación del revolucionario incansable que es idolatrado por muchos pese a sus actos violentos. Su fusilamiento el 9 de octubre de 1967 en Bolivia lo convirtió en un “mártir”, algo que tuvo varias consecuencias históricas y culturales clave:
- Conflicto este-oeste. La guerrilla del “Che” alimentó el temor de “una segunda Cuba” en América Latina y del aumento de la influencia de la Unión Soviética en el “patio trasero” de Estados Unidos. Eso llevó a una masiva intervención de Washington en Chile y Nicaragua y a apoyar a las dictaduras militares que asolaron Sudamérica en la década de los 70.
- Ícono del ‘68: Guevara estuvo presente en todas las manifestaciones de la generación del ‘68, ya sea en París o en cualquier otra parte del mundo. Su frase “¡Seamos realistas, pidamos lo imposible!”, se convirtió en el eslogan de toda una generación.
- Izquierda latinoamericana: Con la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela en 1999 comenzó en Sudamérica una década de gobiernos de izquierda en varios países. Sobre todo él y Evo Morales en Bolivia se remitieron siempre al “Che” como su modelo a seguir. Se creó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), con lo que Cuba ya no estuvo tan aislada.
- Mitificación: Pese a que “el Che” Guevara fue responsable de ejecuciones y apoyó la persecución de quienes no pensaban como él en Cuba, es hasta hoy una de las figuras más idolatradas del mundo y es sinónimo de lucha a favor de los pobres y contra la opresión.
- Ícono pop: En camisetas, pósters o en el brazo de Diego Maradona, no hay otra imagen tantas veces reproducida como la del Che con la boina mirando al horizonte, inmortalizada por el fotógrafo Alberto Korda.