En el barrio rosarino Parque Field, en la zona norte de la ciudad, los vecinos y vecinas vienen pidiendo desde hace año que les permitan cerrar unos emblemáticos pasillos públicos, que atraviesan las manzanas, ante el aumento de la delincuencia. Finalmente, tras una larga espera, el Concejo admitió el problema y aprobó el cerramiento oficial de los mismos bajo algunos parámetros.
Este OK de los ediles se da gracias a distintas presentaciones realizadas por la Asociación de Residentes de Parque Field y de una iniciativa del concejal Ciro Seisas, de Arriba Rosario, ante el fuerte aumento de la inseguridad en la zona.
El Palacio Vasallo determinó autorizar a la Municipalidad a suscribir un convenio con la entidad para otorgarle permiso de uso especial, precario y gratuito de los pasillos peatonales de propiedad municipal y uso público, por el término de tres años, prorrogable por similar plazo de persistir los motivos que originaron tal permiso.
A su vez, precisaron que el cerramiento de los pasillos deberá efectuarse conforme a las características técnicas que disponga la secretaría de Planeamiento, de modo de evitar que cada persona disponga distintas formas para lograr la clausura de los pasillos y que se disponga un método en común.
Es que estos pasillos, que sirven para generar conexiones entre las casas, son un acceso ideal de entrada y salida para los delincuentes, según vienen denunciando desde la Asociación. Además, por las noches –con muy poca iluminación- se convierten en trincheras ideales para meterse en las viviendas como en comercios.
Un barrio enrejado
Parque Field es uno de los barrios más residenciales y pintorescos de la ciudad de Rosario, pero desde hace varios años su luminosidad se viene opacando ante los incesantes hechos de inseguridad que viven los vecinos y vecinas.
Los históricos pasillos que atraviesan las manzanas como una forma de conectar las diversas viviendas, se convirtieron en arterias ideales para la delincuencia. Desde arrebatos a pie hasta robos en motos, obligaron a que la mayoría de sus habitantes los clausuren de forma artesanal.
Estas vías, que supieron ser pintorescas e inéditas en Rosario, se convirtieron en canales de escape para los delincuentes. Desde que ciudadanos y ciudadanas los cerraron con rejas, alambres, chapas, maderas, ante la inacción del municipio frente a incesantes pedidos, los hechos de inseguridad en estas arterias, mermaron un poco.
El robo de cables, falta de luminaria, poca conectividad, son otros de los reclamos que llevan adelante los vecinos y vecinas y que entienden que también generan el contexto ideal para la delincuencia.
En algunos casos, según contaron a El Litoral, hartos de no tener respuestas, contrataron seguridad privada junto con miembros del barrio, mientras que en otros sectores de la zona instalaron alarmas comunitarias.