El viaje de una ballena franca austral fue registrado, por primera vez, en dos años diferentes gracias a la aplicación de transmisores satelitales, lo que permite cotejar su comportamiento migratorio como hembra solitaria primero y junto a su cría después, informó el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB).
El periplo de la hembra adulta se logró en el marco del proyecto "Siguiendo ballenas", aunque el ICB lo define como un "evento azaroso" porque a la protagonista del rastreo se le había asignado el nombre de "Antares" al colocarle el año pasado el dispositivo satelital y luego se descubrió que el mismo ejemplar tenía registrado otro viaje, en el 2015, pero con el nombre de "Atrevida".
"Para la sorpresa de todos 'Antares' resultó ser 'Atrevida', la ballena número 2361 del catálogo de ballenas foto-identificadas del ICB/Ocean Alliance", indica el último informe, aunque esa casualidad permite diferenciar el comportamiento migratorio de un mismo ejemplar en dos etapas de su estadio reproductivo.
La ballena adulta se encontraba en 2021 con su cría en el Golfo Nuevo, Península Valdés cuando se le colocó el transmisor satelital el 27 de septiembre, sin saber que se trataba de «Atrevida», la misma ballena que también fue monitoreada satelitalmente durante el 2015.
En el último seguimiento "pasados 16 días, y con una breve interrupción de la transmisión, Antares nos indicó que su etapa migratoria había comenzado".
"Al salir del Golfo Nuevo (sobre el noreste del Chubut), partió con rumbo sur, rodeó a las Islas Malvinas y luego volvió hacia el norte hasta la latitud del Agujero Azul, pero en las profundidades de la cuenca oceánica. Allí permaneció durante casi dos meses para luego poner rumbo oeste hacia la plataforma continental en el Mar Argentino", precisa el informe.
El parte que brindó el dispositivo en este periplo arroja 160 días de información y 6300 kilómetros de recorrido.
Al mismo ejemplar (cuando se la conocía como "Atrevida" y no "Antares") se le había colocado un transmisor satelital el 24 de septiembre de 2015 en el mismo golfo chubutense.
Durante los primeros días permaneció cerca de Puerto Pirámides tras lo cual comenzó a utilizar las áreas más profundas del centro del golfo para luego, pasados 22 días, iniciar su travesía por el mar argentino hasta llegar a la zona del Agujero Azul sobre la plataforma continental, donde su transmisor dejó de enviar información el 20 de enero de 2016.
En aquel primer seguimiento, durante sus 118 días de transmisión, la ballena recorrió 3.970 kilómetros, de los cuales 760 fueron dentro del Golfo Nuevo.
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Se concluye de ambos periplos que la madre con cría navegó mucho más que cuando estaba solitaria.
Camila Muñoz Moreda, investigadora del ICB, indicó que “conocemos a Atrevida desde el año 2010" aunque recién "en 2015 se le colocó el transmisor satelital cuando estaba sin cría”.
Seis años después de ese último registro, “Atrevida” regresó nuevamente a las aguas del Golfo Nuevo y fue equipada con un nuevo rastreador satelital, sin saber que se trataba de la misma ballena que nombramos como “Antares”.
Se estima que «Antares/Atrevida» tiene al menos 21 años.
El proyecto “Siguiendo Ballenas” es el resultado del trabajo colaborativo de instituciones académicas, gubernamentales y de la sociedad civil de Argentina, Brasil y Estados Unidos.
Desde su inicio en 2014, se han equipado 65 ballenas francas australes con transmisores satelitales en las aguas costeras de los Golfos Nuevo (Chubut) y San Matías (Río Negro).
Las diferencias de los recorridos hechos por Atrevida/Antares en 2015 y 2021, podrían indicar que las ballenas francas hembra seleccionan de manera diferente sus áreas de alimentación según su estado reproductivo.
Alexandre Zerbini, coordinador del Proyecto, sostiene que “comprender las diferencias en la forma en que las ballenas utilizan su hábitat, según su estadio reproductivo, es importante para la conservación porque nos permite promover la protección de sitios esenciales durante períodos críticos de su vida, como cuando están amamantando a sus crías durante la migración”.
La tecnología satelital del proyecto “Siguiendo Ballenas”, permite conocer los sitios que recorren en sus rutas migratorias, desde sus áreas de reproducción y cría a las áreas de alimentación, y así localizar los ambientes claves del Atlántico Sur para su ciclo de vida.
"Esta información sustenta la importancia de proteger áreas marinas que son fundamentales para su supervivencia y elaborar recomendaciones de regulación de actividades humanas que presentan potencial impacto sobre las ballenas, como las pesqueras, petroleras y de transporte naviero", indica el último parte del ICB.