Entre 1870 y 1914 Argentina experimentó un periodo de gran crecimiento en su naciente estructura ferroviaria, impulsado por la participación de capitales franceses, británicos y belga. De 177 kilómetros de vías existentes en 1870 se pasó a 16.500 en el año 1900, entre las cuales 2.000 km pertenecían al Estado Argentino. Esta cifra se duplicó en 1915, con 33.000 km, posicionando a la Argentina entre los diez países con mayor cantidad de vías férreas en el mundo. Entre 1855 y 1940, llegó a tener 47.059 kilómetros de vías.
Las vías férreas constituían un trazado que recorría la geografía nacional en forma de abanico, es decir, desde distintos puntos hacía el puerto de la ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, su trazado incidió en la estructura socio-económica que adopto nuestro país. Sobre todo de la mano de la agricultura pampeana, la base material del capitalismo argentino a fines del siglo XIX, que consolido el liderazgo político de una elite dirigente guiada por el orden y el progreso finisecular.
La porteña, primer locomotora en el país (1857).
Volviendo a los primeros años y el desembarco de las primeras locomotoras, un 9 de julio de 1866, en medio de la conmemoración por el 50° aniversario de la independencia de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, la locomotora “Gualeguay” encendió sus calderas, para humear el vapor desde su chimenea y comenzar a tragar distancias. Sobre una línea ferroviaria con un ramal de 9,8 kilómetros que unía la ciudad costera con Puerto Ruiz sobre el mismo río.
Curiosamente, eran los mismos kilómetros de vía que atravesaba la locomotora “La Porteña”, inaugurada en 1857, en la ciudad de Buenos Aires. La primera que circuló en nuestro país, o mejor dicho en el Estado independiente de Buenos Aires, ya que el resto de las provincias integraban la Confederación Argentina, recientemente nacida de la Constitución Nacional que vio la luz en 1853.
La locomotora retratada en las paginas de El Litoral en 1940.
En esa misma senda comparativa, la locomotora “Gualeguay”, a pocos meses de su inauguración, había transportado hasta Puerto Ruíz 5.540 toneladas de carga y 8.850 pasajeros. En cambio, la Porteña, en su primer año, transportó a 56.190 pasajeros (170.000 habitantes tenía la ciudad de Buenos Aires) y 2.257 toneladas de carga. Datos sumamente interesantes para comprender las trasformaciones productivas y urbanas de fines del siglo XIX.
El 26 de septiembre de 1864, vecinos de la localidad de Gualeguay, veintiún meses antes de poner en marcha la locomotora, obtuvieron una concesión del gobierno provincial para concretar el Ferrocarril Primer Entrerriano. La locomotora “Gualeguay” fue traída desde Filadelfia, Estados Unidos. En la ciudad entrerriana iniciaba su recorrido desde el centro urbano persiguiendo el objetivo comercial de trasladar productos entrerrianos a Buenos Aires. También, fue la primera línea en utilizar la trocha estándar en Argentina (que es el ancho de vía, es decir, la distancia entre las caras internas de los rieles de un tren). La locomotora “Gualeguay”, comenzó a funcionar, mientras el país atravesaba un conflicto bélico internacional: la guerra de la Triple Alianza en donde la República Oriental del Uruguay, el Imperio del Brasil y la República Argentina enfrentaron con sus ejércitos a Paraguay.
Aquellos vecinos de Gualeguay, en 1864, reunidos con el propósito de cambiar ideas para la construcción de una vía férrea entre su ciudad y el puerto más cercano, buscaban reemplazar las viejas y legendarias carretas. Eran comerciantes saladeristas en su mayoría, estancieros vinculados al comercio del cuero vacuno cimarrón, algunos profesionales vinculados con el rubro aduanero y jefes políticos entrerrianos como el afamado Juan Moreno.
El tramo ferroviario fue construido por el renombrado ingeniero Juan Coghlan, de origen irlandés que trabajó para el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y luego fue técnico de los ferrocarriles ingleses. Quienes financiaron junto a los vecinos de Gualeguay, la obra privada fueron Mauá y Comp de Brasil, José Benítez e hijo y el Banco Entrerriano fundado en 1863 que fuera promovido por Justo Jose de Urquiza.
La locomotora Gualeguay en su ciudad natal
Principio de fin
Lamentablemente una creciente del río, en 1868, provocó que el ferrocarril cayera en desgracia y pasara a manos del Estado provincial primero, y luego a capitales británicos. Se desconoce hasta cuando circuló esta locomotora.
En 1940, el diario El Litoral compartía con sus lectores aquella hazaña ocurrida en la Mesopotamia argentina a mediados del siglo XIX. El vespertino local, se hacía eco de la singular historia de la locomotora “Gualeguay”, frente a la preocupación que generaba en esos años los vestigios de lo que fuera aquella maquina, que en 1940 estaba abandonada en el puerto de Bajada Grande, próximo a Paraná. Paso el tiempo, y un 9 de julio de 1951, se procedió a su restauración y ubicación definitiva para su exhibición y homenaje sobre vías de la ciudad donde nació pasando a ser parte del patrimonio provincial entrerriano.