“Palomas mensajeras en las cárceles”, es una polémica que se repite en los alrededores de varios complejos penitenciarios de nuestro país y de Santa Fe. En la última semana aparecieron fotos de esta familia de aves con un pequeño paquete de nylon de color amarillo -que luego se corroboró que se trataba de cocaína- en inmediaciones del Instituto Correccional Modelo Unidad 1 de Coronda. En ocasiones anteriores, también encontraron aves con teléfonos, cargadores y chips atados.
Uno de los casos ocurridos la semana pasada. La paloma y lo que le habían atado a una de sus extremidades. Crédito: Unidad Regional XV de Policía
¿Cualquier paloma puede ser mensajera?, es una de las preguntas que El Litoral le hizo a Osvaldo Dagnino, presidente de la Federación Colombófila Argentina.“Las palomas mensajeras, que tienen orientación por naturaleza -además de su entrenamiento particular- son de la raza Columba livia”, explicó y con respecto a los especímenes que aparecen en las cárceles aclaró que “esas fotos que publican son de palomas que no son mensajeras, son palomas de la calle”.
Con respecto a los objetos o paquetes que colocan en la pata del ave, el especialista explicó que: “Una paloma que pesa aproximadamente 350 gramos es imposible que transporte tantos peso -un celular ronda los 170 gramos- porque pierde equilibrio y se cae”.
En Bélgica se originaron los primeros colombófilos, quienes decidieron criar estas aves. Crédito: Mauricio Garín.
El origen de las palomas mensajeras
Hay mucho desconocimiento sobre la colombofilia, el arte de criar y entrenar palomas mensajeras. “Mandame un mensajito a casa con una paloma, me dicen muchos”, cuenta entre risas Osvaldo y explica que “la paloma mensajera, se denomina así, porque efectivamente llevaba mensajes, pero de regreso”.
Durante las guerras, en los cuarteles tenían un palomar. Cuando los batallones iban a combatir a los frentes de batalla, se llevaban un par de las palomas que criaban allí y una vez que identificaban al enemigo, enviaban un breve mensaje en un anillo transportador para avisar la posición rival y que dotación de soldados tenía. De esta forma, descubrieron que el ave siempre regresaba a su “hogar”.
Una de las muchas aves que encuentran heridas en los alrededores de las cárceles con un insólito "cargamento".
Desde entonces, en Bélgica se originaron los primeros colombófilos, quienes decidieron criar estas aves. Al poco tiempo de su nacimiento, las llevaban en cajas o en canastos, de manera progresiva, a diferentes distancias de su palomar, para que regresaran allí.
El especialista colombófilo detalló en qué consiste el entrenamiento de las palomas mensajeras: “Para conseguir un estado atlético, deben volar de 50 minutos a 1 hora diaria. Además, esas palomas deben procrear y sus pichones tienen que ser criados para luego comenzar su puesta a punto”.
Con respecto a las competiciones, contó que “cada paloma lleva un anillo electrónico que se pasa por un reloj y así queda registrada en la competencia. Las palomas largan la carrera desde un punto común y la meta es el palomar de cada una - o sea, su casa-. Luego, con un cálculo de velocidad de tiempo y kilómetros recorridos, se suman puntos en el campeonato que al finalizar tiene su respectivo campeón".
Por otro lado, el presidente de la Federación Colombófila Argentina explicó que es muy difícil que las palomas puedan ingresar a un lugar como una cárcel: “Estas palomas no ingresan a una habitación por una ventana, ya que necesitan un patio o una terraza para estar sí o sí en comunicación directa con el aire libre y así, poder orientarse”.