"No me parece bueno ir a la historia a buscar amigos o enemigos, héroes y villanos"
Escritor, guionista, Licenciado en Historia y docente, Eduardo Sacheri escribió "Los Días De La Revolución (1806 - 1820) – Una historia de Argentina cuando no era Argentina" que pone en contexto y narra con un lenguaje coloquial el final del Virreinato y el nacimiento de nuestro país.
Escritor, guionista, Licenciado en Historia y docente, Eduardo Sacheri, autor de cuentos y novelas entre las que se destacan "La pregunta de sus ojos" en la que se basa la película "El secreto de sus ojos" que ganó el Oscar en 2010 y "La noche de la Usina" con la que ganó el Premio Alfaguara de Novela 2016, escribió "Los Días De La Revolución (1806 - 1820) – Una historia de Argentina cuando no era Argentina" que pone en contexto y narra con un lenguaje coloquial el final del Virreinato y el nacimiento de nuestro país.
"Me pareció interesante tratar de acercar los conocimientos que circulan muy bien en las universidades a un público más amplio, con el desafío que eso implica; de respetar la complejidad, pero al mismo tiempo hacerlo comprensible para un público general y no de especialistas, que es algo que uno como profesor intenta todo el tiempo con sus alumnos. Llevarlo a un libro es apostar a que le llegue a mucha más gente", cuenta sobre su primer libro de historia.
-El libro narra un periodo de la historia que la mayoría vemos en la escuela primaria y después casi no aparece.
-Queda en la escuela en cuanto a la enseñanza, pero estamos rodeados por ese período en el nombre de las cosas, en los feriados. La idea de argentinidad, de identidad, está muy vinculada con ese periodo, pero de una manera bastante sacralizada y no se vuelve a pensar mucho en cómo fue esa construcción. Para el recuerdo escolar está bien, pero me parece que las preguntas que nos hacemos con respecto a ese tiempo son útiles también para el presente como quienes somos, hasta donde llega el nosotros, hacia donde queremos ir. Por supuesto, no se responden del mismo modo hoy que hace 200 años, pero una manera de contestar mejor es ver como empezaron a responder a esta pregunta los que vivían acá entonces. Y tratar de relacionar una cosa con la otra te permite pensar de otra manera, más rica. Por eso me parece interesante refrescar todo el siglo XIX de esta región, pero con una aproximación más compleja, no solo con esto de los grandes hombres conduciendo a la patria, sino a partir de otro montón de cosas que se le pueden incorporar.
Gentileza Editorial Penguin Random House
-El libro narra que estos grandes hombres de los que hablas no llegaron de la nada, sino que fueron la consecuencia de un proceso.
-Es importante inscribir a las personas en los tiempos que viven. Uno los mira aislados y parecen grandes personalidades que mueven la historia, como si fueran gigante Es cierto que los lideres tienen protagonismo, pero no están en el aire, forman parte de familias, de grupos de personas que tienen determinadas formas de pensar, intereses propios, y eso no los vuelve ni buenos ni malos. Es más, me parece que es mejor tratar de entender antes que juzgar porque a uno le sale mucho eso de aprobar o rechazar.
-Juzgar la historia desde la moral.
-Es inevitable la tentación, pero hay sustraerse a ella. Si te pones a indignarte o a enamorarte dejas de entender o pasa a un segundo plano. Y no me parece bueno que uno vaya a la historia a buscar amigos o enemigos, héroes y villanos. Si uno tiene el interés de ir, me parece mejor hacerlo con preguntas amplias, que no tengan que ver con la moral sino con la comprensión.
-Hay un par de sucesos previos a la Revolución de Mayo que destacas y que sin ellos es difícil de explicar lo que pasó el 25 mayo, que son la creación de las milicias como consecuencia de las Invasiones Inglesas y la sublevación de Alzaga el 1 de enero de 1809.
-Hay una idea muy impuesta que es que había una nacionalidad argentina deseosa de la libertad. Y cuando te pones a leer, no se encuentra eso. Lo que aparece son personas, con distintas posibilidades e intereses, que se encuentran con que España se estaba cayendo a pedazos. Una cosa es lo que algunos criollos querían hacer y otra lo que los españoles que vivían acá querían hacer. Además, hay un montón de cruces, personas que estaban de un lado y el año siguiente del otro porque van improvisando sus acciones y estrategias, que tiene lógica porque si ves que la realidad se derrumba medio que vas viendo que vas a hacer. Cito ese motín de Alzaga porque lo que me interesa marcar es que no están por un lado los revolucionarios convencidos y por el otro los realistas porque si no, no se entiende lo que pasó.
- ¿Qué fue la Revolución de Mayo y que fuerzas desataron?
-Sobre todo desatan la guerra, cosa que no calculan de ninguna manera. La Revolución de Mayo fue porteña, es la "gente decente" de Buenos Aires la que arma eso. El resto del Virreinato no participa. Ahora, cuando se involucran, desatan 14 años de guerras locales, porque las guerras por la Independencia no son entre criollos y españoles, España al Río de la Plata no manda un soldado en todos esos años. Y si a eso le sumas que en unos pocos años el Litoral y la Banda Oriental se niegan a obedecer a Buenos Aires y se desata una guerra entre el Directorio y la Liga de los Pueblos Libres, se les despedaza el mundo. Paro el libro en 1820 y el saldo que dejan esos años no son de felicidad ni de prosperidad ni de alegría ni del nacimiento de una Nación. Son años de confusión, descalabro económico, perdida de recursos, de vidas humanas. ¿Quién gana? Nadie, pierden todos.
-Contas que los objetivos de la Revolución de Mayo no fueron cumplidos a excepción del de la declaración de la Independencia en 1816, que de todas maneras no fue reconocido por una buena parte del país como el Litoral.
-Ni participan del Congreso de Tucumán, aunque después terminan reconociéndola. Ahora, les costó 6 años declarar la Independencia. No es que se les olvidó hacerlo, sino que dudan un montón, van y vienen. Cuando las guerras vienen bien se entusiasman con separase de España y cuando vienen mal reculan en chancleta. Otro de los objetivos del libro es sacar el ojo de Buenos Aires porque si nos quedamos solo con lo que pasa ahí parece que todo fuera una cuestión de intrigas locales. Y lo que pasa en Buenos Aires también tiene que ver con lo que le pasa a Belgrano con el ejército del Norte o lo que pasa con Fernando VII en España.
-En el medio de estas guerras, sucede la Asamblea del año XIII que en el medio del caos toma algunas medidas de avanzada para la época como la libertad de vientre, la libertad de prensa, la división de poderes, la abolición de los títulos de nobleza.
-Seguro. La Asamblea del año XIII, que es una asamblea constituyente, tiene la misión de dictar una constitución y declarar la independencia y no lo puede hacer porque de 1813 a 1815 parece que la revolución va a morir. En 1815, salvo el pedazo del Virreinato que ocupaban Buenos Aire y el Litoral, todo lo demás estaba bajo control realista. Entonces, Carlos María de Alvear, que era el director Supremo, volvió a izar la bandera española. Si moralizamos decís "que cobarde Alvear". Si no moralizamos, vemos que tuvieron un ataque de prudencia para que nos los arrasen como estaba sucediendo en Venezuela o en Colombia.
-Un hecho que contas en el libro y que muestra un poco los intereses y las circunstancias históricas en las que se movían es cuando el director Pueyrredón negocia con los portugueses y hace la vista gorda para que entren en Uruguay y se encarguen de Artigas.
-Como no había identidades nacionales definidas, sino que lo que había era un virreinato que se había roto todo, en el fondo, así como a Pueyrredón no le molestaba que los portugueses desde Brasil invadan la Banda Oriental, a los comerciantes de Montevideo tampoco porque no son uruguayos, sino que son comerciantes de Montevideo a los cuales Artigas no les caía muy bien. El juego de intereses no tiene tanto que ver con ser traidores o no a la patria. Si hoy es discutible que es la patria, quienes son la patria, imagínate 200 años atrás. Después de 1820, cuando se terminan estas disputas, las provincias se van a involucrar en una guerra contra Brasil para recuperarla. Hay un montón de idas y vueltas muy interesantes si uno no las mira con el diario del lunes, porque nosotros sabemos cómo terminaron las cosas, pero ellos no y esa es una enorme diferencia.
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- ¿Qué cosas se han mantenido de manera permanente en la historia argentina? Yo pensé en la cuestión del federalismo.
-Ese es uno, si bien hasta 1820 está en discusión. La única Constitución que se aprueba en 1819 es unitaria y fue rechazada por las provincias como también lo fue la de 1826. Lo de buscar la prosperidad por el lado agropecuario también va a quedar. Pasaron 200 años y si bien ahora la industria se ha desarrollado, la matriz productiva no la hemos cambiado. Cuando nuestro contacto con el mundo dejó de ser la plata del Alto Perú, la reemplazaron los productos del campo, antes el cuero y ahora la soja, el maíz y el trigo. Y otra cosa que tampoco cambió es que el área de la Cuenca del Plata, por llamarle de alguna manera, sigue siendo el centro del país. En 1810 ya las provincias del norte se empezaron a empobrecer y su población a migrar hacia el Litoral y eso sigue siendo así, lamentablemente.
- ¿Hubo jacobinos? ¿Existió el Plan de Operaciones de Moreno?
