Miércoles 5.5.2021
/Última actualización 13:08
La crianza presenta desafíos en cada etapa de la vida de los hijos, más aún en tiempos de pandemia. Para enfrentarlos es necesario desplegar habilidades y recursos, indagar en la propia historia, acordar y sentar bases para un ejercicio de la maternidad y paternidad respetuoso y amoroso.
Así lo plantea Maritchu Seitún en su nuevo libro «Criar con empatía. Cómo guiar a nuestros hijos hacia una autonomía feliz», editado por Grijalbo; en el que aborda los distintos momentos del desarrollo, desde el nacimiento hasta la adolescencia tardía, en una propuesta que interpela a madres y padres acerca de los valores más profundos pero también sobre cuestiones cotidianas.
Con la excusa de su reciente publicación y sobre estos temas charlamos con la reconocida psicóloga infantil, dedicada a la orientación a padres, en esta entrevista.
– ¿Por qué es tan importante reconocer de qué forma fuimos criados a la hora de criar a nuestros propios hijos?
– Porque la forma en que fuimos criados afecta nuestra forma de criar, ya sea porque hagamos exactamente lo mismo -sin revisar anda, en piloto automático- o si hacemos todo lo contrario, enojados con lo que ocurrió.
– En el libro mencionás que «repetimos para no recordar» ¿Por qué es tan necesario que, como padres, conectemos con el dolor de nuestra propia infancia?
– Solo reconectando con nuestras vivencias como hijos podremos hacer una buena síntesis para criar a nuestros hijos en libertad. Este «repetimos para no recordar» no es voluntario ni consciente, pero es bastante habitual. Recordar cómo nos sentíamos puede conectarnos con el dolor: me sentía sola, tenía miedo, nada les alcanzaba a mis padres, no entendía qué esperaban de mí… Pero también nos ayuda a saber qué queremos ofrecer a nuestros hijos.
– Otro punto que resaltás es la necesidad de «armar equipo» en pareja ¿Qué aspectos considerás necesarios acordar entre padres?
– Tenemos que acordar todo aquello que sea importante para cada uno de los padres. Acordar implica a veces ceder y otras hacer valer nuestro criterio, lo llamo agrandar la intersección entre dos miradas. Cuando los hijos encuentran fisuras entre nosotros toman ventaja pidiendo, por ejemplo, a papá aquello que saben que mamá no quiere, pero les da culpa traicionar de esa forma al progenitor que saltean. Y también se sienten mal cuando los padres terminan discutiendo por ese motivo. No se trata de ser idénticos, sería imposible. Se trata de conversar hasta lograr un frente común lo más amplio posible.
– ¿En qué puntos se pueden resumir las bases de la crianza?
– Me parecen claves la disponibilidad, el amor incondicional, la empatía, todo eso con firmeza, para que al crecer respondan por amor y confianza en el vínculo con los padres. Los chicos son chicos y no siempre saben lo que es mejor para ellos, los padres tienen que animarse a decir que no sin tener miedo al enojo de sus hijos. Y también es importante decir las cosas una sola vez y ponerse en movimiento para que ocurran en vez de decirlas muchas veces esperando que ellos hagan caso, porque si no se acostumbran a responder sólo cuando los padres se enojan y se enrarece el clima de la casa.
– ¿Es posible cimentar valores firmes en nuestros hijos en medio de una sociedad que es heterogénea y volátil? ¿Cuál sería el mejor camino para hacerlo?
– ¡Es posible y deseable! Nuestro modelo es, y siempre fue, fundamental, ellos miran lo que hacemos mucho más que lo que decimos. Pero hoy no alcanza con eso porque el modelo que entra en casa desde afuera -televisión, series, redes, amigos con otras formas de crianza, distancia de la familia- hoy influyen mucho en nuestros hijos. Los chicos se criaron durante muchos años en una «familia grande» que incluía la escuela, la parroquia y otros adultos. Volver a tender redes y a confiar en esos otros adultos que tienen nuestros mismos valores es clave.
Hablemos de muchos temas que antes estaban implícitos, como digo en mi libro «Latentes», y armemos una red de crianza con otras personas y familias que tengan nuestra cosmovisión y nuestros valores .
– ¿Por qué es necesario apartarse de los extremos a la hora de criar?
– Rara vez los extremos logran buenas síntesis, más bien nos llevan a fanatismos ciegos. En el caso de la crianza se trata de sintetizar lo mejor del modelo autoritario, la firmeza, con lo mejor del permisivo, la empatía.
– ¿Cuál es la importancia de los límites para fortalecer la autoestima de nuestros hijos?
– Los límites fortalecen los recursos personales de nuestros hijos y nos permiten conservar nuestra mirada enamorada, que es la base de la autoestima cuando son chiquitos. Si no pongo limites me va a costar mirarlos de esa forma, muchas veces voy a estar enojada, desilusionada, triste, los voy a hacer sentir culpables. Y todo eso ocurre muy poco cuando somos claros y firmes en nuestra puesta de límites.
– Tu planteo es «padres superpoderosos, hijos frágiles». ¿Cuál es el riesgo de este «poder con todo» que muchas veces nos proponemos en la crianza?
– «Cerca de mis padres todo está bien, apenas me alejo empiezan los problemas…». Esto los lleva a no querer crecer. O «me creo el rey del universo y considero a mis padres esclavos o instrumentos para cumplir mis deseos». Esto es insostenible a la larga. Esfuerzo, frustración, espera, incluso el dolor, fortalecen sus personas; los padres de generaciones anteriores lo tenían claro y no les temblaba el pulso a la hora de decir que no.
– Tu libro se titula «Criar con empatía». Esta palabra, de tan presente en el discurso actualmente, se termina muchas veces vaciando de sentido ¿Qué es ser verdaderamente empáticos con nuestros hiijos?
– Es ponernos en su lugar, mirar el mundo desde su punto de vista, para entender por qué hicieron lo que hicieron, o por qué piden lo que piden, para responder desde ese lugar. Esto nos permite ser firmes y amorosos a la vez.
Los que hoy somos adultos aprendimos a comprender por decreto -«calláte», «mirame a los ojos», «escuchame», «no seas irrespetuoso»- por miedo a perder el amor de nuestros padres. Hoy las neurociencias nos dicen que el camino que fortalece a los chicos es otro: que aprendemos a comprender siendo comprendidos, a respetar siendo respetados, a amar siendo amados.
Maritchu Seitún es psicóloga especializada en crianza. Trabaja con familias, en entrevistas de orientación. Organiza talleres de lectura y reflexión para madres, y de orientación a padres para profesionales. Da charlas en colegios y empresas. Es colaboradora permanente del diario La Nación y columnista de las revistas Sophia y Tigris. Publicó los libros Criar hijos confiados, motivados y seguros, Capacitación emocional para la familia, Latentes y Apego y crianza. Junto a Sofía Chas crearon la colección de Cuentos para Crecer (¡Al doctor!, ¡Chau pañal!, ¡Chau chupete ¡, ¡A la cama!, ¡A comer!. Esperando al hermanito, y Coco y Mini quieren saber) con el objetivo de brindar herramientas a padres y ayudar a los chicos en distintos temas de los primeros años de vida.