Desde el año 2008, la Organización Mundial de la Salud (OMS) viene celebrando cada 28 de julio el Día Mundial contra la Hepatitis Vírica. El objetivo de esta fecha es impulsar a nivel mundial todas las iniciativas y estrategias que pueda realizar el sector salud en contra de las hepatitis víricas.
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Se estima que en el año 2015 había aproximadamente 250 millones de casos de hepatitis B en el mundo, principalmente en países como África subsahariana, Asia y las islas del Pacífico. Aunque hoy en día también ha proliferado esta afección en regiones de América del Sur, las zonas sur de Europa central y oriental, Asia y el Medio Oriente.
¿Qué es la hepatitis vírica?
La hepatitis viral es una infección que provoca la inflamación y daño del hígado. Esta inflamación suele ser una “hinchazón” que ocurre cuando los tejidos del cuerpo se lesionan o se infectan. El diagnóstico precoz puede prevenir problemas de salud derivados de la infección, y también la transmisión del virus, por lo que recomiendan realizar el test de hepatitis virales al menos una vez en la vida.
Representan una elevada carga de enfermedad y mortalidad a nivel mundial. Se estima que el 57% de los casos de cirrosis hepática y el 78% de los casos de cáncer primario de hígado son debido a infecciones por virus de la hepatitis B o C. Según datos estimados que arroja la Organización Mundial de la Salud (OMS), 325 millones de personas en el mundo tienen hepatitis B o C crónicas.
La hepatitis C es una enfermedad del hígado causada por el virus HCV, que causa infecciones agudas y crónicas. Por lo general, las infecciones nuevas son asintomáticas. Algunas personas padecen hepatitis aguda, que no produce una enfermedad potencialmente mortal.
“Aproximadamente un 30% de las personas infectadas eliminan el virus espontáneamente en un plazo de seis meses, sin necesidad de tratamiento. En el 70% restante se producirá una infección crónica por el HCV, y en estos casos el riesgo es padecer cirrosis y cáncer de hígado”, cuenta la médica Verónica Bermejo (M.N. 116.561), médica infectóloga de Helios Salud.
Según estimaciones de la OMS, en el mundo hay 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C. El mismo se transmite principalmente por sangre, en pequeñas cantidades, por lesiones cortopunzantes. A través de la vía sexual es poco probable.
En la actualidad, el tratamiento de HCV consiste en drogas antivirales de acción directa. La duración del mismo oscila entre 8 y 24 semanas, con tasas de curación mayores al 95%.
La OMS recomienda tratar a todas las personas de más de 12 años diagnosticadas con infección por el HCV, independientemente del estadio de la enfermedad.
Como las nuevas infecciones por el HCV suelen ser asintomáticas, son pocos los casos diagnosticados cuando la infección es reciente. A menudo, la infección crónica también queda sin diagnosticar porque se mantiene asintomática durante años, hasta que aparecen síntomas secundarios al daño hepático grave.
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Método para prevenir las hepatitis víricas.
Lo primero, es no realizar ningún proceso invasivo del cuerpo, como por ejemplo, tatuarse las cejas o inyectarse Botox en un lugar poco fiable que no cuente con las normas más elementales de higiene, ni tenga permisos.
Lo segundo es ponerse vacunas en contra de los tipos de virus más común que suelen ser los de tipo A, B y C (Las dos primeras se le aplican a los niños durante los primeros meses de vida).
Y lo tercero, es utilizar continuamente protección al mantener relaciones sexuales.
Aunque por lo general las hepatitis víricas raras veces pueden conllevar a la muerte o a las hospitalizaciones de emergencia. Es importante mantenerse en control del estado de nuestro cuerpo, realizándonos un examen de sangre general cada 6 meses o al año.