-Lo del Plan de Operaciones existió, el tema es si la autoría es de Moreno. Algunos dicen que sí y otros que no. Respecto de los jacobinos, la Revolución Francesa había sido 20 años antes y en mayo de 1810 todavía Napoleón se estaba llevando puesta medio Europa en su nombre. Hay algunos acá que imaginan aprovechar la revolución no solo para separarse de España sino para renovar la sociedad local. Pero son pocos. No hubo una revolución social acompañando la revolución política. ¿Se involucraron los sectores populares en la Revolución de Mayo? Si, pero de manera subordinada. Básicamente serán soldados que, a su manera, sobre todo para los esclavos, era una promoción. Ahí hay una renovación social, que no es una revolución que altera las jerarquías. En esos ejércitos los de clase alta son los oficiales y los de clase baja la tropa, todo está bastante controlado. Y con los indígenas era medio parecido. ¿Cómo queda la cosa en 1820 en relación con este jacobinismo?' No hubo una revolución social, pero en 1821 el sufragio era universal, aunque no obligatorio, aquella sociedad se acostumbró a que cualquier hombre libre podía votar, que para esa fecha era novedoso en el mundo.
-Probablemente además porque le servía a la elite para legitimarse en el poder.
-Claro porque ahora que ya no hay más Rey y si van a ser una república de alguna manera tenían que legitimarla. ¿Y cuál es la que tenían? El voto. Algunas posturas historiográficas dicen que al pueblo lo mantuvieron aparte, no lo hicieron participe. Al contrario, lo involucraron como fuente de legitimación.
-Hay dos personajes que fueron protagonistas de la época como Belgrano y San Martin. ¿Cómo fue su actuación? ¿Fueron los próceres que todos creemos que fueron?
-Quien los instala como proceres es Bartolomé Mitre en la segunda mitad del siglo XIX. Los eleva a esa categoría y da las razones. Ahora, como toda cristalización es arbitraria. Belgrano arranca siendo funcionario español en el Consulado y en 1800 supone que hay para 100 años de imperio español por delante, ni se imagina su derrumbe. Pero después es uno de los que improvisa en la revolución, en el ejército, se va entusiasmando con la independencia y en 1816 es de los que más insiste para que se declare la independencia. Al mismo tiempo es uno de los más preocupados por el desorden político y social que generaron, por eso es de los más monárquicos. Acá volvemos a lo de la moralización de la historia. ¿Por qué tenemos que ocultar que Belgrano era monárquico? Además, por entonces la única republica que había en el mundo era EE. UU. En el caso de San Martin, no es argentino, sino que es correntino y americano, así como Belgrano es porteño y americano, que son las identidades en esa época. En tanto americano, dice que para derrotar a los españoles hay que ir a Perú y para llegar allí hay que ir por Chile. En la última etapa, cuando se lleva el ejercito al Perú, queda colgado de un pincel porque no tiene un gobierno detrás. A diferencia de Bolívar, que es la máxima autoridad de la Gran Colombia, San Martin inició la campaña en nombre del director Supremo, pero en 1820 ya no hay más director Supremo sino provincia sueltas que no le dan un peso. Por eso tiene lógica que San Martin le deje a Bolívar las tropas para que haga el ataque final en Junín y Ayacucho.
- ¿Qué tienen de parecido los dos?
-Una gran mesura, una gran prudencia para salir del escenario. Los dos son muy disciplinados. No tienen esta ambición de poder desenfrenado que se ve en lideres políticos de diferentes épocas. De hecho, el San Martin que pasa 20 años en el exilio también tiene que ver con esto de "mi objetivo era consolidar militarmente la independencia y ya lo hice". Vuelve para la guerra con Brasil, ve que la situación es muy difícil, que lo va a involucrar políticamente y ni siquiera baja del barco, se vuelve. Me parece muy valioso esto de gente que recorta su esfera de acción, que no se siente especialista en todo. Cuando San Martin siente que hay algo en lo que puede colaborar, viene. Cuando se queda sin respaldo, se va. No tiene la idea de perpetuarse ni de consolidar un poder personal, a mí me gusta la gente dispuesta a limitar su propio poder y el tamaño de su figura.
-El libro está escrito en un tono coloquial ¿Pensaste en las críticas que te puede hacer la academia?
-Si, pero ese es el objetivo del libro. Yo no escribo nada que los muy buenos académicos que tenemos no sepan. Tengo la sensación de que hay una distancia muy grande entre el conocimiento que circula en el mundo académico y el que circula en la sociedad. Si se convierte en un peldaño para que el público en general se aproxime un poco y después siga subiendo, mejor. Es un libro de divulgación y la divulgación necesita algunas herramientas de proximidad. Prefiero buscar una facilidad en lo coloquial y no en la simplificación teórica. Leí a Halperin Donghi, a Ternavasio, a Chiaramonte, los tengo a todos en la cabeza. El desafío fue tratar de respetar sus conceptos explicándolo fácil. Pero no estoy seguro de que funcione. Es tentador entrar en esta cosa de "te estuvieron mintiendo, hay una historia que te ocultaron y ahora yo te voy a decir la verdad". Creo que lo que está oculto es porque todavía no lo hemos terminado de entender, no hay nadie ocultándolo. El tema es que es un pasado lejano y 200 años después es difícil de entender. Hay una serie de académicos que han hecho un gran esfuerzo por tratar de entenderlo, pero su conocimiento tiene una complejidad y un lenguaje de circulación muy propio de una pequeña comunidad científica. El asunto es tratar de acercarlo.