Martes 25.5.2021
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Para mediados del siglo XX el mundo atravesaba una reorganización en sus prácticas políticas y económicas. La posguerra había quedado atrás para los países centrales, pero sus efectos estaban latentes en muchas naciones que habían sido colonias de los Estados europeos o periféricas en sus relaciones comerciales.
La Argentina de fines de los años cincuenta, sintonizaba con muchas de estas problemáticas mundiales. Sin embargo, tenía sus propios temores y atravesaba andariveles que solo pueden ser comprendidos a través de su identidad y cultura política. ¿Qué caminos debía tomar el país en 1960? En parte, la celebración por los 150 años de la gesta patriótica guiaba una posible respuesta a este interrogante.
El debate para consensuar una agenda de Estado estaba dominado por aristas que dominaban la escena pública. Algunas de estas ideas fuerza era la posible ligazón entre: un país agrario e industrial, la función relativa del Estado y la iniciativa privada en el desarrollo económico, el rol del capital extranjero y el abastecimiento energético. Arturo Frondizi, líder de la UCRI y representante político de una conjunción de ideas progresistas, era el presidente de la Republica por esos años luego del golpe militar que la Revolución Libertadora había llevado adelante en 1955. El presidente elegido en las elecciones de 1958, llego al poder con el visto bueno de Perón, que estaba exiliado en Madrid y con un peronismo proscripto en el país.
Carlos Altamirano (2001) afirma que por sobre todos estos temas de agenda existía uno que se jerarquizaba sobre todos ellos. Este era, articular una posible relación entre emancipar a las masas trabajadoras teniendo en cuenta un modelo económico sensible a sus aspiraciones.
La editorial del diario El Litoral, en medio de los festejos patrios de 1960, llevaba como título: “A la conquista del futuro”. Debajo de este poderoso titular afirmaba: “Si echamos una mirada serena a nuestra realidad nacional, en estos 150 años, ella nos dará motivos para el optimismo como para el pesimismo. Es una realidad contradictoria y como tal rica para las más variadas sugerencias. Pero es una realidad que conviene abarcar en su totalidad”.
En 1960, buena parte de los pensadores argentinos denominados “desarrollistas” compartían un mismo espíritu generalizado: “el cambio que la Argentina necesitaba no sobrevendría por evolución económica espontanea”. Es decir, la edificación de una estructura económica integrada y moderna debía ser promovida por las diversas fuerzas sociales que lo componían. La expectativa que se deseaba cumplir era la construcción, a partir de una matriz integradora, que evitara los antagonismo políticos y sociales, un país sin regiones privilegiadas, sino interconectadas y con cierto grado de autonomía. Un proyecto de Nación.
Archivo El LitoralDecía El Litoral en aquellas páginas del 25 de mayo de 1960: “Desde 1810 hasta hoy (1960) el país ha progresado. Pero este dato no es más que el esqueleto, no es el cuerpo todo (…) progreso en la producción, en la industria y el comercio, que es caudal de riqueza, pero riqueza distribuida de tal modo que hablamos de regiones y ricas y pobres, como también los hay sectores sociales ricos y pobres”.
La necesidad de consolidar un proyecto de país integral era el mayor desafío de los argentinos para 1960. El siglo y medio de existencia como país abría una oportunidad que muchos de aquellos estadistas y pensadores veían como un horizonte de futuro, cargado de expectativas, pero también provisto de nuevas miradas sobre el pasado. La necesidad de frontera frente a lo deseado y lo no deseado. Sin embargo, admitir los aspectos positivos de ese pasado reciente era la tarea más ardua que tenía ese requisito de asimilación y para la cual fueron propuestos diversos caminos con distintos actores sociales que disputaron en un mismo espacio político y cultural el hecho de pensar una posible y futura experiencia y participación política para reunirla con una nueva forma.
Archivo El LitoralFinalizando aquella editorial de El Litoral de 1960 decía: “El país será lo que quiere ser. Cultivar un ideal de grandeza es ya empezar a sentirse grande. Pero inclusive la grandeza economía no se concibe sin una pareja altura espiritual. Si no es armoniosa e integrada, la grandeza es monstruosidad, o grandeza aparente”.
Desde el archivo del diario El Litoral los invitamos a ver la tapa de aquella edición que fuera especialmente escrita en medio de los festejos que conmemoraban los 150 años de la gesta patriótica de mayo.