La industria textil logró recuperarse de la crisis que provocó la pandemia del coronavirus, pero inmediatamente se encontró con otros obstáculos: falta de insumos básicos y mano de obra calificada.
Destacan que la situación que comenzó a sentirse a principio de año, aún se sostiene. Según explican, las trabas para importar y la falta de mano de obra calificada es uno de los motivos que justificarían los incrementos de precios en la indumentaria.
La industria textil logró recuperarse de la crisis que provocó la pandemia del coronavirus, pero inmediatamente se encontró con otros obstáculos: falta de insumos básicos y mano de obra calificada.
“El sector está sufriendo como todas las demás industrias que vienen padeciendo la falta de abastecimiento, tanto de insumos como de la materia prima, clave para que no se frenen los siguientes eslabones para producir”, indicó a Mirador Provincial la titular de la marca Sonder, Silvana Dal Lago.
Otro de los problemas que destaca la empresaria es el “faltante de lo que es tecnología”. Así que “estamos todos los días rezando que no se rompa nada, porque no podemos reponerlo, se complica mucho”.
El caso de Sonder es diferente al de muchas otras firmas. Es que los fabricantes de indumentaria deportiva en Rosario, compran solamente las telas. Porque, todos los demás procesos los realizan ellos mismos dentro de su planta.
Si bien para ellos se trata de un beneficio, porque les permite sostenerse y no necesitan tercerizar ningún proceso productivo, entendiendo que cortan, cosen y estampan, sí tienen las mismas trabas para importar y para encontrar personal calificado para las tareas.
La costura es otro de los problemas graves que viene atravesando la industria textil. Este es uno de los motivos que provoca que esté tan cara la tela. Nosotros contamos con nuestra planta permanente en la costura, pero la mayoría está con problemas para conseguir quien les cosa.
“Se detecta falta de operarios textiles, es decir, personas que armen las prendas. Por ejemplo, los peruanos son muy buenos costureros, pero no solamente se están yendo del país por cuestiones de informalidad, sino dentro de la formalidad, el sueldo que cobran no les rinde para poder ayudar a sus familias. Este es uno de los motivos”, explicó Dal Lago.
Este faltante de empleados que conozcan el oficio y sepan realizarlo con eficacia, genera, en aprte, que los costos finales de las prendas se incrementen. Resulta que “los que procesan sus prendas ponen los precios más altos”.
Otro motivo del que se quejan es la falta de tela. “El hilado de poliéster, por ejemplo, o el tricot de lycra no se hace en el país. Entonces, por más que haya empresas que armen el tejido, el insumo básico tiene que venir de afuera y no se permite”, señaló la empresaria.
Estas compañías, al no contar con constancia o certidumbre de que pueden reponer sus hilados para ofrecerles a los textiles como Sonder, se quedan sin mercadería. Básicamente, “hay mucha demanda y poca oferta, por eso los precios aumentan”, especificó la referente rosarina.
Frente a una escalada importante del precio de la vestimenta, el ministro de Economía, Sergio Massa, les advirtió a las empresas textiles que abrirá la importación y les quitará varios beneficios fiscales si no moderan los aumentos de precios de la vestimenta. “Si joden lo hago ya”, se enfureció el funcionario.
Después de varias semanas de intensas negociaciones con el sector, con propuestas y contrapropuestas sin consenso, finalmente los textiles, que negociaron a través de la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), lograron que el congelamiento sea sólo por dos meses, osea hasta fin de año.
Además, durante los siguientes 90 días debían ajustar sus precios según la evolución del tipo de cambio, que, salvo en octubre, creció por debajo de la inflación. El equipo de Sergio Massa pretendía que los textiles repitieran el acuerdo sellado con la indumentaria, que estableció un congelamiento de precios del 5 de septiembre al 5 de diciembre y luego evolución según tipo de cambio por seis meses. Pero la resistencia fue alta.
Ante las amenazas del ministro Massa, Dal Lago expresó que “sería ridículo” que se abran las importaciones, porque “primero debería permitir que ingresen los insumos básicos para producir. Por qué nosotros no podemos trabajar con la tela suplex, que solo se puede traer del exterior”, concluyó.