Alrededor de un tercio de las 270 ballenas piloto varadas en el sur de Australia murieron, apuntan este martes los rescatistas australianos al señalar que el complicado operativo para salvar a estos cetácetos podría durar días.
Alrededor de un tercio de las 270 ballenas piloto varadas en el sur de Australia murieron, apuntan este martes los rescatistas australianos al señalar que el complicado operativo para salvar a estos cetácetos podría durar días.
Las ballenas se encuentran atascadas en varios bancos de arena de la bahía de Macquarie, en el oeste de Tasmania, mientras los biólogos y expertos marinos estudian la manera de mantener con vida al mayor número de estos enormes mamíferos, que pueden llegar a medir hasta siete metros y pesar unas tres toneladas.
"Para empezar, vamos a ayudar a los animales que tengan mayores posibilidades (de sobrevivir) y aquellos con los que podamos lidiar (...) Algunos animales pueden ser demasiado grandes o permanecer en una ubicación inadecuada para tratarlos", comentó en rueda de prensa Kris Carlyon, biólogo del Programa para la Conservación Marina.
El experto apuntó que es posible que el operativo, en el que también colabora la Policía de Tasmania y voluntarios, tardará varios días al incidir en que la "fase de esta mañana es crítica para determinar las posibilidades" de salvar a los animales.
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Ballenas no es la primera vez que llegan a Tasmania
Carlyon, que remarcó la dificultad para determinar la razón por la cual las ballenas quedaron varadas, apuntó la hipótesis de que estos cetáceos se acercaran a la costa en busca de alimento.
El grupo habría sido guiado por "una o dos" ballenas piloto y el resto de estos animales sociales las habría seguido hasta quedar atascadas en los bancos de arena.
No es la primera vez que un grupo de ballenas quedan varadas en las playas de Tasmania, especialmente en la bahía de Macquarie, en donde el último incidente masivo se produjo hace una década.
En previos incidentes, la comunidad científica ha barajado la posibilidad de que las ballenas acudan al litoral atraídas por los sonares de grandes buques o guiadas por un cabeza de grupo desorientado a raíz de sufrir una enfermedad.
Algunos expertos creen que son animales sociales y si uno de ellos comete un error y se introduce en aguas poco profundas, el resto le sigue.