Una científica tucumana del Conicet presentó hoy una oruga capaz de digerir plástico y transformarlo en alimento, un hallazgo que abrió una investigación para determinar si esa especie puede ayudar a reducir la contaminación ambiental.
Una científica tucumana del Conicet presentó hoy una oruga capaz de digerir plástico y transformarlo en alimento, un hallazgo que abrió una investigación para determinar si esa especie puede ayudar a reducir la contaminación ambiental.
La presentación fue realizada esta mañana durante la primera edición de Soapbox Science en Latinoamérica en la Plaza Independencia de la capital tucumana.
“En Tucumán encontramos que hay dos especies de polillas (mariposas nocturnas) cuyas larvas u orugas estaban comiendo silobolsas que es un plástico que utilizan los apicultores para cubrir las colmenas de abejas cuando hace frío”, contó a Télam Carolina Monmany, investigadora del Instituto de Ecología Regional de la provincia que pertenece al Conicet y a la Universidad Nacional de Tucumán.
Monmany junto a un equipo de científicos tucumanos llevan adelante una investigación sobre la contaminación plástica y la ecología para saber cómo interactúan los plásticos con el medio ambiente, distintas especies y los seres humanos.
“A partir de la identificación de estas orugas empezamos a investigar como hacían para comer y digerir plástico porque no es alimento para ninguna especie, teniendo en cuenta que no es un producto natural sino un derivado del petróleo”, explicó Monmany.
La científica señaló que “estamos haciendo un ensayo de laboratorio, dándoles de comer a estas orugas distintos plásticos, como bolsas de súper, silobolsas, paquetes de fideos y telgopor; hasta ahora pudimos ver que prefieren las bolsas de supermercado”.
“Las orugas no sólo no mueren, sino que llegan al estado adulto solamente con una alimentación a base de plástico e incluso algunas de ellas llegaron a poner huevos, es decir que la energía que adquieren del plástico la utilizan con fines reproductivos”, agregó.
A partir de ahí, “descubrimos que la especie posee dentro de su tracto digestivo y en la superficie de su cuerpo una bacteria que les permite degradar el plástico y convertirlo en alimento”.
Con la colaboración del Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio) que pertenece al Conicet, “investigamos como poner a prueba estas bacterias en productos industriales que puedan usarse para tratar los basurales en los que predomina el plástico y de esa forma, ayudar con la problemática de la contaminación”, detalló Monmany.
El Litoral | Telam