Cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales.
La fecha elegida en 1971 para recordar la Convención sobre los Humedales en Ramsar, Irán, tiene un profundo significado espiritual.
Cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales.
Fue decretado en 1997 y la fecha fue elegida en conmemoración a la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, que se celebró el 2 de febrero de 1971 en Ramsar, Irán.
Los humedales son extensiones de tierra inundadas de forma permanente.
En esta categoría están los pantanos, turberas, marismas, arrecifes de coral, manglares, lagos, ríos. Son los ecosistemas híbridos de agua dulce o salada y los llamados humedales artificiales como los embalses, las salinas o los estanques.
Su importancia es fundamental para la vida en el planeta gracias a que son ecosistemas, donde viven un gran número de especies animales y vegetales, y que se encargan de regular el ciclo del agua y el clima, creando de esta manera un equilibrio perfecto.
Además, aportan al hombre recursos indispensables para disfrutar de una mejor calidad de vida.
Sin embargo, hoy se ve con preocupación que corren el riesgo de desaparecer pues se degradan de manera vertiginosa.
Se calcula que en los últimos 35 años ha desaparecido más de la mitad de los humedales del mundo.
Son reservorios que albergan vida, y que contribuyen a crear un perfecto equilibrio en los distintos ecosistemas del planeta. Así que, de su perfecto funcionamiento, dependerá que el 40 de los vegetales y animales que existen en todo el planeta sigan con vida.
Si se los conserva, más de mil millones de personas en todo el planeta puedan seguir viviendo de los humedales.
En las turberas se concentra el 30 por ciento del carbono que existe en toda la Tierra y los humedales se encargan de eliminar los contaminantes y esto permite disfrutar de un agua limpia.
Aunque popularmente se le llama «diosa del mar» o «virgen del mar», Iemanjá propiamente es un orixá o entidad espiritual originaria de la religión africana yoruba.
Por ser fruto de un sincretismo con la devoción a Stella Maris, una advocación mariana patrona de los navegantes, muchos católicos confunden esta devoción a la Virgen con Iemanjá.
El sincretismo afrobrasileño adoptó la fiesta de la Virgen de la Candelaria como día de Iemanjá, lo cual incrementó la confusión. En la religiosidad popular del Río de la Plata, el 2 de febrero es más conocido como día de Iemanjá que la fiesta cristiana original.
Los esclavos traídos de África al Brasil durante la época colonial eran insertados en una cultura fundamentalmente europea, donde tuvieron grandes dificultades para mantener vivas sus tradiciones, costumbres y creencias religiosas.
Sus creencias sobrevivieron entremezcladas con elementos de origen indígena y disimuladas bajo el ropaje de las imágenes de santos católicos, de la Virgen María y de Jesús.
Con el tiempo también influyó el espiritismo en la doctrina y prácticas de estos cultos dándole un carácter más esotérico. Por esta razón vemos en sus ritos y creencias elementos de diverso origen: africano, católico, indígena y espiritista.
El origen de los esclavos llevados a Brasil por traficantes portugueses correspondía a diversos lugares, con creencias religiosas y culturas diferentes. Las tribus a las que se hace más referencia son los yorubas y bantúes.
El término «umbanda» es de lengua bantú, con él se designaba a los hechiceros y jefes del culto. El origen de la Umbanda como religión es alrededor de 1930 en Niteroi de la mano del capitán José Pesoa, quien practicaba el espiritismo kardecista, aunque el propio sincretismo de estos cultos hace que las doctrinas y prácticas rituales difieran de un terreiro (templo) a otro.
A veces cada terreiro tiene elementos más dominantes, ya sean cristianos, africanos, espiritistas o indígenas. A pesar de las diferencias que pueden encontrarse, intentaremos detallar algunos elementos comunes para comprender sus creencias.
Los practicantes de Umbanda dicen ser monoteístas y creen en un ser supremo (Zambi), creador de todo, irrepresentable, omnipotente y adorado con varios nombres. Luego existen los orixás que son entidades intermedias entre los seres humanos y la divinidad.
Si tenemos en cuenta que el animismo de las religiones africanas espiritualiza la naturaleza y le rinde culto a todas las fuerzas espirituales que están en cada elemento, comprenderemos el por qué de tantos orixás.
Las versiones mitológicas sobre Iemanjá varían de un autor a otro, pero es claramente «la Madre» de la mayoría de los orixás y en la religiosidad popular afrobrasileña se le rinde culto como a una diosa, aunque en la doctrina «oficial» digan que no.
Una de las versiones sostiene que Orixalá (el firmamento) se unió con Odudua (el mundo) y de su unión proceden Aganju (tierra firme) y Iemanjá (agua). De la unión de Iemanjá y Aganju surgió Orungan (aire).
El mito relata que Orungan tiene un amor incestuoso con su madre y ella huyendo horrorizada cae al suelo, y abriéndose su vientre salen de él los demás orixás: Xangó, Omolu, Dadá, Oxosse, Oloxa, Olokun, etc. También existen otros orixás que no son hijos de Iemanjá (Ifá, Doum, Ibeji, etc).
Como en su origen no podían manifestar sus creencias, los esclavos utilizaron las imágenes católicas como camuflaje de sus propias creencias.
Así, la imagen de Jesucristo la usaron para representar a Oxalá, el más importante de los orixás, y la imagen de la Virgen María para representar a Iemanjá.
San Jerónimo es imagen de Xangó u orixá del rayo, san Jorge representa a Ogum u orixá de la guerra y así con una amplia lista del santoral católico.
También utilizaron imágenes de demonios para representar a Exú, un mensajero entre los orixás y los hombres, pero tampoco es el demonio para ellos.
Desde hace unos años se utilizan imágenes de entidades de origen indígena y africano, para recuperar sus raíces, pero el sincretismo con el santoral católico permanece.
Aclaración: esta nota se publicó originalmente el 2 de febrero de 2021
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