Hagar Blau Makaroff
Mientras proliferan las quemas de pastizales frente a la capital de Santa Fe, en las islas que espejan a la ciudad de Rosario se siguen viendo los focos ígneos, y tras medio año de esta práctica continuada insalubre, cabe pensar en la realidad de las más de 450 especies animales que habitan en el humedal del río Paraná.
Hagar Blau Makaroff
El gato montés, el lobito de río y el carpincho son los protagonistas de esta historia menos escuchada de lo que deja la tierra quemada a su paso, ya que son las tres especies típicas de la región que se encuentran en estado vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Iucn), que lleva registros de cada especie en extinción. Ya se conocieron lamentables imágenes durante las quemas donde aparecieron carpinchos quemados, y los lobitos -un animal del agua- no tienen dónde guarecerse con la bajante.
Existe en este ecosistema una dificultad de hallar certidumbre sobre el estado actual de sus seres vivos ya que no hay estudios anteriores a la ola de quema de pastizales de este año (que ocurren cada año pero éste fue de mayor gravedad), y ante la cuarentena que impediría realizar cualquier investigación actual en el terreno.
Según adelantó el director del Observatorio Ambiental, Matías de Bueno, a El Litoral, desde la UNR ya se encuentran “buscando una autorización para instalar una base de investigación en las islas” que dará luz sobre esto, y a su vez el Área de Ecología en la Facultad de Ciencias Agrarias proyecta investigar la fauna en la reserva municipal Los Tres Cerros sobre insectos y aves puntualmente.
Un gran humedal
En la porción inferior de la Cuenca del Plata, a lo largo de unos 300 kilómetros al sur de la ciudad de Paraná y hasta las cercanías de la ciudad de Buenos Aires, el humedal se extiende unos 17.500 kilómetros cuadrados, incluyendo zonas anegables y cursos de agua. Allí se forma un gran número de lagunas que son los hábitats de las numerosas especies de fauna silvestre, y particularmente muchos tipos de aves y peces migratorios.
Los incendios ocurren en casi toda la extensión del humedal en las islas desde enfrente a Campana (Buenos Aires) hacia el norte de Santa Fe, y se pueden ver los focos en tiempo real en el sitio oficial de la NASA.
La quema de pastizales para la ganadería es legal en la jurisdicción de Entre Ríos, pero sólo se debería realizar con autorizaciones oficiales, y en junio pasado un juez dictaminó su ilegalidad, pero las quemas persisten. Es por eso que miembros de las ONG protectoras del medioambiente califican las quemas como “actos de corrupción porque se desconocen los valores de las multas, especulan con eso, y el asunto se vuelve monetario en vez de razonable”.
La idea de “Ecocidio”
Ante el panorama alarmante durante estos meses las ONG instalaron en la sociedad el término de “ecocidio”, ya que significa una destrucción irreversible de un medio ambiente, y con intencionalidad. En Rosario se pudo ver una fuerte campaña con proyecciones en las calles y en las redes sociales surcando creativamente este período de distanciamiento social.
Las aves se guarecieron, los reptiles y anfibios son más lentos.
Se estima que la fauna silvestre asciende a un total de 472 especies de vertebrados, entre las que se incluyen 200 de aves, 36 de mamíferos, 29 de reptiles, 22 de anfibios y 185 de peces (ver inventario).
Estos datos son según un inventario realizado días atrás por el Observatorio Ambiental de la UNR en base a los estudios existentes del Plan de Manejo de la Reserva, el Plan del Sitio Ramsar, y el Plan Integral Estratégico para la Conservación y el Aprovechamiento Sostenible de la Región Delta del Paraná (Piecas).
Son especies de linaje chaqueño paranaense que habitan en un amplio espectro de comunidades en micro ecosistemas de humedal, un hábitat donde las inundaciones de los ríos son parte de su característica distintiva. Este año por eso la desgracia es doble: a las irrefrenables quemas se sumó la bajante histórica del afluente del río.
“Aún se desconoce si los animales que hibernan durante el invierno lograron escapar de las llamas y el humo, pero casi todas las zonas del humedal fueron afectadas en mayor o menor medida. Estos animales son principalmente reptiles, y son los más lentos. Suelen pasar el invierno bajo tierra, y no se sabe cómo vivieron el humo y el fuego”, confió a este medio una fuente investigadora de la fauna que no quiso ser revelada.
Entre las aves que habitan la región la mayoría son migratorias ya que la oferta de alimento para las insectívoras disminuye en la época fría, por lo que muchas especies se retiran a hibernar en sitios más cálidos del norte de Sudamérica y del Hemisferio Norte.
Se especula que las aves por volar son más rápidas y habrían podido esquivar el fuego, aunque no todas ellas son migratorias, y “habría que ver hacia dónde se desplazaron para anidar de nuevo”. Puede que a las aves no las mató el monóxido ni el fuego, pero sí podrían llegar a tener problemas “para encontrar dónde guarecerse del frío y esconderse de los cazadores habituales, porque casi todos sus árboles fueron quemados”.
