La prueba sin precedentes se llevó a cabo el 4 de junio con un dron MQ-25 Stingray de Boeign desde el Aeropuerto MidAmerica en Mascoutah, Illinois.
La prueba sin precedentes se llevó a cabo el 4 de junio con un dron MQ-25 Stingray de Boeign desde el Aeropuerto MidAmerica en Mascoutah, Illinois.
"La misión demostró que el avión cisterna no tripulado puede usar exitosamente el método probado para el reabastecimiento de combustible en vuelo", señaló el Departamento de Defensa.
"Este vuelo echa los cimientos para la integración en el contexto de los portaaviones y permite una mayor capacidad en el uso combinado de vehículos tripulados y no tripulados", dijo el contraalmirante Brian Corey, oficial encargado del programa.
Durante la prueba, un Hornet se aproximó hasta unos seis metros del dron a fin de que los dos tripulantes tomaran algunas medidas y observara varias características del robot, explico Dave Bujold, director del programa MQ-27, citado por el Pentágono.
"Querían ver cuán estable era el vuelo en tan corta proximidad con el vehículo no tripulado", añadió. "Querían observar oficialmente, con sus propios ojos, el comportamiento del vehículo cisterna y la canasta de reabastecimiento".
Los dos tripulantes del Hornet, del Escuadrón 23 de Prueba y Evaluación, se mantuvieron en contacto radial con el operador del MQ-25 que controlaba el aparato desde una estación en tierra.
Una vez que el operador desplegó la manguera y la canasta desde el vehículo no tripulado, el Hornet se aproximó más para una conexión de prueba, en la cual no pasó combustible del avión cisterna al avión de combate.
En la segunda conexión hubo una transferencia de 135 kilogramos de combustible del MQ-25 al Hornet cuando ambos volaban a unos a unos 3.050 metros de altura y a una velocidad normal de operaciones.
Los dos aviones completaron más de 10 minutos de conexión.
La misión, que duró unas cuatro horas y media, se completó con otra transferencia de unos 10 kilogramos de combustible a 4.880 metros de altura.