La NASA anunció una posibilidad "extremadamente pequeña" del choque con el asteroide Bennu
Una sonda estadounidense ha estudiado la roca espacial Bennu, de 500 metros de diámetro, que podría tomar una trayectoria de impacto tras cruzarse con la Tierra en 2135
AP Imagen del asteroide Bennu tomada por la nave OSIRIS-REx
18:42
En septiembre de 2135, el asteroide Bennu, de 500 metros de diámetro y forma de dado espacial, hará una visita a la Tierra, pasando a la mitad de distancia de la Luna. Lo más probable es que la gravedad de nuestro planeta modifique en ese momento su trayectoria, lo que convierte en un desafío tremendo calcular exactamente hacia dónde seguirá su camino. Pero hay una probabilidad “extremadamente pequeña” de que pase a través de un “ojo de cerradura gravitacional” que lo pondrá en una ruta de impacto con la Tierra a finales del siglo XXII, en 2182. La NASA había realizado una convocatoria de prensa para comunicar un “hallazgo importante”, pero que afectará a quienes habiten la Tierra dentro de más de un siglo.
El asteroide Bennu viaja a unos 100.000 kilómetros por hora: si chocara contra la Tierra liberaría una energía como 70.000 bombas atómicas de Hiroshima y crearía un cráter de unos cinco kilómetros de diámetro, según los cálculos más actualizados que hasta ahora había hecho la NASA. En el momento de hacer esas estimaciones, la probabilidad acumulada de impacto entre Bennu y la Tierra era tan solo del 0,037% y no sucedería hasta dentro de unos 150 años: en el intervalo temporal que va desde el año 2175 al 2196, casi en el siglo XXIII. Según el nuevo estudio de la NASA, las probabilidades de que choquen en algún momento hasta 2300 son del 0,057%, todavía ínfimas. Pero la fecha clave es el 24 de septiembre de 2182, cuando podrían chocar, si todo va mal.
Para evitar ese hipotético susto, científicos chinos habían planteado recientemente la posibilidad de alejar a Bennu de nuestra trayectoria usando 23 cohetes contra el asteroide. En estos momentos, la misión DART de la NASA se dirige hacia un pequeño asteroide, llamado Dimorphos, con la intención de cambiar su trayectoria y comprobar que son capaces de hacer algo así a esas distancias y velocidades, más de 20.000 kilómetros por hora. Aunque la NASA asegure que no se conoce, de momento, ningún asteroide que represente un riesgo de impacto en la Tierra en los próximos 100 años, lo cierto es que conviene prepararse, porque se calcula que faltan unos 15.000 asteroides potencialmente peligrosos por descubrir. DART es la primera misión de defensa planetaria y su intención es chocar contra Dimorphos el verano que viene para desviar su rumbo.
Para estudiar en detalle el potencial peligro de Bennu, la NASA envió hacia allí en 2016 la sonda OSIRIS-REx, que ha estado mapeando ese pequeño mundo digno del Principito. Tras 27 meses de viaje espacial, la nave llegó al asteroide en diciembre de 2018 y desde entonces, ha estado orbitándolo para conocer todos sus secretos. “Los datos de OSIRIS-REx nos brindan información mucho más precisa, podemos calcular la trayectoria futura de Bennu con un alto grado de certeza hasta 2135”, dijo Davide Farnocchia, autor principal del estudio sobre la trayectoria de la roca espacial y científico del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra de la NASA.
“Nunca antes habíamos modelado la trayectoria de un asteroide con esta precisión”, añadió Farnocchia, que ha desarrollado detallados cálculos para modelar el camino de Bennu de los próximos siglos. Así que la clave es saber si Bennu pasará por uno de esos “ojos de cerradura” que pondría al asteroide en camino de generar una catástrofe terrícola. Esa probabilidad es “extremadamente pequeña” según la NASA. No obstante, resaltó Farnocchia, el riesgo real de Bennu es menor que el de todos los objetos peligrosos desconocidos y que deberían localizarse cuanto antes.
El astrofísico Javier Licandro, que ha participado en varios estudios de la sonda OSIRIS-REx, señala que “han podido refinar muchísimo la órbita de Bennu integrando todos los factores que pueden estar afectando mínimamente”. Según explica Licandro, del Instituto de Astrofísica de Canarias, los investigadores han descartado muchas posibles trayectorias de impacto disminuyendo mucho cualquier probabilidad de impacto para 2035. “Y mantienen una probabilidad de impacto de 1 entre 2.700 para septiembre de 2182: tampoco es que haya una probabilidad altísima, pero no es de las más pequeñas, es de los objetos conocidos con probabilidad alta”, advierte Licandro. “Está entre los potencialmente peligrosos porque Bennu es muy grande, medio kilómetro de bicho, y si pega en la Tierra podría generar un daño muy grande”, añade el experto.
“La misión de Defensa Planetaria de la NASA es encontrar y monitorear asteroides y cometas que pueden acercarse a la Tierra y pueden representar un peligro para nuestro planeta”, afirmó Kelly Fast, responsable del programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra. La sonda acudió al encuentro de Bennu porque tiene muchas características que lo convierten en un pedrusco interesante para la ciencia: puede alcanzar nuestro planeta, como vemos, y además su composición nos permite aventurar cómo era el Sistema Solar hace más de 4.000 millones de años y cómo surgió la vida en la Tierra.