Martes 2.11.2021
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En 1947 un hombre de ciencia argentino llamado Bernardo Alberto Houssay ocupó la atención del mundo entero. En octubre de ese año, fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina gracias a sus descubrimientos sobre el papel de la hipófisis en la regulación de la cantidad de azúcar en sangre. Houssay, que había nacido en Buenos Aires en 1887 en el seno de una familia de inmigrantes franceses, se convirtió de esa forma en el primer latinoamericano en recibir la distinción sueca en el campo de las ciencias.
Hemeroteca Digital CastañedaFoto: Hemeroteca Digital Castañeda
Pero su labor fue mucho más vasta, ya que a lo largo de su carrera se esforzó por remarcar el valor de la ciencia para el bienestar social y el progreso de las naciones. Premisa que tradujo en la práctica: cuando trabajó en el Instituto Bacteriológico Nacional, participó activamente en la campaña nacional sobre antídotos de víboras en distintas provincias. Y en los años ‘30 impulsó la creación de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, con el fin de obtener el financiamiento necesario para que los científicos puedan optimizar sus investigaciones.
En 1945 publicó en coautoría con Eduardo Braun Menéndez, Virgilio G. Foglia, Oscar Orías, Luis F. Leloir, Juan T. Lewis y Enrique Hug, el tratado Fisiología humana, que constituyó un mojón sustancial para la divulgación científica argentina. Precisamente el contenido de este texto le generó renombre internacional y le abrió las puertas para el Nobel. Sin embargo, el aspecto central es que sus investigaciones permitieron comprender la diabetes y desde esa base, mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Archivo El LitoralSeñalan las crónicas que Houssay nunca confió demasiado en la intuición sino en la experimentación. Le gustaba moverse sobre terrenos firmes. A su vez, las descripciones que se conservan sobre su personalidad ponen de relieve que poseía tal energía intelectual y física que era capaz de conducir a grupos de cien personas en investigaciones sin deslindarse del resto de sus ocupaciones. Fue, a su vez, un formador de hombres de ciencia, al punto de que uno de sus discípulos, Luis Federico Leloir, también ganó el Nobel, en 1970.
Cuidar a los profesionales
El 6 de mayo de 1966, por un breve tiempo, Houssay estuvo de visita en la ciudad de Santa Fe. Durante su estadía, dedicó parte de su ajustada agenda para recibir en un hotel céntrico a un periodista de El Litoral. En primer término, se refirió a sus trabajos en los campos de la patología experimental y la endocrinología. Al respecto, señaló que para entonces eran numerosos los temas que abordaba dentro de esas especialidades, acompañado por un equipo de 25 investigadores junto a los cuales se encontraba efectuando estudios sobre las transformaciones grasas en el organismo, las aminoacidurias y la diabetes experimental.
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De lleno en la coyuntura, fue consultado sobre las dificultades del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas, entidad que presidía por entonces. Houssay respondió que los fondos de que disponía la entidad no eran suficientes con el agravante de que el número de personas que trabajaban en el mismo era cada vez mayor.
A su vez, en relación a la medicina socializada el científico afirmó que, desde su punto de vista, tenía ventajas e inconvenientes. “Hay muchos trámites fatigosos para el médico, que lo desmoralizan. Los médicos luchan para que el secreto profesional sea mantenido y la intervención del Estado los perjudica. Otro inconveniente es que hay muchos funcionarios, edificios y gastos. Entre sus ventajas está el tratar de asegurar a toda la población la asistencia médica. A veces, algunos servicios en forma global resultan más económicos”, apuntó.
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Llegado este punto de la entrevista, el periodista le formuló una pregunta que, si no se reparara en la fecha del diario y en quienes son los protagonistas, podría corresponder a 2021: ¿Con qué medidas se podría evitar el éxodo de técnicos argentinos al exterior?. La respuesta del ganador del premio Nobel fue breve y contundente: “Dándoles condiciones favorables en nuestro país y sobre todo, medios de trabajo”. Acto seguido, en relación a la función del científico, indicó que principalmente pasaba por “hacer adelantar los conocimientos y lograr que sus aplicaciones beneficien a la humanidad”.
Al final de la conversación, apremiado por la llegada de otros visitantes que tenían reuniones pautadas con el Dr. Houssay, el periodista le hizo una pregunta tal vez demasiado ambiciosa frente al escaso tiempo disponible: ¿Qué es el hombre para usted? Pero el veterano, desde su rol de estudioso incansable de los misterios del organismo no esquivó el bulto y le respondió con sabiduría atemporal: “es un mamífero dotado de razón capaz de hacer mucho más de lo que cree”.
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