Juan Manuel Peratitis
Cada 27 de julio es una fecha que busca la toma de conciencia sobre el abandono de animales y la necesidad de generar cada vez más castraciones y tenencias responsables de mascotas. El caso de agrupaciones proteccionistas en una ciudad santafesina.
Juan Manuel Peratitis
“Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño / Que condicionara su razón de ser / Libre como el viento era nuestro perro / Nuestro y de la calle que lo vio nacer”.
Este 27 de julio se conmemora el Día Internacional del Perro Callejero con el objetivo de generar conciencia sobre la cantidad de perritos que se encuentran en la vía pública, los que son abandonados y los que sufren de maltrato, o los que sufrieron las tres cosas.
La fecha de toma de conciencia fue instituida por Ignacio Gac, un joven estudiante de periodismo de Santiago de Chile, en 2008, idea que promovió por toda Latinoamérica a través de las redes sociales. Eligió el mes de julio por ser el de las condiciones climáticas más adversas para el hemisferio sur con todo lo que eso significa para un animal deambulando bajo la lluvia, en las heladas o sin comer.
También para que los gobiernos de cercanía junto con las ONG -que las hay y cada vez más- puedan realizar campañas continuas de castración y vacunación, para evitar la proliferación de la fauna canina y felina, con todos los problemas que esto puede acarrear.
Un informe realizado hace un par de años por la Compañía Multinacional de Investigación de Mercado, GFK Group, estableció que en Argentina el 80% declara tener al menos un animal doméstico en su hogar, siendo el país del mundo con mayor promedio de animales en casa.
“Era callejero por derecho propio / Su filosofía de la libertad / Fue ganar la suya sin atar a otros / Y sobre los otros no pasar jamás”.
En casi todas las ciudades o pueblos se ha incrementado la protección hacia los perros callejeros, tratando de darles hogar y de evitar que terminen sus días bajo las ruedas de un camión, muertos de hambre, provocando accidentes en las rutas o rompiendo las bolsas de residuos a tantos vecinos.
En el caso de Coronda -dpto. San Jerónimo- existe la agrupación Proteccionistas Independientes, una ONG que hace años dirige Adriana Romano con su familia y algunos allegados. Adriana tiene más de 100 perros en su casa a su cuidado, y se ha especializado sobre todo en rescatar perros viejos, de más de diez años, que lo menos que merecen luego de años deambulando o siendo maltratados es estar tranquilos. Ella los llama “los sin voz”, pero el aporte de esta institución y de su titular ha sido fundamental para conseguir miles de castraciones en perros y gatos desde hace años, y sin embargo todavía no alcanza.
Animalitos Coronda es una red social que muestra situaciones puntuales de perros extraviados, maltratos, pichichos en adopción, ofrecimiento de tránsito, pedido de donaciones, al igual que Socios Animales Coronda.
También existe una entidad no oficializada como tal, sino más bien una reunión de 43 personas que todo el tiempo están haciendo curar perros heridos, maltratados, hacen denuncias, bancan veterinarios para recuperarlos -a veces en sumas muy grandes- y de vez en cuando hacen beneficios para poder mantener la acción de ayuda y rescate.
Melisa Barazzutti mencionó al respecto: “En este último tiempo y cada vez más frecuentemente nos encontramos siendo contactados por diferentes personas, avisando que encontraron algún animal en problemas. Somos un grupo de personas que aman a los animales y seguramente vamos a asistir de inmediato al lugar, casi siempre haciéndonos cargo de los gastos que el accidente o la urgencia requieran. ¿Qué sucede? No corresponde. La Municipalidad debería contar con una unidad de urgencias las 24 horas así como castraciones organizadas. Eso no existe actualmente, por lo tanto la gente nos llama y nos endeudamos con los veterinarios de forma permanente. Necesitamos que se haga cumplir la ordenanza de tenencia responsable de mascotas”, manifestó la proteccionista.
Pero también en Rosario, Santa Fe, Santo Tomé, Reconquista, Rafaela, Esperanza, Desvío Arijón, Barrancas, Maciel, Gálvez, y en tantos otros lugares se encuentran asociaciones de este tipo con realidades más o menos similares.
“Uno de esos callejeros, / pobres de sangre y estampa. / Nacen en cualquier rincón, / de perras tristes y flacas, / destinados a comer / basuras de plaza en plaza”.
Afortunadamente hace un tiempo surgió para esta región del centro provincial la Policía Ecológica, que tiene como función el rescate de animales en peligro, y la acción directa en cuestiones de maltrato animal. De hecho ya se han hecho denuncias en cantidad y encausamientos por violación a la Ley 14.346, o Ley Sarmiento. Ha sido un gran avance hasta aquí. Las denuncias pueden hacerse al (342) 4698006.
De todos modos, y si bien la excesiva personalización y humanización de los perros es un tema hasta de análisis sociológico, porque no son los únicos seres que necesitan de tanta energía para ser atendidos y rescatados, lo mejor para entender esta situación es ponerse en lugar del animal, ese perro que puede ser usado para lucrar como los galgos, como los de raza a los que se les hace tener cachorros tantas veces para venderlos, ese animal que nació en un zanjón porque a la mamá perra la dejaron tirada, lo que genera aquella frase de Manuel Benítez Carrasco: “Vamos, pues, perrito mío, vamos, anda que te anda, con nuestra cojera a cuestas, con nuestra tristeza en andas, yo por mis calles oscuras, tú por tus calles calladas, tú la pedrada en el cuerpo, yo la pedrada en el alma, y cuando mueras, amigo, yo te enterraré en mi casa bajo un letrero: Aquí yace un amigo de mi infancia”.
Que el ejemplo de toda esta gente que deja su tiempo para cuidar a seres de cuatro patas se vea reflejado en cada vez más políticas locales de vacunación, castración, y reprimendas a los dueños que dejan que sus perros sueltos hagan cualquier cosa.
Alberto Cortez inmortalizó en una canción a Fernando -algunos dicen que era dedicado a un can español- el perro más famoso de Resistencia, que tiene tres esculturas en el Chaco y cuya canción se llamó simplemente “Callejero”. En su tumba, la capital chaqueña, lo recuerda así: “A Fernando, un perrito blanco que errando por las calles de la ciudad despertó en infinidad de corazones un hermoso sentimiento”.
Él tuvo un buen destino pero para aquellos “sin voz” que hoy sufren y para esos locos lindos que los cuidan tanto y quieren cambiarles el destino, vaya el reconocimiento en un día donde hay que tomar conciencia sobre el respeto a los demás seres vivos en tiempos donde intentamos recuperar capítulos del cuidado de nuestro ambiente y ecosistemas.