De las especies que se contabilizan en el humedal, ninguna figura en forma oficial como “en peligro de extinción en la Iucn, pero sí varias de ellas se encuentran en situación de vulnerabilidad desde antes de las quemas. Desde “extintas” hasta “preocupación menor” hay varias categorías, y la suya sería la de “casi amenazadas”, como se dijo ya de los gatos monteses, los carpinchos y los lobitos de río.
Los interrogantes del Observatorio Ambiental
El Artículo 41 de la Constitución Nacional reglamentado por la Ley General del Ambiente 25.675, regula los Principios y Presupuestos para una Política Ambiental que garantice el Desarrollo Sostenible (en sus esferas económica, social y ambiental), garantizando la satisfacción de las necesidades de las presentes y futuras generaciones.
Este marco judicial fue recordado por el equipo que confeccionó el inventario del Observatorio Ambiental de la UNR, compuesto por Sofía Gracia, Magdalena Trivisono y Matías De Bueno, quienes lanzaron en el final del documento una serie de interrogantes que aquí se reproducen, y que ojalá con una ardua tarea lleguen a responder con el tiempo y esperadas investigaciones: “¿Se están implementando políticas públicas para garantizar el Derecho Humano al Desarrollo de las diferentes generaciones? ¿Existe una efectiva protección del ambiente en el actual modelo de desarrollo? ¿Cuál es el punto de no retorno en cuanto al daño ambiental y pérdida de Biodiversidad en la Región? ¿Qué grado de responsabilidad se debe atribuir a cada uno de los actores?”.
A continuación, se reproduce la lista de especies que suelen encontrarse en casi todas las unidades del paisaje, según el inventario del Observatorio Ambiental de la UNR.
Los terrestres: carpincho (especie casi amenazada), coipo, vizcacha, peludo, mulita, tuco-tuco, gato montés (una especie potencialmente vulnerable), lobito de río, (que se encuentra en peligro y que 1030/2004 de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, ha sido considerada como una especie insuficientemente conocida), comadreja overa, cuis, entre otras.
Las aves constituyen el grupo más diverso de vertebrados. Especies acuáticas: garza mora, tuyuyú, cuervillo de cañada, carao, garza blanca, pato picazo, y cisne de cuello negro. Especies que se encuentran en los ambientes de pastizales: playerito canela, capuchino garganta café, monjita dominicana.
Especies propias de los hábitats boscosos: carpintero real común, hornero zorzal colorado, cotorra. Especies propias de las zonas de juncales y pajonales: federal, pajonalera de pico curvo, y espartillero enano. Y las aves rapaces chimango y carancho.
Entre los reptiles se encuentran las especies de serpientes acuáticas: falsas corales de estero, ñacanina, y culebra verde. Otras especies como la tortuga acuática de cuello largo o tortuga de río, tortuga de laguna, lagartijas del género Liolaemus, anfisbaénidos, lagarto overo, yarará, yacaré negro, yacaré ñato, y boa curiyú.
En cuanto a los anfibios pueden mencionarse a las especies pertenecientes a la familia Hylidae (son las más numerosas): rana del Chaco, rana de zarzal, ranita enana de Sanborn, rana arborícola venulosa, rana boyadora chica, ranita hocicuda chaqueña, ranita hocicuda lisa, y ranita hocico de tiburón. Y las pertenecientes a la familia Leptodactylidae: rana rayada, rana piadora, rana de bigotes, rana criolla, escuercito común, ranita llorona, ranita enana común. Y en la familia Bufonidae están los sapos del género Bufo y a familia Microhylidae, el sapito narigudo.
La ictiofauna (conjunto de peces) está integrada por, al menos, 185 especies pertenecientes a 39 familias, que se agrupan en 11 órdenes. Esta gran riqueza de peces responde a una fuerte dinámica espacio-temporal de crecientes y estiajes que genera gradientes de conectividad o aislamiento entre los hábitats acuáticos de la llanura de inundación y los del canal principal del río.
Según el documento elaborado en el marco del Plan de Manejo del Sitio Ramsar del Delta del Paraná, la referida magnitud de la ictiofauna en la región, también responde a que los humedales cuentan con matas de vegetación arraigada y flotante que proveen condiciones de refugio para escapar de predadores, brindando, a su vez, reparo al arrastre por las corrientes y proveyendo de una mayor oferta de alimentos.
Las familias de peces mejor representadas en la región son: Characidae con 39 registros conformada por tres especies características: dorado, mojarras y mojarritas y dientudos. Finalmente están los sabalitos, bagres, surubíes, patíes y por último Loricariidae que, con 29 especies, está compuesta por las llamadas viejas del agua.