El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, dependiente de la casa de estudios, presentó un documento de investigación sobre infancias y encarcelamiento junto a la oficina regional para América Latina y el Caribe de Church World Service (CWSLAC). Allí aseguran que en el país “hay 700 mil niños, niñas y adolescentes (NNA) que viven en un hogar donde hay o ha habido un miembro de la familia privado de libertad”. Y concluyen que “de estos/as, aproximadamente 217 mil NNA viven en un hogar donde hay un miembro de la familia privado de libertad actualmente”.
Se trata de los NNAPES (Niños, niñas y adolescentes con referentes adultos/as privados/as de libertad), con una población que -según la UCA- se mantiene estable entre 1,3% y 1,7% de los chicos argentinos de entre 0 y 17 años, de acuerdo con el relevamiento efectuado en los períodos 2014-2016 y 2017-2019.
“De las/os NNAPES que están en esta situación actualmente, el 70,1% se encuentra por debajo de la línea de pobreza monetaria. Esta vulnerabilidad socioeconómica se confirma cuando se advierte que el 85,5% reside en hogares donde los/as jefes/as de hogar son trabajadores/as marginales y/o obreros/as integrados/as, es decir sectores sociales muy bajos”, señala el informe.
Tenés que leerPobreza: desactivar los "-ismos" para construir un horizonte común En relación a los grupos de edad, la mayoría de los y las NNAPES son niños y niñas que están en edad escolar o adolescentes: el 38,7% tiene entre 5 y 12 años y el 37,2% tiene entre 13 y 17 años. El resto se encuentran en la primera infancia: son un 24,1% de niños de entre 0 y 4 años.
Entre los niños, niñas y adolescentes que viven en un hogar donde hay un adulto privado de la libertad, hay un 36,9% que sufre inseguridad alimentaria, subraya el estudio.
Además, el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA apunta que el 34,4% de los NNAPES suelen ser víctimas de agresión verbal o física.
Déficit educativo y trabajo infantil
“En comparación al perfil de los niños/as que pasaron por esta situación anteriormente o con aquellos/as que nunca la experimentaron, se observa que las configuraciones familiares de los y las NNAPES tienden a ser en mayor medida monoparentales (madre o padre y niños) y viven con familias extensas (con abuelos, tíos y otros familiares). Es frecuente que estos niños y niñas vivan en un hogar donde la jefa es una mujer (su madre) y en el que residen junto a otros familiares como por ejemplo los abuelos”, añade el documento.
Según afirman los autores, se trata del tipo de configuración familiar más frecuente en los sectores sociales más vulnerables, pero que en este caso es más frecuente por la ausencia de uno de los progenitores u otro adulto referente del hogar, debido a su situación de privación de la libertad.
Tenés que leerPobreza: según la UCA llega al 44,2%Los NNAPES, sobre todo aquellos que transitan la primera infancia y la adolescencia (educación inicial y secundaria), registran mayor propensión a tener déficit educativo que aquellos niños que vivenciaron esta situación con anterioridad, o que aquellos que nunca tuvieron un referente parental privado de su libertad. Según la UCA, esta franja es conformada por el 35% del total de la población estudiada y las principales deficiencias en ese sentido son no asistir a la escuela o hacerlo con sobre-edad.
Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina, otra situación de vulnerabilidad que suelen enfrentar los niños, niñas y adolescentes que viven en hogares donde hay un adulto encarcelado refiere al trabajo infantil.
“Los/as NNAPES de familias cuyos jefes/as de familia se encuentran en el estrato medio profesional y no profesional, tienen más propensión a realizar actividades económicas en el mercado que sus pares que pertenecen a otro tipo de hogares”, agrega el documento.
“Esta información confirma que la población de NNAPES evidencia una mayor proporción de vulnerabilidades respecto de los/as demás niños/as del país, y que el estudio de las probabilidades estimadas revela que los/as NNAPES se encuentran especialmente vulnerables a experimentar los déficits estudiados”, concluye.