El pasado fin de semana, Horacio Baltazar Bugeau, junto a otros tres compañeros, se embarcó en una aventura atravesada por la pesca deportiva en las cercanías de la localidad correntina de Itatí.
El pasado fin de semana, Horacio Baltazar Bugeau, junto a otros tres compañeros, se embarcó en una aventura atravesada por la pesca deportiva en las cercanías de la localidad correntina de Itatí.
Horacio Baltazar es oriundo de la ciudad tucumana de Yerba Buena, al igual que Miguel Angel Bonucci y Cesar Socci que lo acompañaron en el viaje. El cuarto tripulante de la lancha era el guía local ‘’Pipa’’ Romero. Baltazar, además de demostrar su pasión por la pesca, es técnico en el área de Ictiología y miembro del CONICET.
A pesar de la pandemia, la provincia de Corrientes tuvo números positivos en el turismo. Más de un 50% de ocupación y $ 500 millones de pesos según los datos oficiales a mediados de febrero. Una de las actividades principales de la temporada de verano 2021 fue la pesca.
El largo viaje de los tucumanos tuvo como iniciativa la completa recreación. ‘’Contábamos con el suficiente hilo en el carretel para ponerle condimentos a nuestras historias en el fogón. Obvio, siempre con algún espumoso y espirituoso fernet bien cebado, servido en botella cortada y un iceberg flotando’’, comentó Horacio. No contaban con que se encontrarían a un enorme manguruyú que les daría más de 35 minutos de pelea.
El primero en tomar la caña fue su amigo Miguel Angel Bonucci, al cual ‘’los brazos le quedaron pidiendo auxilio después de pulsear por más al animalito que tenía prendido’’, bromeó Baltazar.
‘’El bicho hacía lo que quería, y no pretendía salir del canal principal. La idea era arrimarlo hacia aguas con menos corriente, y menos profundas también.’’
El guía ‘’Pipa’’ Romero fue clave ya que se encargó de dar instrucciones constantes. ‘’Pedía por favor no dejar que la puntera de la caña se acerque al borde de la lancha, o a la pata del motor. Si el multifilamento de la línea rozaba con algo, con esa tensión se cortaba seguro’’, comentó el tucumano.
Los primeros minutos estuvieron plagados de adrenalina, Horacio expresó: ‘’Los nervios nunca se fueron, y todavía no sabíamos que teníamos prendido.’’ Después de 15 minutos peleando, comentó: ‘’Yo creí que el bicho ya se iba a entregar, pero no, lo único que se entregaba era la caña de mano en mano, trabajando toda la tripulación. La generosidad del compadre, me sorprendió, ya que si te dejas monopolizar por el ego, sin buscar ayuda, con el cansancio acumulado podes cometer algún error’’.
Los minutos pasaron y la lucha contra el pez continuó, ‘’no tuve como 20 minutos, empecinado lo quería subir para poder verlo y saber de qué se trataba, pero quedaban fácil 30, o 40 metros de línea afuera, y cada vez que lo jalaba fuerte el bicho cabeceaba y volvía a correr. Yendo de la punta de la lancha a los costados todo el tiempo, atento a que la línea no roce con nada, acomodando el mango de la caña’’, detalló el pescador.
Horacio continuó relatando: ‘’Largamos un poderoso grito cuando lo vimos cerca de la superficie, con semejante cola moviéndose. Todavía quedaba subirlo, y estábamos lejos de la costa, ya que toda la pelea fue en el canal, por más maniobra del guía, el bicho se plantó a pelear ahí, pechando corriente arriba al principio, y corriente abajo después.’’
Luego de controlar al espécimen, determinaron que media 146 cm de longitud total y 100 cm de circunferencia. Incluso se tomaron el trabajo de medir los bigotes, el más extenso alcanzaba los 36 cm.
‘’No podíamos creer lo que teníamos arriba de la lancha.’’
El pesaje también se volvió anecdótico. El instrumento que utilizaron para pesar solo alcanzaba los 50 kg. No lograron colocar por completo al manguruyú que la pesa superó fácilmente su límite y se apagó. ‘’Volvimos a intentar, y antes de que el bicho tenga la aleta adiposa fuera de la superficie, ya hacía tope la balanza. Nunca vamos a saber cuánto pesaba realmente. Para mí 68 kg, pero es una manía que tengo con el número ocho. Quizás, 78 kg, 88 kg, quien sabe’’, relató Horacio.