Crecidas y bajantes. Dos fenómenos naturales que el río Paraná vivió (y mucho) a lo largo del siglo XX y que, de una u otra manera, afectó a los cursos de agua lindantes a la ciudad de Santa Fe. Las coberturas periodísticas que El Litoral realizó en cada caso fueron retomadas en diversas Memorias de Santa Fe, como la que sigue a continuación.
En 1962 se produjo una bajante que, si bien no fue severa, hizo notar algunos problemas en la capital provincial y la región. También dejó llamativas postales que fueron reflejadas a través de las páginas del vespertino en agosto de ese año.
“Se agudizan en nuestra zona los efectos de la gran bajante del río Paraná y su sistema”, tituló El Litoral el miércoles 14 de agosto del ‘62. Junto al detallado artículo, el vespertino compartió una serie de imágenes que reflejaban la situación planteada.
“Distintos aspectos que ilustran el bajo caudal del agua del sistema fluvial en nuestra ciudad. Una vista de la laguna Setúbal (casi seca), desde el puente Colgante. Niños cruzando a pie el riacho Santa Fe en la Vuelta del Paraguayo. La embarcación que sirve de sede a la escuela de grumetes "Azopardo" casi en seco, en el antiguo atracadero de balsas, y un aspecto del riacho Santa Fe, convertido en un lodazal, casi sin agua”, detallaba el diario.
La crónica de El Litoral que siguió de cerca el tema.
Efectos
En el desarrollo de la crónica, se expusieron los efectos que provocaba la poca presencia de agua en los paisajes cercanos a la ciudad capital.
“Si bien se mantiene un caudal apreciable de agua en la vecindad del puerto, es decir en el canal de derivación, diques, antepuerto, canal sur y canal de acceso, los demás cursos de agua de la zona vecina a la parte urbana están próximos a quedar secos”, explicaba la nota
Y sumaba: “Tal es el caso de la laguna Setúbal, ahora convertida en un extenso desierto de
arena y lodo; el riacho Santa Fe, casi cortado en diversas partes de su curso, y que en otras tiene tan poca agua que se lo puede cruzar caminando sin mayores inconvenientes”.
Además de mencionar la situación del Paraná, la crónica también puntualizó el fenómeno de estiaje en el río Salado. “Está reducido a un cauce mínimo, habiendo quedado al descubierto todo el terreno bajo, que en épocas de creciente alcanza a acumular un gran caudal de agua”, remarcó el vespertino.
Caballos en el suelo lagunar. La imagen permanece guardada en el archivo fotográfico de El Litoral.
Navegación en problemas
Otra de las fotos que acompañó el artículo aquí comentado, refiere a los inconvenientes de las embarcaciones que se toparon con los bajos niveles en los cursos de la región. “La navegación se ha visto reducida a una mínima expresión”, destacó El Litoral.
“No sólo las naves de ultramar están imposibilitadas de llegar al puerto por falta de agua, sino que también están afectadas las embarcaciones de cabotaje mayor y ya comienza a sentirse el efecto con relación, incluso, a barcos chicos”, agregaba la crónica.
La nota explicaba que el problema no se presentaba en el puerto propiamente dicho, sino más bien en el “tramo exterior del canal de acceso, donde el calado determinante es de sólo 10,8 pies”.
La imagen tomada desde el puente Colgante hacia el norte. Se puede apreciar como aflora el suelo lagunar, mal llamados bancos de arena y los eternos pilotes del puente del FF.CC
Peces muertos
Otro de los temas que preocupaba por aquellos meses de bajantes del río fue la situación con los peces muertos.
“En el vecino distrito de Alto Verde, y en otros parajes isleños, existe un factor también de mucha importancia: el poco caudal de los ríos y riachos, unido a la considerable mortandad de peces que se produce en todas las grandes bajantes, ha dado lugar a que los pobladores no puedan utilizar el agua de las corrientes naturales, por estar la misma contaminada y resulta perjudicial y peligrosa para la salud”, detallaba el vespertino.
Y ampliaba: “Tampoco estos pobladores, que en gran proporción son pescadores y tienen en esta actividad su única fuente de ingresos, pueden trabajar y comienzan ya a sentirse los efectos económicos”.
En una de las primeras notas de la saga “Memorias de Santa Fe” se destacó la bajante de 1963. "Río dormido", fue una de las expresiones que se usó para graficar ese estiaje y que significó la continuidad del aquí relatado.
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