«El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz» (Isaías 9,1)
«El pueblo que caminaba en las tinieblas vio una gran luz» (Isaías 9,1)
El sentido profundo de la fiesta de la Navidad es abrirnos a Dios que se acerca. Él nos sale al encuentro haciéndose cercano en Jesús. Su presencia en medio del pueblo nos trae luz, gozo, alegría, y nos libera del peso de la tristeza. Cuando Él está cerca, la noche queda iluminada y nos sentimos acompañados.
Sin embargo, como a muchos de nuestros conciudadanos nos preocupa que esta Navidad se vea marcada por el aumento de la pobreza, el desaliento, la violencia no solo en las calles sino también en las familias. Como cristianos, no podemos quedarnos de brazos cruzados, sino que necesitamos caminar guiados por la luz de un amor comprometido que acompañe a todos. Sabemos de qué Amor se trata. Porque quien ama sabe a dónde va, incluso cuando camina a tientas, porque el Señor lo acompaña siempre.
Como hombres y mujeres de esperanza, los cristianos tenemos la seguridad de que Él puede salvar lo que todos dan por perdido. La esperanza es uno de los signos más hermosos de la Navidad: Dios se hizo hijo de los hombres para que los hombres pudiéramos ser hijos de Dios. Por eso anunciamos que en Jesús, Dios-con-nosotros, ya está cumplida nuestra paz y reconciliación.
Queremos alentar a todos los hombres de buena voluntad y especialmente a nuestros agentes pastorales a ser pacificadores y mensajeros de esta esperanza de la Navidad, saliendo de la comodidad y del individualismo, con acciones concretas y creativas de cercanía, evangelización y caridad. Urge por lo tanto, despertar del sueño de una cultura autocomplaciente, del aturdimiento que acalla el profundo deseo del corazón humano en su búsqueda de la verdadera felicidad. Es necesario animarnos al silencio y a la oración que nos permitan el cambio, la conversión de nosotros mismos y de nuestra cultura alejada de Dios y, por lo mismo, alejada de todo lo humano-.
Con los pastores de Belén nos quedamos en silencio ante el Niño y juntos le rezamos: “Dios Niño, tú que eres la Verdad indefensa, y la Compasión desamparada, te pedimos que edifiques nuestras familias y nuestra sociedad sobre el sólido fundamento de tu Paz. Enciende con tu caridad nuestros corazones, para que no seamos insensibles a los más desposeídos y vulnerables y para que nuestra comunión sea siembra fecunda de tu Reino. Ayúdanos a seguir caminando con los otros, aceptándonos como hermanos, sin esconder nuestras fragilidades, asumiendo el compromiso de construir comunidad donde nos encontremos. Que tu Sagrada Familia proteja y guíe a todo el pueblo santafesino. Amén”.
¡Feliz Navidad para todos!
SERGIO ALFREDO FENOY - Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz